Valdemoro
«Operación rescate» para un reloj centenario
Valdemoro quiere rescatar esta pieza de 1912 para exponerla como símbolo de la ciudad
Valdemoro quiere rescatar esta pieza de 1912 para exponerla como símbolo de la ciudad
«Limpiar, trasladar y exponer la maquinaria del reloj que durante 85 años le dio cuerda a esta villa», ésa es la intención del Ayuntamiento de Valdemoro. Este sólido instrumento de cuerdas metálicas, ubicado en la torre de la plaza de la Constitución, data del año 1912, fecha que lo convierte en el más antiguo de los relojes públicos de este municipio. Así el Consistorio de este territorio tiene claro su propósito: rescatar este ejemplo del patrimonio inmueble que atesora Valdemoro y acercarlo a sus vecinos.
Actualmente, la hora de este municipio la dicta un exacto reloj digitalizado, pero sólo las «ruedas imperiales», las poleas, los martillos y las pesas de su anterior reloj pueden relatar los minutos hechos años que recorrieron sus agujas en lo que fue el inicio y fin de casi una centuria.
El concejo ya ha llevado su propuesta a la Dirección General de Patrimonio Cultural para que financie una exhibición en la que «se podría integrar la maquinaria como parte de un conjunto que contextualizara la evolución histórica de este distrito», sugerían desde el Ayuntamiento, entre otras ideas que barajan. En definitiva, dar visibilidad a lo que en su opinión es un «gran símbolo de Valdemoro» que se encuentra completamente ignorado, deteriorándose en una torre en la que ya no cumple ninguna función.
En otros tiempos, en torno al siglo XVII, el edificio del Consistorio fue un pósito, una institución dedicada al almacenamiento del grano para cubrir las necesidades de los labradores pobres. Dos terceras partes de la cosecha se donaban y el resto se repartía entre los agricultores que trabajaban para que lo sembraran y lo devolvieran y empezara de nuevo el ciclo. Por aquel entonces se construyó la torre del inmueble para acoger el reloj, hasta ese momento ubicado en la iglesia parroquial, y que, al derribarse el lugar donde se alojaba, obligó al concejo a buscar una solución para que los lugareños de Valdemoro no se quedaran sin saber la hora. Finalmente y antes de la compra por parte del Ayuntamiento del edificio, pues se llevó a cabo ocho años después, se acordó la adquisición de la nueva maquinaria en un contrato firmado a tres partes por el relojero, Don Lorenzo Redondo y Bonilla, el que fuera el alcalde en funciones, Casimiro Romero, y otro representante del municipio. A fecha 10 de noviembre de 1912 llegan los accesorios y el cuerpo de un reloj de torre con cuatro esferas, una para cada lado de la torre. Desde ese instante, la que fuera nueva maquinaria, ahora centenaria, midió incansable el paso del tiempo, con algunas reparaciones de por medio. Vio desde una altura de más de 20 metros cómo se transformaba el Consistorio y la plaza, a sus pies. Fue testigo de cómo sus soportales y galerías, que reunían grandes aglomeraciones de vecinos cada vez que se celebraban las Fiestas Barrocas, se engalanaban de épocas ya pasadas de un Valdemoro para él desconocido.
El ritmo que marcó esas fiestas se ha parado, pero no lo ha hecho el deseo del Consistorio por reconocer su valor. Quieren «rescatar su reloj centenario de la habitación en la que está escondido», a merced de los depósitos de cigüeñas, y traerlo a sus gentes para que narre todas las historias que presenció cuando era el rey de la torre. Además, argumentan, «no es una petición inusual, ya que otros ayuntamientos lo han hecho».
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