Política
Errejón: vivir en la centralidad
Todo giro en política tiene su estrategia, a la espera del momento exacto o para causar un golpe de efecto deseado
Casi tres años son los que se han requerido para este viraje de Íñigo Errejón a la centralidad y que en enero cobró rumbo y nombre propio: la marca Más Madrid, aupada por la hasta ahora alcaldesa Manuela Carmena.
Casi tres años son los que se han requerido para este viraje de Íñigo Errejón a la centralidad y que en enero cobró rumbo y nombre propio: la marca Más Madrid, aupada por la hasta ahora alcaldesa Manuela Carmena. Un proyecto alejado del arraigo de Pablo Iglesias que carga contra las élites del poder y que se erige como enemigo político de los partidos de derecha, en pro de una plataforma más moderada que ya ha descubierto sus cartas: un ex Podemos que sí está abierto a pactar con Ciudadanos, mientras que en el cuartel de la formación morada rehusan taxitativamente de ese extremo. Justo a la derecha de Podemos y a la izquierda del PSOE, se abre paso ahora en Madrid –como primer ensayo previo– la corriente de Macron, también bautizada como el boom «macronizador»; una suerte de pacto entre la izquierda y los conservadores para frenar a la derecha. El Macron español sería hoy Errejón, que de la mano de Manuela Carmena tratará de entrar con sus 20 escaños autonómicos en un hipotético gobierno con el PSOE y Cs, impensable pacto sí Errejón continuará con los morados.
Para llegar al extrapolable modelo francés, hay que remontarse a los inicios del ex número dos de Podemos que hace ya cinco meses golpeó a Podemos dejándolo en shock y sin candidato para arrebatar al PP la Comunidad de Madrid. El bautizado como «pacto de las empanadillas» –la cena en la que Manuela Carmena y Errejón vertebraron Más Madrid– fue el momento cúlmen que precede al distanciamiento de éste con su secretario general desde el año 2016. Momento en el que el ex diputado adopta un discurso más centrista y alejado del choque frontal contra los poderes fácticos y los «enfants terribles» con el que Pablo Iglesias presionaba a empresas, antes de convertirse en socio del Gobierno de Pedro Sánchez y moderar su discurso, pero sin bajar el mazo contra estas élites.
Precisamente tras las elecciones de 2015, Errejón apostó en febrero por redirigir Podemos y apoyar con sus votos un Gobierno presidido por PSOE y Cs. Una investidura fallida porque la formación morada no aceptó las ofertas socialistas al entender que no revertían los recortes. Éste fue el punto de inflexión que abrió el primer cisma entre ambos y que queda ya materializado. Después, llegó el Vistalegre 2 en el que se libró la batalla por el liderazgo del partido. Tras perder la oportunidad de refundar los cimientos de Podemos, se desinfla su poder para hacer valer la estrategia de acercamiento al PSOE, y Errejón acaba relegado al ámbito madrileño y alejado de los pilotos de mando. Pero ese primer paso fue el originario del hoy descalabro de los morados. El tándem Carmena-Errejón, renombrado como la izquierda amable, ha robado 20 escaños a Podemos en 4 años e invisibiliza en la Asamblea madrileña al Podemos de Clara Serra.
Poco después de la ruptura Iglesias-Errejón, en la sede de Podemos fueron conscientes de la estrategia del segundo: acercarse al PSOE y abrise a futuros pactos con Ciudadanos, los cuales ahora han sido verbalizados por él mismo. «Ofrecemos a PSOE y Ciudadanos un acuerdo para que el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid no dependan de Vox» confirmaba. Un proyecto que ahora –después del experimento a nivel regional– podría aupar a Errejón a extrapolar sus fuerzas para convertirse en una marca nacional.
Sin embargo, no solo las diferencias en cuanto a como negociar con el PSOE, han sido las decisivas para que ahora los electores se hayan decantado por la izquierda de Errejón. Otros ejemplos subyacen en la posición sobre Venezuela, en el conflicto del taxi o en la operación Chamartin en Madrid. Hasta 2018, Errejón seguía la línea del disurso podemita de defensa al régimen de Chavez y Maduro, y en uno de sus discursos en 2014 llegó a asegurar que “a Chávez le debemos la recuperación política, la reivindicación de la democracia como tensión permanente, el socialismo como democracia sin fin». Sin embargo, tras eregirse como candidato de Más Madrid, Errejón borró todos sus tuits en los que empatizaba con esta dictadura. En cuanto a la proclamación de Juan Guaidó como presidente de Venezuela se ha acogido al silencio. Una postura que contrarresta con la de Podemos En cuanto a la “operación Chamartín”, la heredada de la antigua alcaldía popular, es otro claro ejemplo Carmena apoyaba el desarrollo urbanístico, en contra de la voluntad vecinal y de algunos concejales que conformaban Ahora Madrid -los de IU, Podemos y anticapitalistas- y Errejón optó por guardar silencia y esquivar las críticas en contra de la posición de Podemos de paralizarla. En cuanto al conflicto del taxi, una de las banderas de los morados contra las empresas de VTC, Errejón y Carmena han preferido apartarse de la polémica.
Una vez desveladas las cartas de Errejón, se constata, el cambio a la centralidad que un día trató de liderar desde dentro de Podemos. Este escenario y la decisión de Ciudadanos -de entrar o no en un gobierno con Errejón- será el eje vertebrador que confirme este movimiento.
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