Policía

Juan, el policía de Vicálvaro que murió por defender a una pareja de un toxicómano

El agente, fuera de servicio, intervino en un bar donde tomaba una copa para evitar una agresión. Minutos después fue degollado por la espalda

Los asiduos al bar Luis aseguran que no era un garito conflictivo, pero es el único que está abierto hasta las 3:00 y por eso se junta gente del barrio de todo tipo
Los asiduos al bar Luis aseguran que no era un garito conflictivo, pero es el único que está abierto hasta las 3:00 y por eso se junta gente del barrio de todo tipolarazon

El agente, fuera de servicio, intervino en un bar donde tomaba una copa para evitar una agresión. Minutos después fue degollado por la espalda.

Juan era muy conocido en el barrio y todo el mundo sabía que era policía municipal. Era de la promoción 36 y trabajaba realizando tareas burocráticas en la Unidad Integral de Distrito (UID) de Ciudad Lineal, pero vivía en Vicálvaro con su madre y una de sus hermanas menores. Estaba soltero y no tenía hijos. Su familia, ayer, estaba destrozada. Sus hermanas, después de mucho tiempo sin verse habían decidido irse juntas de vacaciones este verano y apenas llevaban unos días en Barcelona, cuando ayer recibieron la triste noticia. Regresaron de vuelta a la capital para acompañar a su madre en el Anatómico Forense, donde se encontraba ya el cuerpo de su hermano e hijo Juan Ballesteros, de 47 años. Cuando el juzgado dé la autorización, pensaban enterrarle en Coslada, según fuentes cercanas a la familia. A muchos les resultaba ayer irónico en este barrio algo conflictivo de Vicálvaro que Juan perdiera la vida de esa manera cuando hace unos meses realizó una hazaña que debía haber sido digna de algún reconocimiento por parte de los mandos policiales. Nunca le dieron la enhorabuena ni le agradecieron nada. Sí lo hicieron, claro está, las víctimas del robo con violencia que frustró. Ocurrió en un establecimiento hostelero cercano al bar El Valle, en la calle Villalmanzo, de donde era asiduo parroquiano y donde ayer lloraban su muerte. Lo que ocurrió aquel día fue que unos ex toxicómanos del barrio se disponían a atracarlo y Juan, junto con otro vecino del barrio, se puso en medio y forcejeó con los delincuentes para evitarlo. Lo consiguió pero le costó un par de perdigonazos en la cabeza, igual que a este vecino. Ambos posaban, «orgullosos» de estas «heridas de guerra», mostrando sus calvas a la cámara, donde se veía las hendiduras provocadas por la munición del arma de fuego. Todo quedó en eso y hasta se echaron unas risas. Pero ayer, las cosas se torcieron no muy lejos de ese lugar. Fue en el bar Luis, un garito de ambiente latino, regentado por un colombiano treintañero (Luis), que tiene licencia de cierre hasta las 3:00 horas. La madre del propietario tiene fama por haber traficado con estupefacientes y todo el barrio la conoce por eso, pero el chaval, al parecer, no movía nada de eso en su local. «Me hace gracia que a la gente le parezca raro que estuvieran ahí tomando algo. Si es que es el único sitio que hay en el barrio para tomar algo más allá de la una. Hay otro pero es peor todavía. ¿Dónde quieren que vayamos?», explicaba ayer un amigo del fallecido.

Juan había trabajado esa tarde y, al terminar, fue a ver el partido de la Supercopa del Real Madrid contra el Manchester United. Pasaban la 1:30 horas de la madrugada cuando Juan se encontraba allí tomando una copa con unos amigos. Había más gente en el bar y, entre ellos, un grupete de ex toxicómanos con mala fama en el barrio. Al parecer hay bastantes en esta zona, y todos pasan los 40 años. «Es una herencia del poblado chabolista que hubo aquí tantos años. Todos esos bloques son del Ivima y hay gente así», explica el amigo del fallecido. El después autor material del homicidio ya la había estado liando por la tarde en un bar cercano. «Se quitó la camiseta y estaba lleno de tatuajes. Iba muy borracho o puesto de todo», asegura un testigo. En el bar de Luis siguió «liándola con unos botellines» y, según un testigo, molestando a todo el bar pero sobre todo a una pareja que había allí. Juan, al parecer, les llamó la atención varias veces por las buenas, pero en un momento dado el agresor se fue al baño y sacó de una mochila un cuchillo de grandes dimensiones (llevaba al menos otros dos). A la que volvía del baño se acercó a Juan por detrás y le dio una puñalada en el cuello mortal de necesidad. Después huyó y Juan trató de levantarse como pudo. Bajó las escaleras del bar pero allí ya cayó desvanecido. Le pidió ayuda para taponar la herida a un hombre y le rompió su propia camiseta para ponérsela en la herida del cuello pero sangraba demasiado. Cuando los sanitarios del Samur llegaron al lugar, sólo pudieron certificar su muerte. También tenía una puñalada en el antebrazo. Fue el propio homicida –que tiró el cuchillo debajo de un coche y fue localizado por una patrulla de municipales (compañeros del fallecido)– quien regresó a su casa, en la calle Minerva y llamó al 112 para explicar lo sucedido. La Policía le detuvo allí mismo. Se trata de Manuel C. R., de 50 años y, al parecer, con problemas psiquiátricos y antecedentes por drogas.

Los representantes de todas las instituciones madrileñas y los sindicatos policiales lamentaron ayer la pérdida del agente en activo. Antonio Gómez Montejano, jefe de relaciones institucionales de la Policía Municipal explicó ayer que nunca había tenido ningún problema con ningún compañero. La alcaldesa en funciones, por su parte, Marta Higueras, acudió ayer a acompañar a la familia del fallecido en el velatorio.