Arganzuela

Pisos vacíos, propiedad de los bancos, reconvertidos en narcosalas

Uno de estos pisos ocupados, en la calle Voluntarios Macabebes
Uno de estos pisos ocupados, en la calle Voluntarios Macabebeslarazon

La mayoría de los indigentes y drogodependientes del barrio de Legazpi lo saben, y no pocos los usan. En esa zona del distrito de Arganzuela, desde hace alrededor de un año, existe una serie de pisos en los que se puede dormir, ir al baño, drogarse y ducharse a cambio sólo de unas monedas. Hace tiempo que ocurre y los vecinos lo han denunciado en muchas ocasiones. Sin embargo, en los últimos meses se está produciendo un fenómeno algo más significativo y que está generando todo tipo de suspicacias: los drogodependientes se cuelan en los pisos que, tras el correspondiente desahucio, han quedado como propiedad de un banco. Lo hacen a los pocos días de que el desalojo se haya producido y con la llave del portal en la mano para no tener que forzar el acceso. «En ocasiones hasta con la llave del piso», denuncia una vecina.

En la calle Voluntarios Macabebes 4, por ejemplo, el piso fue ocupado durante la pasada Semana Santa. Llegó una pareja y, sin forzar las cerraduras, se instaló en un piso en el que, además, según la versión de los vecinos, disponen de agua corriente (porque es general y para cortársela tendrían que quedarse sin agua en toda la comunidad) y de luz, porque el propietario del piso no la ha dado de baja en este tiempo. Ese propietario es, según la versión de los vecinos, Bankia. «El banco procedió al desahucio hace un año y se quedó unos meses vacío. Una pareja vive constantemente allí y hasta llegaron a poner sus nombres en el buzón», cuenta una de las vecinas, a la que llamaremos María para mantener su identidad en secreto. «Siempre está entrando gente desconocida y enferma, hay cucarachas a menudo, se pelean entre ellos, gritan sin parar y provocan todo tipo de molestias», protesta. María asegura que «ya se lo hemos hecho saber al banco, a la Junta de Distrito y a la Policía, pero por ahora nadie ha tomado cartas en el asunto. Lo único que sé es que sigue entrando gente con aspecto de drogodependientes. A menudo se reúnen en el parque de la calle Guillermo de Osma y luego se acuestan aquí. Yo creo que se alquilan los colchones para dormir y luego ducharse».

Las sospechas de esta vecina las confirma un indigente que se encuentra a apenas a cien metros de su casa y reconoce que «he dormido y me he colocado allí. Me pidieron cinco euros». Esa tarifa, según explica, incluía la posibilidad de drogarse, dormir en un colchón y darse una ducha. «También viene gente de la plaza Elíptica y de otros barrios», explica sobre este problema. «Aquí lo sabe todo el mundo y si conoces a los que están en los pisos y no das problemas te dejan estar».

María insinúa que «es sospechoso que se hayan metido en ese piso, que es de un banco, y no en el piso de arriba, que también está vacío pero es propiedad de un particular. ¿Por qué en pisos de bancos?, ¿por qué con las llaves en la mano y a los pocos días?», se pregunta. Ella misma se responde que «al no ser de un particular pueden quedarse más tiempo».

Otros pisos para drogarse

Sea como fuere, ésta no es la única vivienda con problemas similares en la zona. En el paseo de las Delicias 144 también han ocupado un piso en el que, además, se están produciendo filtraciones de agua que afectan a los vecinos de los domicilios de abajo. «El propietario ha denunciado, pero la situación no se arregla y mientras tanto allí se cuela gente», asegura Nita, la presidenta de la Asociación de Vecinos Nudo Sur.

«Si fueran gente trabajadora y honrada a quienes la vida los ha llevado a una situación dramática, pues los ayudaríamos; pero es que todo son gritos, peleas, suciedad y falta de seguridad ¡y así no hay forma!», protesta indignada. «En este caso ya está denunciado y esperamos que alguien pueda tomar medidas y ofrecer soluciones, pero por ahora todo sigue igual. No sentimos apoyo y, además, si consigues sacarles de una vivienda se meten en la de al lado», dice Nita.

En las calles Guillermo de Osma y Miguel Gondoa, ambas en el mismo barrio de Legazpi, hay «otras casas como éstas», dice María. Todas ellas cumplen las mismas características que las primeras: son de bancos, entran con las llaves del portal y entre el desahucio y la ocupación apenas pasa tiempo. El hecho de que los pisos sean propiedad de los bancos retrasa el proceso de expulsión de los mismos. La presidenta de la Asociación de Vecinos tiene dos teorías al respecto: «O bien alguien consigue esa información, lo organiza y cobra un dinero por meterlos en estos pisos; o bien se enteran en el barrio de qué casas de bancos han quedado libres y los desahuciados les venden una copia de las llaves para que se metan».

Uno de los miedos que con más frecuencia exponen los vecinos es qué pasará cuando llegue el invierno. «Es probable que en los próximos meses les corten la luz (los que tienen) y entonces harán empalmes y enchufarán todo tipo de aparatos para calentarse en unas viviendas que ya de por sí están llenas de suciedad. Eso es una bomba de relojería», advierten. De hecho, una de ellas logró convencer a un grupo de estos «okupas» para que limpiaran el piso y «al abrir la puerta y enseñármelo pude ver un panorama inmundo de colchones, basura, comida y todo tipo de trastos». Así que, cuando llegué el frío, todos temen lo que pueda suceder en estas viviendas.