Sucesión
El equipo de Ayuso rehúye agitar el debate por el liderazgo del PP de Madrid: “Ahora no toca”
El alcalde de la capital y la presidenta regional niegan desavenencias entre ellos y subrayan la sintonía política y personal entre ambos: «Hablan casi a diario, a veces quedan»
Ni siquiera los críticos más acérrimos del Partido Popular se atreven a día de hoy a negar que José Luis Martínez-Almeida e Isabel Díaz Ayuso son los dos protagonistas políticos del año en la Comunidad de Madrid. Con estilos opuestos, es verdad, pero un camino y unas dificultades comunes. Ambos elegidos en enero de 2019 para liderar las candidaturas de los de Pablo Casado al Ayuntamiento de la capital y al Gobierno regional en los comicios de mayo de ese año. Ambos puestos en duda incluso dentro de las propias filas populares respecto a sus posibilidades electorales. Y ambos convertidos ahora en dos de los rostros con más tirón del centro derecha español.
Con el añadido de rebasar, también ambos, el perímetro madrileño en lo que tiene que ver con su trascendencia pública. El alcalde recibió el encargo de ser el portavoz popular a nivel nacional, mientras que la presidenta, por su parte, ha sabido tejer un discurso propio tanto a nivel madrileño –con medidas creativas en materias como la fiscal, la sanitaria y la educativa–, como en el contexto español, a partir de su oposición a Pedro Sánchez y a sus socios de Gobierno –Podemos– y de legislatura –los grupos independentistas, nacionalistas y abertzales–.
En un horizonte más o menos lejano –especialmente en política, en donde un año es una eternidad–, ambos están llamados a ponerse de acuerdo en una cuestión relevante: el liderazgo del PP de Madrid. La formación ahora está dirigida por Pío García Escudero y Ana Camins a través de un equipo que, aunque lo parezca, no es un gestora, y por ello podrá extender su mandato más allá de unos meses. Sin embargo, en 2022, según los planes de Génova, tocará renovar la dirección. Y todas las miradas estarán puestas entonces en Díaz Ayuso. En su equipo más cercano, sin embargo, aseguran que «ahora no toca hablar del tema cuando queda más de un año. No tiene sentido porque la presidenta dedica todo su tiempo a la gestión de los problemas de la pandemia sanitaria, económica y social».
Pese al debate agitado en las últimas semanas en torno al futuro liderazgo del partido, desde el entorno de ambos insisten en que la relación entre Ayuso y Almeida es excepcional: «Tienen una gran sintonía en lo político y en lo personal, hablan casi a diario e incluso quedan de vez cuando». La coordinación entre ambos líderes tiene su continuidad entre los equipos de Cibeles y Sol.
Al margen de ese futuro, toca pensar en 2021 –con el proceso de vacunación y la ansiada reactivación económica en mente–, con los mimbres del balance que nos deja 2020. Y a ese escenario, Ayuso llegará con el objetivo prioritario de sacar adelante sus primeros presupuestos. Para ello, tal y como adelantó LA RAZÓN, tratará de negociar las cuentas con Vox antes de aprobarlas en Consejo de Gobierno. Con esa maniobra, busca tener la certidumbre de que la bancada de Rocío Monasterio no se descuelgue en el trámite parlamentario con nuevas exigencias que amenacen unas cuentas necesarias.
Con los focos sobre su figura, Ayuso no espera que las exacerbadas críticas de la oposición se relajen en el nuevo año. Los ataques de Podemos y Más Madrid contra la presidenta han convertido la Asamblea cada jueves en una trinchera, bronca y poco edificante. Y Ayuso seguirá defendiendo dar la batalla cultural a la izquierda: «No voy a pedirles permiso para pensar distinto a ustedes». Porque no rehúye el debate aunque en más de una refriega, quizá, haya echado de menos tener una oposición como la de Almeida en Cibeles, con la que, al menos, fue posible alumbrar los Pactos de la Villa en el peor momento de la pandemia.
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