Gastronomía
Rafa, el restaurante “marino” en el que reservan los grandes cocineros cuando pasan por Madrid
Se disfruta de una excelente comida y un servicio impecable. ¿Qué pedir? Steak tartar, percebes y carpaccio de boletus
Larga vida a las barras. Desde estas líneas las rendimos homenaje, porque sí, lo que nos gusta una barra. Tanto, que echamos de menos esperar para hacernos un hueco en ellas. En Madrid somos de apretujarnos y de hasta ignorar los codazos. Más ahora que aún debemos mantener las distancias y disfrutar de las ricas viandas sentados en sillas altas sin montar alboroto. Hoy nos colamos en un clásico madrileño que esquiva las crisis, porque es una apuesta segura.
Nos referimos a Rafa, ese templo del productazo con 63 años de historia. Fue en 1958 cuando los hermanos Rafael y Rodrigo Andrés inauguraron una pequeña bodega, en cuya barra despachaban vino y tapas de marisco para acompañar el trago, en la misma calle en que hoy se sitúa Rafa: en el número 68 de Narváez. Lo curioso es que ambos son de Guadalajara y aun así decidieron ofrecer a sus comensales cada vez más habituales el mejor producto de las costas españolas. Sólo cuando las cosas empezaron a ir bien decidieron ampliar el establecimiento para así contar con más comedores en los que acomodarles. A día de hoy, son sus herederos: Rafa (hijo de Rafael) y Miguel Ángel, de Rodrigo, quienes se encuentran al timón de esta embarcación familiar, casa que forma parte de la historia de la gastronomía capitalina. Son los encargados de seleccionar las mejores materias primas que entran en su despensa. Las mismas que buscan sus clientes cualquier día de la semana, ya que Rafa abre los siete días. Bien lo saben los grandes cocineros, que aprovechan su estancia en Madrid si son de fuera, o sus días libres si viven aquí, para reservar mesa en esta gran casa, de ahí que se vivan noches de domingos y de lunes memorables.
La especialidad son los tesoros del mar y estos días están a buen precio el langostino y la nécora, aunque en el escaparate observamos gamba blanca y roja, bogavantes, cigalas, percebes, ostras francesas, porque gallegas están aún por llegar, camarones, almejas... Productos todos para disfrutar como entrantes en la misma barra, considerada una de las mejores de Madrid. Pero cuidado, no nos encontramos en una marisquería tradicional, qué va, ya que cada temporada la despensa se llena de excelentes materias primas. De hecho, Miguel Ángel nos cuenta que rebosa verduras recién recolectadas, distintas variedades de setas y carne de caza. Antes de adentrarnos en el comedor, acogedor donde las haya y donde el maître Filo García dirige un equipo de sala eficaz, responsable de un servicio atento y dinámico, hacemos parada en la barra. Impecables y probablemente los mejores de Madrid son los salpicones. En cada bocado se saborea la selección de los buenos ingredientes y la calidad del langostino y el carabinero, que protagonizan uno de ellos junto al pimiento rojo y verde y esa vinagreta de vino blanco que lo hacen tan único como el de bogavante, nacional, por supuesto.
Una ración que no falta en todo aperitivo, lo mismo que la famosa ensaladilla rusa, de la que durante la pandemia los comensales habituales no querían prescindir y la pedían para llevar. Los mismos que una vez abierto el establecimiento volvieron a saborearla «in situ» para demostrar que los madrileños no sabemos vivir sin esos bares que nos dan la vida. Boletus en carpaccio o con su cebolla pochada y una yema de huevo prácticamente cruda, cuya mezcla es gloria bendita, y la seta de cardo pochada con su ajo y una pizca de guindilla resulta una degustación perfecta para continuar con un guiso de garbanzos con perdiz unos, con unas verdinas con langostinos y rape otros y con un impecable steak tartar, otro de los imprescindibles de Rafa. Casa a la que siempre volvemos.
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