Angel del Río
Los bomberos «incendian» la fiesta de La Paloma
Carmena y Cifuentes fueron abucheadas e insultadas por distintos colectivos que protestaban a las puertas de la iglesia después de la misa y la tradicional bajada de la imagen de la virgen por parte del Cuerpo municipal
No les permitieron acceder hasta la puerta de la iglesia de la Paloma pero un numeroso grupo de bomberos, unos cien, se manifestó ayer en los alrededores del templo para protestar contra la alcaldesa, Manuela Carmena, y reclamar que atienda sus peticiones, mientras que en el interior se celebraba la misa solemne, presidida por el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. En una gran pancarta denuncian que están «bajo mínimos». Acusaron a la alcaldesa de incumplir su compromiso de establecer una mesa técnica.
Los consejeros más cercanos a Manuela Carmena habían barajado la posibilidad de que ésta no estuviera en los actos de la Virgen de la Paloma y, de esta manera, evitar el ímpetu reivindicativo de los bomberos, que exigen aumento de la plantilla, para no «achicharrarse» en las guardias. Pero ella misma decidió que era peor el remedio de evitar el asistir a esa protesta que la enfermedad de no estar en la misa y procesión.
Al final la alcaldesa estuvo y declaró que ojalá hubiera más bomberos, pero que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, era quien impedía hacer más contrataciones, pese a lo cual, prometió que en breve se van a convocar más de 180 plazas. En este sentido, la portavoz del grupo socialista, Purificación Causapié, pidió al concejal Barbero que negocie con los sindicatos y no haciendo que los bomberos tengan que trabajar más. En la misma línea se expresó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien llamó a la negociación y se mostró esperanzada, en que en breve se llegue a un acuerdo de éste colectivo con el Ayuntamiento. Al término de la Eucaristía los manifestantes trataron de acceder a las dos puertas de salida del templo, la de la plaza de la Paloma y la de la calle de Toledo. A pesar de los gritos de: «¡Vergüenza, vergüenza!», no consiguieron que la alcaldesa se detuviera a hablar con ellos.
Pero tampoco se libró de los insultos la presidenta regional. El colectivo en defensa de Lidia y Santi (a quienes van a desahuciar sin alternativa habitacional) increparon a Cifuentes y se escucharon algunas voces de entre los asistentes que la llamaron «corrupta» y «asesina». Poco después, una vez que se montó en su vehículo oficial, trataron de impedir que éste pudiera arrancar y abandonar el acto colocándose delante y golpeando el mismo.
A pesar de este momento de gran tensión, los protagonistas de la reivindicación ayer fueron los bomberos municipales. Que lleguen a la festividad de La Paloma en este estado de exigencia no es algo excepcional. La casuística ha querido que en los últimos años se hayan producido intentos o protestas consumadas de éstos, aprovechando los actos oficiales en este día. Con Ruiz-Gallardón como alcalde, amenazaron con romper la tradición y no descolgar el cuadro de la Virgen, pero finalmente no cumplieron su amenaza. En el año 2012, también en plena tensión con el Ayuntamiento, los bomberos montaron bronca en la calle. Después, a la salida de misa, increparon, abuchearon, incluso intentaron zarandear a la alcaldesa, Ana Botella.
El compromiso devoto de los bomberos con la Virgen de la Paloma se remonta a 1939 cuando, recuperada la procesión tras la Guerra Civil, los vecinos del barrio pidieron ayuda a los bomberos del cercano parque para bajar el cuadro de la Virgen, que ese día fue sacado en procesión sobre un coche del cuerpo. A partir de ese momento, se estableció la tradición de que fueran ellos los encargados de descender el cuadro de La Paloma al término de la misa mayor y depositarlo en la carroza en la que ha de procesionar por la tarde. En el transcurso de la procesión y llegada ésta a la Puerta de Toledo los bomberos hacen una exhibición y realizan una suelta de palomas pero este año no han querido por estar de protestas.
En su primera fiesta de la Paloma como alcaldesa (2015), Manuela Carmena, por desconocimiento, falta de información, desinterés o presiones de su grupo político, no interrumpió sus vacaciones familiares y no estuvo presente en los actos del día grande de la patrona «oficiosa» de la villa. Las críticas y la razón política la hicieron rectificar y el pasado año sí asistió a la ofrenda floral, misa solemne y procesión.
Los alcaldes de Madrid no solían faltar a su cita con los actos más importantes de la festividad de la Paloma. Enrique Tierno no salía de vacaciones y aquí estaba ese día, al igual que Rodríguez Sahagún y Ana Botella. En el caso de Juan Barranco, abandonaba temporalmente su retiro vacacional en La Adrada, para estar presente en la misa y procesión, al igual que Álvarez del Manzano, que dejaba por unos días la Feria de Málaga, para estar en La Paloma. Curioso fue el caso de Ruiz-Gallardón, que en su primer año en la alcaldía no tenía intención de asistir a la misa y procesión. Algunos fuimos consultados sobre qué habían hecho los alcaldes anteriores y, en poco menos de media hora, Gallardón cambiaba de parecer y decidía acudir a todos los actos del día 15, desde la ofrenda floral, hasta el rezo de la Salve, en la medianoche, en la plaza de la Paja, pasando por la misa solemne del mediodía y la procesión vespertina. Y así lo continuó haciendo durante todo su mandato. Ayer, Carmena, con tez bronceada y vistiendo en tonos blancos y negros, interrumpió sus vacaciones para estar presente en la ofrenda floral, la misa y la procesión. A la puerta de la iglesia, se escucharon abucheos, y una mujer que gritaba: «¡Los bomberos también existen. Escúchenlos!».
En el interior del templo, en la primera fila de autoridades, la alcaldesa, la presidenta de la Comunidad, la segunda teniente de alcalde, Marta Higueras, y el concejal de Seguridad y Emergencias, Javier Barbero, responsable del Cuerpo de Bomberos. En el transcurso de la homilía, el cardenal Osoro, dijo: «¡Qué difícil es aprender a escuchar! Todos estamos necesitados de que alguien, en algún momento, nos escuche ¿Sabéis la de problemas que nos ahorraríamos en la vida escuchando al otro? ¡Cuánto cambiarían las cosas si en nuestra vida escuchásemos a los demás!». En ese momento hubo cruce de miradas entre los políticos, de Barbero con Cifuentes, y de Carmena con los bomberos, que permanecían uniformados detrás del altar. Momento emocionante fue, como todos los años, la bajada del cuadro de La Paloma, que en esta ocasión correspondió a Antonio Martínez, de familia de bomberos, que se jubila. En el exterior del templo, cientos de personas que no pudieron entrar y que siguieron la ceremonia a través de una pantalla gigante. Numerosos miembros de agrupaciones castizas y la incombustible viuda del organillero Mariano, que sigue recorriendo con su pequeño organillo todos los festejos populares de Madrid. Hasta el lugar, mientras, llegaba el espeso olor a fritanga de gallinejas y entresijos, que provenía de los cercanos puestos verbeneros.
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