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Los madrileños, más agresivos: se duplican las detenciones por resistencia a la autoridad

El número de detenciones por desobediencia o atentado se dobla con respecto a 2019. La rebeldía ante el uso de mascarilla y el aumento de botellones, principales causas

¿Somos los madrileños más agresivos ahora que antes de que el coronavirus irrumpiera en nuestras vidas? ¿Hay una causa-efecto entre el confinamiento y un presunto aumento de belicosidad por parte de los ciudadanos? Son preguntas que, quizás, corresponden más a sociólogos o incluso a psicológos. Pero lo cierto es que existe un dato innegable que apunta a esa tendencia: los delitos por atentado, resistencia y desobediencia a los agentes de autoridad se han incrementado en la ciudad de Madrid en los últimos dos años.

Así lo reflejan los datos correspondientes a las actuaciones de la Policía Municipal. En 2021, y hasta el pasado mes de agosto (último del que se disponen cifras), se contabilizaron 536 delitos en este concepto. Se confirma de este modo una inclinación ascendente. En 2019, la cifra se situaba en 230; el pasado año, con la población confinada desde mediados de marzo, se pasó a 368, lo que supuso un crecimiento notable: un 62%. Sin embargo, si comparamos la situación actual con hace dos años, el aumento es del 133%. Más del doble que en la época pre-covid.

Aún quedan más de dos meses para que finalice el año, pero lo cierto es que todo apunta a que la situación no se va a aplacar. Por un lado, es cierto que muchas de esas sanciones se produjeron en el contexto del estado de alarma, vigente hasta principios del pasado mayo. Como en otras ciudades y municipios españoles, las restricciones, marcadas siempre por la imposición de la mascarilla en los espacios públicos y cerrados, provocó un aumento de la resistencia a la autoridad, sobre todo por parte de ciudadanos que se negaban a acatar la normativa sanitaria. Se trata de una situación que tuvo su reflejo, por ejemplo, en el suburbano madrileño. El pasado mes de junio, Metro de Madrid registró una agresión, en este caso a un vigilante de seguridad que prestaba servicio en la estación de Metro de la Fortuna (Línea 11). La víctima fue empujada por las escaleras mecánicas, lo que le produjo una brecha en la cabeza y varias heridas en las piernas, obligando a su ingreso en el Hospital de Leganés. Una situación que ya se había producido en septiembre de 2020, después de que dos miembros del personal de seguridad del suburbano fueran agredidos, en las estaciones de Alameda de Osuna y Simancas, tras pedir a sendos viajeros que se colocaran las mascarillas.

Evolución de las detenciones en Madrid
Evolución de las detenciones en MadridTania Nieto

Botellones «duros»

Sin embargo, a día de hoy, la agresividad ya no se concentra tanto en la obligatoriedad de la mascarilla, sino en cierta «efervescencia» juvenil tras meses de confinamientos y restricciones severas. Como si se quisiera recuperar el tiempo perdido de un año en espacio de muy pocos meses. Hablamos del fenómeno del «botellón», y más concretamente, de los macrobotellones que se han venido produciendo en las últimas semanas en Ciudad Universitaria, Parque de Berlín y Parque del Oeste. Desde la Policía Municipal de Madrid ya habían percibido un ligero cambio de comportamiento de los asistentes. Habitualmente, a los agentes les bastaba con «pastorear» a la masa para disolver este tipo de concentraciones. Sin embargo, y sobre todo desde el pasado mes de septiembre, tras un verano tranquilo en este sentido, sí que han notado un aumento de resistencia, cuando no de agresividad, por parte de los jóvenes. Jóvenes, por otro lado, que cada vez lo son más: muchos de los asistentes son menores de edad.

Precisamente, el pasado fin de semana se registró el enfrentamiento más violento en lo que va de año entre policías y jóvenes, después del botellón que reunió a miles de personas en el Parque del Oeste y que acabó haciendo del entorno de Ferraz un campo de batalla: cuatro heridos por arma blanca, además de varios atendidos por traumatismos de diversa consideración. En todo caso, desde el Área de Seguridad y Emergencias del Consistorio ya han avanzado que estos botellones, convocados previamente por redes sociales, están siendo frecuentados, entre otros, por bandas latinas y menores extranjeros no acompañados que arrastran consigo un amplio historial delictivo. Las consecuencias no son solo físicas; también económicas: la última cita del Parque del Oeste ha provocado daños superiores a los 100.000 euros, tanto a nivel público como privado, después del destrozo de una estación de BiciMad y marquesinas, así como la rotura de varias lunas y ventanas de vehículos particulares.

Más agentes

La situación ha llevado a aumentar la presencia policial en las calles. En la medida de lo posible, ya que el Ayuntamiento cuenta con un tope de 5.600 agentes que, por ley, no puede superar y que debe repartirse no solo en las labores de prevención del botellón; también en eventos multitudinarios tales como partidos de fútbol o conciertos. Con todo, el dispositivo especial de la Policía Municipal para las fiestas del Pilar, que tendrán su epicentro en el distrito de Fuencarral-El Pardo, ha incluido el despliegue de 100 agentes de refuerzo y el vallado de todo el perímetro del parque de La Vaguada, donde se controlará el aforo y se utilizarán guantes detectores de metales. El objetivo, tal y como apuntó esta semana la delegada de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento, Inmaculada Sanz, es el de evitar las «no fiestas» y los macrobotellones. Y es que, si bien no son unas fiestas «del todo normales», ya que no cuentan con presencia de casetas,, sí estaban previstos una serie de eventos «con aforos muy reducidos». A estos cien agentes de la Policía Municipal se suma el dispositivo, ya habitual, de doscientos agentes que, cada fin de semana desde el final del estado de alarma, vigilan la celebración de botellones y fiestas ilegales. La próxima cita importante serán las fiestas de Halloween, a finales de octubre y principios de noviembre.

Con todo, y en lo que respecta a otros delitos de naturaleza violenta, el balance de la Policía Municipal refleja un descenso en muchos de ellos. Al menos hasta el pasado mes de agosto. Los delitos de lesiones caen más de un 20% (de 296 a 232) en dos años; también los relativos a violencia doméstica y de género, concretamente un 15% (de 516 a 438); los malos tratos a menores se reducen más de un 40% (de 68 a 40)... Los hurtos y los robos con fuerza en inmuebles también sufren un retroceso: más de un 40% los primeros y un 27% los segundos. Los delitos contra el Patrimonio y la propiedad intelectual, así como los de falsedad documental, también experimentan una disminución.

Sin embargo, y aunque en menor medida que los delitos de resistencia a la autoridad, otros sí que se han visto incrementados desde 2019: los detenidos por parte de la Policía Municipal por abusos sexuales pasan de 32 a 44 (un 37% más); los robos con violencia e intimidación también se han incrementado, pasando de 99 a 112 (13% más); y también se ha registrado una tendencia ascendente en lo relativo a las amenazas –sobre todo ciberamenazas–, que pasan de 150 a 175 (un 17% más) en dos años.