Arquitectura

El final de un mercado adelantado a su tiempo

El final de un mercado adelantado a su tiempo
El final de un mercado adelantado a su tiempolarazon

Una tarde cualquiera de junio en Madrid, un trompetista toca en algún lugar de la calle Fuencarral el tema más conocido de la película "El Padrino", que con su tenue color parece anunciar el fin de un vecino ilustre del barrio de Malasaña, el Mercado de Fuencarral, al que le queda poco más de un mes. Abrió sus puertas en 1998 y en su día fue un centro comercial innovador, independiente y vanguardista, como recuerda el propietario de la tienda Córner, José María, quien hoy aguarda el cierre del complejo desde su establecimiento de la tercera planta, donde lleva los 17 últimos años de su vida trabajando. "El concepto de esta galería era muy novedoso, no era una galería comercial más, de hecho esto -dice señalando a su izquierda, donde ahora hay otra tienda- era una cabina de djs que pinchaban música en directo", subraya.

Además el comerciante recuerda que en la parte de abajo se hacían actividades como cinefórums, clases de teatro o de percusión africana que "beneficiaban mucho al centro".

Sin embargo ahora, unos años más tarde, en la planta de abajo las protagonistas son otras tiendas y las actuaciones en directo han sido sustituidas por el hilo musical, como en otros tantos centros comerciales.

"Desde que cierre esto se va a convertir en uno más, en un centro comercial más", lamenta desde su tienda de la primera planta Ana María Arrué, a quien ante el cierre, los habituales ya le preguntan, según confiesa, que "cuándo va a empezar la liquidación".

En su caso en particular aún falta un poco, pero al recorrer el mercado no es difícil distinguir los carteles de otras tiendas que pregonan la "liquidación por cierre"a lo largo de las tres plantas de este particular centro comercial que parece diferente al resto.

Nadie agobia a los clientes sobre si quieren o no comprar, tiene una estructura circular en la que más de uno se habrá perdido, todas sus tiendas parecen hermanadas e históricamente ha sido el refugio comercial de muchas tribus urbanas, véase góticos, 'skaters' o 'punks'.

Pese a ello, y a que los compradores siguen acudiendo a diario a las tiendas, éstas no han podido renovar sus contratos con los propietarios del inmueble, algo que genera -además del natural duelo emocional- pasar a ocupar un sitio reservado en la cola del paro.

"Supone que te quedas en el paro con 57 años a no ser que te busques otro trabajo o montes la tienda en otro sitio", confirma José María, quien se encuentra en la misma situación que Cristian Antón, quien es algo más joven pero el día 25 de julio, cuando el mercado baje la persiana, también se quedará sin trabajo.

"Es un palo para nosotros, pero también para la ciudad", lamenta el dependiente, quien destaca que debido al cierre, "unas cien familias se quedan en la calle".

Antón agradece sin embargo la oportunidad de haber podido trabajar en un espacio emblemático del cambio cultural madrileño que, según sus propias palabras, "siempre ha sido de paso obligado para quienes buscan un lugar de compras más alternativo".

"Esto empezó siendo el centro comercial para los que odiaban los centros comerciales", añade Arrué, quien reconoce estar apenada por el cierre de una galería "diferente".

Después de unos minutos de paseo por sus galerías, se empiezan a ver los primeros locales cerrados y también a visitantes que deambulan de una tienda a otra antes de enfilar la salida.

Ya en la calle el trompetista del Padrino se ha callado y a la espalda sólo queda un espacio comercial y cultural que pronto dirá adiós y al que, según vaticinan los que aún trabajan allí dentro, le sustituirá una tienda de una gran marca textil.