Palacio Real
Ideas fallidas
Parece que Madrid, definitivamente, se queda sin mirador desde la cornisa de Oriente. Cuando se diseñó el Palacio Real, se hizo un estudio del conjunto panorámico de esta zona de la capital, para darle, no sólo un aspecto monumental, sino paisajístico. Se quería, que desde el nuevo Palacio, que sustituyó al malogrado Alcázar, y hasta la iglesia de San Francisco, se conformara una cornisa-mirador, aprovechando el desnivel del terreno, para tener una vista privilegiada del curso del Manzanares y de la extensión forestal de la Casa de Campo. Cuando tiempo después, el Marqués de Cubas, hizo el primer proyecto para construir la catedral de la Almudena, se quiso que, en su enlace con la plaza de la Armería, resultara un espacio abierto hacia el oeste, con el fin de completar el mirador de la cornisa.
Se dice que «las obras de palacio, van para despacio», y un claro y actual ejemplo es el de las que se llevan a cabo, desde hace ya muchos años, junto al Palacio Real, concretamente las del Museo de Colecciones Reales, cuya inauguración está prevista para dentro de dos años. Los trabajos han permanecido ocultos tras una valla, que impedía el acceso desde la plaza de la Almudena, hasta el mirador de la cornisa. Y parece que esta vista no se va a recuperar, conocida la intención de Patrimonio Nacional sobre normas y condiciones del acceso al remozado museo. Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, advierte de que se va a sustraer a los madrileños una de las vistas más apreciadas de la ciudad. El sueño de una cornisa-mirador corrida, desde Palacio a San Francisco el Grande, no se va a cumplir.
Otro aspecto controvertido en este asunto es el de la estatua de Felipe II, colocada junto al Museo de Colecciones Reales, y que fue retirada a un almacén municipal con motivo de las obras. En el año 2013, el Ayuntamiento de Ana Botella, dentro del Plan Monumenta Madrid, quiso buscarle nueva ubicación a la estatua del monarca. Fuimos consultados los Cronistas Oficiales de la Villa, que, mayoritariamente, consideramos que el rey que había traído la capitalidad desde Toledo a Madrid, en 1561, merecía un reconocimiento más digno de los madrileños, y que su estatua fuera situada en sitio principal, como la Plaza de la Villa, cuna del nacimiento del Concejo. Para ello habría que trasladar el monumento a don Álvaro de Bazán, ilustre marino que ninguna relación e identificación tuvo con la villa y corte. Una encuesta popular, promovida por el Ayuntamiento, coincidió con el criterio de los Cronistas, ya que el 54 por ciento de los participantes votaron a favor de que Felipe II estuviera en la Plaza de la Villa.
Aquel intento quedó en el olvido, y ahora Patrimonio, devolverá la estatua del rey de la capitalidad a su antiguo y poco digno emplazamiento, junto al remozado Museo de Colecciones Reales. Todo queda, lamentablemente, en agua de borrajas.
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