Lotería de navidad

Lotería de Navidad

Ir a por un tornillo y llevarse un pellizco

Isabel Parra se enteró de que les había tocado el segundo premio mientras «visitaba» a su padre por su cumpleaños en el cementerio. Ella y sus cinco hermanos venden décimos en la ferretería por él

Los dueños de la ferretería "Los Mellizos" se abrazan con los vecinos agraciados con el segundo premio. Foto: Gonzalo Pérez
Los dueños de la ferretería "Los Mellizos" se abrazan con los vecinos agraciados con el segundo premio. Foto: Gonzalo Pérezlarazon

Unos bafles, gente bailando y bebiendo. Imposible ir a San Lorenzo de El Escorial y no saber dónde la suerte ha dejado un buen pellizco del segundo premio: 10989. Había más jaleo en la calle que en los bares. Hasta la Guardia Civil se paraba para dar la enhorabuena a los vecinos. Horas antes, Isabel Parra se había ido al cementerio con su madre para «visitar» a su difunto padre. Ayer era el cumpleaños de su progenitor, hace dos años y siete meses que se fue. «Nos hemos enterado al ver a mis sobrinos gritando que nos había tocado la lotería, hemos llorado y nos hemos abrazado a la sepultura de mi padre». Isabel, emocionada, nos cuenta que «a su padre le hubiera encantado vivir este momento. Nosotros compramos y vendemos lotería en la ferretería Los mellizos por él. Hemos vendido 200 décimos». Rogelio, uno de sus cinco hermanos y uno de los «mellizos», nos explica que no suelen repetir número, pero «siempre intentamos que la terminación acabe en 9».

«No me jubilo»

No sabe o prefiere no decirnos cuántos décimos se quedó él, pero tiene una cosa clara, «no me jubilo. Mañana (hoy para el lector) vengo aquí a las 09:00». Viendo quizá algo de duda en nuestro rostro nos anima a volver, «la ferretería lleva abierta desde 1981, y hoy también».

«Hemos repartido 25 millones de euros, gente que vino a por un tornillo y se ha llevado un décimo ganador. Me quedo con eso, muchas personas lo necesitaban». Nos quedamos un rato hablando con él. Y nos explica que «hace un par de días vino una mujer que vive de alquiler. Compró algo y le ofrecí el décimo y me dijo que hasta que no cobrara la pensión no lo podría pagar. Se lo guardé». «Mi padre es el artífice de todo esto. Le gustaba jugar y repartir la lotería, siempre nos contaba que su sueño era repartir suerte. Y se ha hecho realidad».

Preguntamos a Rogelio dónde estaba cuando se enteró del segundo premio. Nos muestra los cristales: «Mira lo limpios que están. Justo me enteré de que nos había tocado la lotería mientras estaba limpiando los cristales y quitando el polvo. Es Navidad y la ferretería tiene que estar limpia, y, mira, al final hay muchos vecinos que se han llevado un buen pellizco». Nos llama la atención lo aparentemente tranquilo que se le ve, comparado con el resto de vecinos. «Estoy contento porque me ha tocado la Lotería, pero para mí el dinero no lo es todo en la vida. Lo importante es la salud y me da miedo que el dinero pueda traer problemas. Quiero disfrutar con mi mujer e hijos. Solo quiero que seamos felices». Dejamos que la fiesta continúe y nos encontramos justo en la calle de atrás con Rocío. A ella la suerte se la trajo su padre. «Le ha tocado un décimo y, bueno, lo suyo es mío, algo bueno tiene que tener ser hija única», dice sonriente. «Me he enterado cuando ha venido a casa mi padre, que es Guardia Civil. Yo, la verdad, estaba en el sofá de resaca navideña. Le quiero más que a las pesetas. Se merece prejubilarse y si da para la entrada de mi piso...». Tras bailar, hablar por teléfono y abrazarse con medio pueblo, nos dice: «Fíjate, ayer cenando jamón del malo y hoy celebrando la lotería». A su lado estaba Clara, la dueña de la administración y su amiga. «Hemos repartido 300 décimos del segundo premio (200 a la ferretería). Lo que más ilusión me ha hecho es que le haya tocado a Rocío porque es una trabajadora nata». Al rato nos encontramos con Juana, la madre de la lotera. Está muy emocionada. «Mi padre, Aurelio, fue el que abrió la administración. Su sueño era dar un premio. Y ahora seguro que lo está celebrando esté donde esté». La dejamos abrazándose con Javier, «un empleado y el alma de la administración».

La suerte quiso que gran parte del segundo premio fuera a parar a la Comunidad de Madrid: 104 series cayeron en la capital y 30 en San Lorenzo de El Escorial, así como otras 30 en Fuente del Maestre (Badajoz), y después hubo algún que otro pellizco en Montgat, Coria, Sort, Fonsagrada, Málaga y Vigo.