Medio Ambiente
“Cazar” el CO₂ del aire para usarlo como materia prima
El enemigo a batir en la lucha contra el cambio climático, el dióxido de carbono, se puede transformar en un aliado para frenar el calentamiento global. Ya puede capturarse y convertirse en un recurso con el que elaborar combustibles sintéticos y otros productos
Como refrigerante o combustible, para fabricar bebidas carbonatadas, para el cultivo de microalgas, para descafeinar el café, para obtener aceites y esencias destinadas a la cosmética o la farmacia… El dióxido de carbono puede servir para esto y mucho más. Ahora es posible “cazarlo” para darle una segunda vida.
A diferencia de otros productos que se reciclan de forma habitual como, por ejemplo, las botellas de plástico o los neumáticos (con los que luego se pueden fabricar desde chanclas a juguetes de parques infantiles), reutilizar el CO₂ tiene una ventaja añadida. Y es que, atrapar lo que ya hemos emitido puede ser una herramienta para frenar el calentamiento global. De hecho, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas considera que las tecnologías conocidas como CCUS (siglas en inglés de captura, almacenamiento y uso de carbono) serán fundamentales para lograr la neutralidad de carbono. Tan necesario será dejar de emitir CO₂, afirma este grupo de expertos, como capturar lo que ya está concentrado en la atmósfera. Para esto último, además de contar con soluciones naturales como incrementar la superficie forestal del planeta y cuidar los océanos (los árboles y mares absorben de forma natural el CO₂), debemos apostar por los desarrollos tecnológicos ya mencionados.
¿Cómo funcionan estas tecnologías?
Las tecnologías CCUS básicamente consisten en separar el CO₂ del resto de gases en el lugar donde se genera a través de un proceso químico. Después se purifica y se comprime hasta estado líquido y se transporta hasta su destino. En este punto hay dos opciones: almacenarlo de forma segura o reintroducirlo en la cadena de producción como materia prima.
Para almacenarlo se pueden utilizar formaciones geológicas a gran profundidad, aprovechando antiguos yacimientos de petróleo y de gas ya agotados o formaciones salinas. En este sentido, la Agencia Internacional de la Energía (AEI), en su informe ‘CCUS in clean energy transitions’, estima que en el año 2050 se deberán capturar y almacenar de forma segura más de dos gigatoneladas de CO₂ al año. Eso supone multiplicar por más de 100 veces la capacidad global de captura y almacenamiento actual a lo largo de las tres próximas décadas.
De residuo a recurso
Utilizado como recurso, el dióxido de carbono tiene muchas aplicaciones, como su uso en síntesis de polímeros, que permiten fabricar espumas para asientos o colchones, adhesivos o films plásticos. Otra posibilidad es producir materiales de construcción menos contaminantes.
Para hacerse una idea, la fabricación del acero y el hormigón representan por sí solos el 15% del CO₂ emitido por el hombre. Solidia Technologies, apoyada por el fondo de inversión de la iniciativa Oil and Gas Climate Initiative (OGCI), que agrupa a 12 grandes del sector energético, ha desarrollado un sistema para producir hormigón de bajas emisiones que utiliza dióxido de carbono en lugar de agua. Este método reduce las emisiones de gases de efecto invernadero en entre un 30 y un 40% durante la producción, según sus datos. «Las tecnologías CCUS van a ser importantes para el sector energético, pero también para sectores industriales que tienen procesos de muy alta temperatura, como los del acero o el cemento. En estos, el CO₂ va a ser muy difícil de abatir con las tecnologías de que disponemos hoy, así que van a necesitar sí o sí estas tecnologías para lograr ser cero emisiones netas», explica Antonio López, Gerente Senior de Transición Energética y Cambio Climático de Repsol.
También se pueden fabricar biocombustibles con este gas. Repsol construirá en Bilbao, una de las mayores plantas del mundo para producir combustibles sintéticos a partir de CO₂ capturado. Aquí se “secuestra el propio CO₂ que se genera en los procesos industriales de nuestra refinería de Bilbao antes de ser expulsado al exterior para, posteriormente, utilizarlo como materia prima para la fabricación de combustibles sintéticos”, detalla López. De esta forma, la refinería se transformará en un gran centro de fabricación de biocombustible para el transporte, hecho a partir de CO₂ capturado e hidrógeno renovable. Este último se consigue a partir de la electrólisis del agua, es decir, aplicando una corriente eléctrica que separa las moléculas de hidrógeno y oxígeno que contiene. Todo el proceso estará libre de emisiones porque la electricidad utilizada va a provenir de fuentes de generación renovables.
Las posibilidades que ofrece el CO₂ como materia prima parecen infinitas. Retirarlo de la atmósfera y reutilizarlo se ha convertido en algo tan necesario para alcanzar el objetivo del Acuerdo de París como dejar de emitir dióxido de carbono. Las tecnologías CCUS han entrado a formar parte del catálogo de soluciones para combatir el cambio climático. Pero es que, además, ofrecen nuevas oportunidades para la economía circular y pueden contribuir a descarbonizar sectores tan importantes como el del transporte, la energía eléctrica o la construcción.
✕
Accede a tu cuenta para comentar