Faltan ocho días

En el búnker donde se custodian los exámenes de Selectividad

Seis salas secretas, una por cada universidad pública, guardan las pruebas de este año. La cadena de custodia de los cuestionarios hace imposible su filtración.

El búnker de la Universidad Complutense en el que se custodian los exámenes de EVAU
El búnker de la Universidad Complutense en el que se custodian los exámenes de EVAU©Gonzalo Pérez MataLa Razón

¿Qué estudiante no ha soñado con poder ver las preguntas de un examen al menos un día antes de hacerlo? Y más cuando se trata de la prueba de acceso a la universidad que determina el futuro de miles de jóvenes. Las de la Evau 2021, a la que se presentan más de 40.000 alumnos madrileños este año, ya están listas. ¿Puede dar alguna pista de las preguntas?, interpelamos a Rosa de la Fuente, la presidenta de la Comisión Organizadora de la Evau o selectividad, como algunos prefieren seguir llamándola, además de vicerrectora de Estudiantes de la Universidad Complutense. «No sé ninguna. Me tapo los ojos cuando cae en mis manos un repertorio de examen», dice. Pero da un par de consejos: «que los alumnos se revisen los modelos de examen de años anteriores. Más que preguntas, lo que se repiten son temáticas, aunque procuramos que no sean las mismas cuestiones», apunta Rosa de la Fuente.

Otro detalle importante a tener en cuenta de cara al examen que se celebrará en Madrid los días 7, 8, 9 y 10 de junio en convocatoria ordinaria: «Los correctores evalúan la madurez de la respuesta, no solamente los datos, sino cómo se argumenta y la capacidad de unir ideas y conocimientos». Además, este año será más «fácil» porque hay más optatividad a la hora de responder las preguntas como medida excepcional por la Covid-19. De momento, los repertorios de exámenes ya están listos y guardados en seis búnkeres, uno por cada universidad madrileña. El de la Complutense se encuentra en sótano «secreto» de uno de los edificios del complejo universitario al que no se accede con facilidad y que está custodiado permanentemente. Ricardo, la persona que vigila la sala repleta de sobres con los exámenes apilados en estanterías metálicas, avisa nada más entrar: «¡No se puede tocar nada!».

¿Pero quién se encarga de redactar los exámenes cada año?

Hay 24 comisiones que se ocupan de hacer los repertorios de exámenes, cada una de las cuales está compuesta por ocho personas entre las que hay representantes de las universidades madrileñas y de centros de bachillerato públicos. Estas comisiones de materia se reúnen tres veces al año «y todas las que sean necesarias para elaborar los exámenes», añade De la Fuente.

Durante el curso han ido publicando todos los modelos de examen de años anteriores en las webs de las universidades, aunque todos los años se espera a la orden del Ministerio de Educación y Formación Profesional para conocer las instrucciones específicas de la convocatoria. Este año, la orden se conoció en enero y en ella se especifica el contenido de la prueba, fechas máximas de realización, características y contenido para que cada comisión elija las preguntas que se ajusten a la normativa.

Con las instrucciones en la mano, «elaboran ocho exámenes distintos por materia y solo seis entran en un sorteo, pero sus miembros no saben cuáles. De esta manera, las personas que han redactado el examen desconocen exactamente cuál va a tocar», explica la vicerrectora de la Complutense.

Para extremar la seguridad y evitar filtraciones, una vez que se han redactado las preguntas de cada examen, no se utilizan métodos telemáticos para enviar los cuestionarios a la Comisión Organizadora de la prueba. Se entregan en mano a la presidenta, que es la que se encarga de hacer el sorteo y es la que elige qué examen se hace en cada convocatoria y la que envía a imprimir los repertorios. «Hay una cadena de custodia de la prueba que la hace segura y difícil de filtrar», añade la responsable de la Complutense.

Un total de 192 personas de las universidades madrileñas están implicadas en el proceso de elaboración de la prueba y ninguno de los miembros que participa en la redacción o corrección de los exámenes puede tener un hijo o familiar que se presente a ella.

En el búnker de cada universidad se imprimen más de un millón de páginas y se clasifican y guardan en sobre. «Las últimas personas que ven la prueba son de máxima confianza; nadie entra ni sale del búnker ni puede ver el contenido de los exámenes», añade. Solo en la Complutense se espera que se examinen este año unos 12.000 estudiantes, lo que implica que se hayan tenido que hacer 1.150.000 fotocopias para repartir entre los estudiantes que se examinarán en 27 sedes de 19 facultades de los diferentes campus de Moncloa y Somosaguas con los que cuenta la Universidad.

El trabajo de fotocopiado es complejo, teniendo en cuenta que algunos de los ejercicios tienen imágenes de mapas a todo color o requieren impresiones diferentes. A eso se añaden las adaptaciones curriculares del examen para alumnos con dificultades. Eso implica que el enunciado de las preguntas tenga un cuerpo más grande o un mayor interlineado, o que algunas palabras puedan ir destacadas en negrita para facilitar su lectura, aunque a estos alumnos incluso se les está permitido que un profesor les lea el enunciado de la pregunta.

El día de la prueba, a las 7:30 horas, se reparten a cada vicepresidente y vicesecretario del tribunal los exámenes de ese día. Ellos se encargan de llevarlos a los lugares donde van a realizar las pruebas y los reparten entre cada uno de los vocales responsables de aulas. Una vez terminados los exámenes, se reparten entre los correctores de forma anónima, con una etiqueta con código de barras de tal manera que quien lo está leyendo y puntuando no sabe a qué alumno pertenece cada prueba. Solo llevar a cabo la prueba de acceso a la universidad que arranca dentro de ocho días tiene un presupuesto para la Complutense de medio millón de euros, una cantidad que, según la vicerrectora, fue el doble el año pasado.

Universidades como la Complutense, sin embargo, esperan menos alumnos este año. Si bien el pasado hubo un 8% más que aprobó segundo de Bachillerato gracias a las «facilidades» que se dieron por la pandemia y, lo que provocó que más personas se presentasen a la Evau, este año les toca examinarse a los jóvenes del bachillerato Covid o «pandemials». De la Fuente cree que «son estudiantes que han sufrido durante dos cursos la pandemia. Son una generación preparada de manera diferente, con adaptaciones del currículo. Se ha ido a lo esencial, han tenido más dificultades porque unos han tenido clases presenciales, otros no... Ha habido menos conocimiento profundo y lo que saben lo tienen pillado con alfileres».

Un calendario que coincide con exámenes finales

Después de la excepción que representó el año pasado la celebración de la Evau, la comisión organizadora de la prueba hará los exámenes en convocatoria ordinaria entre el 7 y 10 de junio, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado, en que se retrasó a julio. Eso significa una vuelta al calendario ordinario. Eso sí, «se mantiene la celebración de las pruebas en un día más, con modelos de exámenes flexibles y con criterios de corrección similares a los de 2020», aseguran desde la Consejería de Universidades. De momento, se mantienen las medidas para proteger la salud que se llevaron a cabo el año pasado, aunque se da la circunstancia de que, esta vez, la prueba coincidirá con la celebración de los exámenes finales en algunas facultades. Sin embargo, «eso no representa un problema organizativo serio», aseguran desde la Consejería tras varias reuniones con las universidades. «En caso de que, llegado el momento, se necesiten mecanismos adicionales de protección debido a una evolución desfavorable de la Covid-19, la directora general de Universidades se encargaría de activar de inmediato la coordinación con otras consejerías y áreas de gestión, como Transportes o Seguridad y Emergencias», añaden.