Gastronomía

Muslo o pechuga

Nómada o el «show» arábigo andaluz

Este restaurante-espectáculo se concibe como lugar de resonancias orientales, arábigas y de telón de fondo andalusí

Nómada
NómadaFotoLa Razón

Para muchos comer es realmente un acto intrascendente o solo una excusa para otros placeres y divertimentos.

Nos hemos puesto muy serios con la cocina de estos tiempos, y a cuenta de la famosa experiencia que todos tratamos de rememorar, cada acto culinario tiene que está revestido de algún tipo de trascendencia. Pero si uno observa la mayor parte de las aperturas que se están produciendo en una ciudad tan viva como Madrid, la nota de la diversión empieza a ser dominante.

Sobre una idea normalmente dominada por guiños fusionados existen locales como Nómada, enclavado en la mítica sala de fiestas Serrano 41 que tanta gloria copera tuvo. Así, este restaurante-espectáculo, se concibe como lugar de resonancias orientales, arábigas y de telón de fondo andalusí.

No hay cocina de autor, ni se pretende. Como tampoco tiene «copyright» el musicón que se sube, las danzas de bailarinas que parecen de una liquidación de Damasco, o una coctelería de nombre sugerente a la que falta cierta definición y reposo.

Dicen los ideólogos de Nómada, propiedad por cierto de antiguos futbolistas de la zona norte de la ciudad, que además de comer y beber aquí se viene a que te sanen. El lavado de manos y el toque del chakra a la entrada nos deberían proteger antes de adentrarnos en una cocina sincrética, de muy poca memoria, y que solo tiene gracejo. Como esos vistosos y variados hummus, decantándonos por el clásico y sencillo, aunque llama la atención un fronterizo pesto en una carta igualmente vagabunda. Porque la idea del viaje es lo que se intenta transmitir al comensal y donde la cocina, al final, es pura performance.

Es el caso de un pseudo libanés pollo marinado al carbón, o un pincho moruno de cordero que necesita sazón y calor. También pizzas de resonancias árabes, alguna croqueta estimable y unas demasiado intensas ensaladas como el «tabbouleh». Carta larga, bulla y ambiente cálido, es la receta. Eso sí, algún vino curioso y Yeray, el director, un artista. Puro «show».