Coronavirus

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Hablemos de lealtades (y de responsabilidad)

“Madrid ha sido un ejemplo de ejecución de medidas desde los primeros indicios de la crisis”

IFEMA
Entrada al hospital de campaña de Ifema, levantado en 18 horasChema MoyaEFE

El Gobierno de España y sus apoyos mediáticos machacan insistentemente con la consigna de la lealtad al Gobierno en estos tiempos de crisis y de unidad de todos. No estoy en contra, de hecho, reclamo la misma lealtad al Gobierno de Sánchez que al de Ayuso.

Es curioso como desde una parte de la izquierda política y mediática, nerviosa y descolocada, se interpreta el ejercicio de responsabilidad de la presidenta Ayuso como una deslealtad. Lo que no se le puede pedir a la presidenta es dejación de funciones.

La Comunidad de Madrid ha sido un ejemplo de determinación y ejecución de medidas desde los primeros indicios de esta crisis. Mientras se nos decía que el coronavirus no podía ser la excusa para salir a manifestarse, ir a partidos de futbol u organizar mítines, la presidenta Ayuso ya había creado un Comité de Expertos (enero), creado la línea telefónica específica (febrero), restringido el acceso a centros de mayores y hospitalarias o iniciado la búsqueda de materiales sanitarios.

Y si había que tomar medidas excepcionales, como restringir centros de mayores o suspender las clases en todo el sistema educativo mientras otros dudaban, se hace, y si la compra centralizada impuesta por el Gobierno de España no funciona, se dice, como por cierto lo dijeron instituciones de diverso color político días después de que Madrid lo avisara. Y si Ayuso tiene que alzar la voz para reclamar al Gobierno de España lo que el Gobierno se ha comprometido a enviar, la mayoría de madrileños estaremos detrás suyo. Eso no es ser desleal con el Gobierno de Sánchez, es ser responsable con los madrileños, especialmente con quienes sufren el virus y con los profesionales que se están dejando la piel (y algo más) en luchar contra él.

Pero esa acusación de deslealtad a Madrid, se enfoca en un segundo escalón contra el Partido Popular. Y creo honestamente que es una acusación falsa e injusta. Parece más una acusación preventiva de quien tiene “pecados” que expiar, que una acusación fundamentada en datos objetivos. Han pasado dos meses y ahí seguimos, apoyando las medidas del Gobierno de España. Aunque lleguen tarde, aunque sean incompletas. Pero, personalmente pido una cosa: no nos lo pongan difícil.

El discurso de lealtad de PSOE, PODEMOS y MÁS MADRID no vale si sus partidos se dedican a cuestionar, cuando no poner palos en la rueda, cada decisión de la Comunidad de Madrid.

Y los discursos de unidad de la izquierda no sirven, si sus cargos intermedios (los jefes no, ellos no se manchan) se dedican a hacer de altavoz de bulos, fakenews y acusaciones infundadas, mientras todo Madrid está volcado en salvar vidas.

No se puede pedir por la mañana lealtad y unidad y por la tarde, desde cuentas oficiales del Partido Socialista de Madrid acusar directamente a la presidenta Ayuso de 1.000 muertes.

Y tampoco es muy creíble que determinados medios y periodistas dediquen la mitad de su tiempo a pedir apoyo y lealtad a Sánchez e Iglesias, y la otra mitad a mentir descaradamente sobre la gestión sanitaria de la Comunidad de Madrid en un momento tan sensible. Lamentablemente hay gente que no tiene otra cosa más que hacer que acusar a Ayuso de mantener UCIS cerradas, de ser una inhumana con el sufrimiento o cuestionar que solucione personalmente problemas que la gente le plantea por twitter. Pero cada vez que la Administración se para para desmontar o explicar el enésimo bulo, es tiempo que no dedica a lo importante.

Lealtad por ejemplo es tener informados a los grupos de la oposición como hace Ayuso (y los consejeros más involucrados), llamándolos o reuniéndolos y contestando con celeridad cada duda o cuestión que le plantean por teléfono, mensaje o carta. Si eso lo comparamos con otras CCAA o Gobierno de España, algunas diferencias son bochornosas.

En el Partido Popular sabemos lo que es lealtad y lo que no lo es porque tenemos memoria. Y fue todo menos lealtad, lo que vivió el Gobierno de Rajoy y el de la Comunidad de Madrid en 2014 cuando se descubrió uno, repito un caso de contagio de ébola que finalmente se curó. Si uno repasa aquellos días de octubre de 2014, tanto políticos como opinadores que hoy cuestionan la lealtad del Partido Popular se les debería caer la cara de vergüenza. Se pedían dimisiones, se exigían responsabilidades, se hacían acusaciones inhumanas y desprecios hacia cargos públicos, se organizaban manifestaciones y se cercaban las sedes del PP. Y todo ello protagonizado por una parte de quienes hoy se sientan en el Consejo de Ministros y apoyado por la otra parte. Mención especial tiene la hemeroteca para el actual Presidente del Gobierno, entonces líder de la oposición. No estaría de más, que la próxima vez que comparezca Sánchez, antes de pedir lealtad y unidad a partidos y gobierno autonómicos dijera algo así como: “Lo siento mucho, me equivoqué. Les pido que no actúen como hice yo hace 6 años”.

Por cierto, ¿he dicho que fue un solo caso de ébola? Quizá hubo otro, que también sirvió para organizar manifestaciones y acusaciones, un perro, un pobre perro que tuvo que ser sacrificado por riesgo de contagio, Excalibur.

Con este ejercicio de memoria, ¿se imaginan lo que estaría pasando en España, en nuestras calles si en La Moncloa se sentara Pablo Casado? ¿Si Ayuso anunciara la compra de test rápidos y se supiera que fallan más que una escopeta de feria? ¿Qué imágenes que hoy no vemos estarían poniendo algunas cadenas mañana, tarde y noche? ¿Qué diría esa izquierda que se llena la boca hablando de derechos humanos si, como acaba de hacer el Gobierno -y no discuto que sea una medida necesaria- usara la geolocalización de nuestros móviles? ¿o si un mando de la Policía reconoce que se les dio la instrucción de buscar mascarillas y material sanitario dos meses antes de que el Gobierno trasladara a la sociedad la gravedad del virus? Exacto. Esa respuesta refleja el extraordinario ejemplo de lealtad que está demostrando, no sólo el Partido Popular y las instituciones donde gobierna, sino el de una sociedad, la española, que está arrimando el hombro: lo público y lo privado -sí lo privado-, desde los médicos con jornadas interminables hasta el bar de carretera que cierra pero deja un puesto de autoservicio gratis para los camioneros que transportan material.

Y desde Madrid seguiremos siendo leales, pero también responsables. Porque desde la lealtad a España nuestra obligación es responsabilizarnos de Madrid, porque esa ha sido siempre la mejor manera de ser solidarios con el resto y cuanto antes lo pasemos, antes podremos seguir ayudando a otras Comunidades para que nuestro país siga avanzando y mirando al futuro con optimismo.