Cataluña

Los mil y un días de Carmena

La Razón
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A cada político le llegan sus mil días de gestión y, con ello, la hora de hacer balance, de mirarse al espejo de su programa electoral, de reconocer errores o dormirse en la certeza de que son los puntillosos los que quieren hacerlos aflorar en un intento de desprestigiar la acción de gobierno.

A cada político le llegan sus mil días de gestión y, con ello, la hora de hacer balance, de mirarse al espejo de su programa electoral, de reconocer errores o dormirse en la certeza de que son los puntillosos los que quieren hacerlos aflorar en un intento de desprestigiar la acción de gobierno. Carmena acaba de cumplir mil días como alcaldesa que han dado para muchos errores, promesas incumplidas, marcha atrás en decisiones tomadas y que no han sido suficientes para presentar un proyecto de futuro. En estos casi tres años Ahora Madrid ha coleccionado varapalos judiciales que la ex jueza no ha asumido de buen grado. Sentencias que han tenido que ver con la pretensión de reducir el horario laboral de los funcionarios, la subida de sueldos de éstos, el caso de la interventora municipal, la cesión de una nave del Matadero para un mitin sobre el referéndum ilegal de Cataluña, el cambio de nombre de 52 calles, las multas de los semáforos foto-rojo, los antidisturbios de la Policía Municipal, la creación de la Oficina Antifraude... Unas 18 causas judiciales en contra. Y sumando. Como la compra de Bicimad, que es ahora el nombre que envenena los sueños de los responsables municipales.

Nada más llegar a la alcaldía, Carmena quiso hablar del programa de Ahora Madrid como «ocurrencias». Muchas de ellas no se han llevado a cabo, como la del pretendido impuesto sobre los cajeros; la construcción de «microbarrios» de casas prefabricadas, la creación de un Banco público municipal, las cooperativas de madres para limpiar los colegios, que los universitarios barrieran calles y los niños recogieran las colillas de cigarrillos, crear una tasa al turismo, remunicipalizar la recogida de basuras, la externalización de Madrid Salud o el intento de cambiar el Reglamento del Pleno.

La mejora de la limpieza es otra de sus asignaturas pendientes, así como la mejora de las actividades culturales, que siguen estancadas, tras asumir la alcaldesa la responsabilidad de éste área. La oposición ha criticado el recorte de 116 millones en servicios sociales, igualdad y prevención de la violencia. De las 4.000 viviendas sociales que se comprometieron a construir en 2016, sólo se hicieron 19, y en 2017, 796. Peor ha sido el incumplimiento de la promesa de crear siete nuevos centros deportivos municipales: no se ha hecho ninguno.

Otro de los asuntos no resueltos ha sido el de la venta ambulante ilegal, que se ha extendido por todo el centro. Pero una de las acciones más importantes ha sido la política de circulación, basada en una cruzada contra el tráfico privado y una idea finalista: el cierre del centro de la ciudad, que en buena parte se verá consumado cuando entre en vigor el Plan de Calidad del Aire y la extensión del Área de Prioridad Residencial a todo el casco antiguo. Otra de las medidas fue cerrar a la circulación un tramo de la calle de Galileo. Pero la gran ocurrencia, en este caso sobre los peatones, fue prohibir la doble circulación de transeúntes en navidades por las calles de Preciados y Carmen.

El incumplimiento del techo de gasto ha llevado al consistorio a enfrentarse con Hacienda, que llegó a intervenir las cuentas. Dos de los tres presupuestos de la era Carmena tuvieron que ser prorrogados por falta de apoyos.

En estos casi tres años de gobierno no ha sido capaz de presentar un proyecto de futuro. Madrid Nuevo Norte, antigua «operación Chamartín», está prácticamente en vía muerta. De la «operación Campamento» no se ha vuelto a hablar. Tampoco conocemos cual es el modelo de infraestructuras, sobre todo viarias, ni la oferta cultural, el plan de rehabilitaciones del patrimonio histórico-artístico o en torno a las zonas verdes.

Parece que a estas alturas, el gobierno de Carmena tiene todo el «pescado vendido». Pero, en los mil y un días de su gestión, lo que más han vendido ha sido morralla. La gestión diaria se ha visto mediatizada por las guerras internas. Discrepancias entre los concejales de Podemos y Ganemos que han puesto a la alcaldesa al borde del abandono. Varios de los ediles le han planteado situaciones delicadas como Sánchez Mato, Barbero y sus relaciones con la Policía Municipal, Rommy Arce, Garcerán, Mayer y, en algún momento, hasta la propia Rita Maestre.