Madrid

La odisea de tener que arrastrarse 17 escalones para salir a la calle

LA RAZÓN acompaña a dos vecinos con discapacidad de Carabanchel y Villaverde en un paseo a través de las barreras arquitectónicas a las que se enfrentan a diario

Algunas rampas resultan peligrosas para las personas con discapacidad
Algunas rampas resultan peligrosas para las personas con discapacidadEnrique CidonchaLa Razón

Que suene el despertador es señal de que un nuevo día comienza, pero lamentablemente para algunas personas afrontar su día a día resultado más que complicado. Este es el caso de Pedro Cintas y Miguel Galán, vecinos de los distritos madrileños de Carabanchel y Villaverde. Ambos sexagenarios, afectados por la polio en su niñez y a los que las secuelas de la enfermedad les han obligado a estar postrados en una silla de ruedas desde hace más de seis años. LA RAZÓN ha querido acompañarles por sus barrios para conocer in situ la gincana en la que puede convertirse un simple paseo.

Una de las principales trabas se encuentra en la estación de Metro de Oporto, sin acceso para personas con movilidad reducida
Una de las principales trabas se encuentra en la estación de Metro de Oporto, sin acceso para personas con movilidad reducidaEnrique CidonchaLa Razón

Se enfrentan en esa rutina diaria a problemas en los que la inmensa mayoría de la población ni repara: por ejemplo, caminar por calles estrechas, sortear obstáculos, bajar escalones altos o subir innumerables escaleras y acceder sin problema a establecimientos. En España hay más de tres millones de personas con discapacidad, de las cuales, solo en la Comunidad de Madrid, viven más de trescientos mil. Desde hace años, tanto Pedro como Miguel han estado denunciando falta de accesibilidad de sus barrios, así como la necesidad de una vivienda adaptada para las personas que conforman este colectivo. Lo han hecho a través de numerosas denuncias planteadas al Ayuntamiento de Madrid, a través del canal de atención al ciudadano Línea Madrid. Hasta el momento, según relatan, han recibido respuestas pero no soluciones.

El adoquinado, en mal estado
El adoquinado, en mal estadoEnrique CidonchaLa Razón

Pedro tiene la «suerte» de vivir en un piso bajo, es decir, accesible. Tuvo que vender la casa que heredó de su madre para poder comprársela y adaptarla posteriormente, sin ningún tipo de ayuda económica. Miguel, sin embargo, vive en un primero sin ascensor y tiene que bajar arrastrándose diecisiete escalones para salir a la calle. Este último se define como un solicitante permanente de vivienda adaptada y recalca la importancia de diferenciar accesible de adaptada: «Da igual que me den una casa con ascensor, si después no entra la silla de ruedas por los pasillos o no tengo un servicio adaptado», apunta. Esto es solo el comienzo de la odisea diaria que tienen que vivir. Según relatan a este diario, estas dificultades les obligan a no poder tener una vida independiente, no poder relacionarse con el resto de personas o en muchas ocasiones, preferir no salir de casa. «Llegará un día en el que estaré preso en mi casa sin haber cometido ningún delito», señala Miguel.

Desde hace meses, ante la falta de respuestas desde la administración pública, estos dos vecinos del sur de la capital han comenzado a canalizar su cruzada a través de internet, denunciando en las redes sociales todas aquellas rutas no accesibles con las que se dan de bruces. Se trata de una iniciativa que busca mostrar las barreras arquitectónicas con las que se encuentran en los recorridos que tienen que hacer a diario. Les acompañamos en una de estas rutas por las calles de Carabanchel y basta con recorrer no más de 500 metros para descubrir la multitud de obstáculos a los que tienen que hacer frente. Empezando por la parada de metro Oporto, la más cercana a la casa de uno de ellos, y que no cuenta con un acceso para personas con problemas de movilidad reducida. Aceras de gran altura que les obligan a buscar «vados» para poder descender a la calzada, lo que termina suponiendo un riesgo para su vida y que reciban, en ocasiones, insultos por invadir este espacio para coches. Adoquines levantados que representan un peligro para cualquier peatón así como la profundidad de los maceteros y alcorques de los árboles que encontramos en cualquier vía pública. «No pedimos nada extraordinario, es algo para todos», señala Pedro, que reclama que los ayuntamientos concedan la misma importancia a la «Operación Acera» que a la «Operación Asfalto» que tanto publicitan desde los ayuntamientos madrileños.

Los alcorques de algunas aceras también son problemáticos
Los alcorques de algunas aceras también son problemáticosEnrique CidonchaLa Razón

El pasado 3 de diciembre, como cada año, tiene lugar el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y estos dos vecinos consideran que hay poco que celebrar. «Yo ya no lo celebro, porque se acuerdan de nosotros un día pero luego les damos igual», asegura Pedro, que asegura que exigir que se cumplan sus derechos no es nada extraordinario. «Para eso existe una Ley de Accesibilidad Universal que no se está cumpliendo», añade.

Tanto Miguel como Pedro se mueven en transporte público. Lo hacen habitualmente en autobús: «Aunque tenemos que rezar primero para que paren, para que tengan rampa y que nuestro sitio no esté ocupado por un carro de bebé». A pesar de su ímpetu por llevar una vida lo más normal posible, son muchas las trabas que se encuentran. «Mi pareja también es discapacitada, quisimos ir al teatro y al llegar nos encontramos con que sólo había un espacio para silla de ruedas», cuenta Pedro. «Muchos comercios no son accesibles, he llegado a probarme ropa en la calle o firmar papeles del banco porque no podía acceder a la sucursal», relata Miguel. Dificultades todas ellas que, según sus protagonistas, dan forma a una realidad marcada por la desigualdad, la exclusión social, el aislamiento y una soledad no deseada.

A pesar del agotamiento provocado por tantos años involucrados en esta lucha –de la que, por otra parte, sienten no haber ganado nada– se consideran personas positivas que solamente buscan una vida digna y no sólo para ellos, sino para la cantidad de personas que se encuentran en la misma situación. Porque como bien dice Pedro, «hoy estamos nosotros aquí, pero cualquier día lo puedes estar tú».