Gatas
Carolina Iglesias: «Yo voto por el equilibrio entre hacer bromas de tus dramas y hacerte cargo de ellos»
A sus 28 años, la humorista ha ganado el premio Ondas 2021 a mejor podcast por su programa «Estirando el chicle», donde hace humor de mujeres y para todos
«Quien nos ha valorado desde el principio ha sido el público. Ahora nos llegan más oportunidades porque los empresarios ven que tenemos más seguidores». Carolina Iglesias invirtió su dinero y su garra, se alió con su compañera Victoria Martín e idearon «Estirando el chicle», un programa de humor que ha recibido el premio Ondas 2021 a mejor podcast y que acumula alrededor de 3 millones de descargas mensuales. Y con su perspectiva como baluarte: hacen entrevistas a mujeres, retratan sus problemas y recomponen sus rutinas con honestidad.
«La noticia nos pilló trabajando, como todo», recuerda. Mientras ellas grababan, veían como sus compañeros hacían gestos, movimientos con expresiones indescifrables. «Cuando nos lo confirmaron quería llorar. Fue muy liberador. Habíamos aguantado mucha presión y muchos estímulos». Era el fruto de años de un esfuerzo que comenzó en su adolescencia en Galicia; una aspiración que la llevó a los 18 años a mudarse a Madrid y a pasar por Internet, la televisión y la radio.
Ahora, a sus 28 años y con estas buenas noticias que han aflorado, parece que fue hace siglos cuando tuvo que irse de un programa porque no querían a dos mujeres presentando. «Es para decirles: “Chiqui, date vida, no sé”. En cambio, el público es el más moderno, está a años luz». Aquello de que las cómicas no venden le parece una trampa. «Hay más personas creando como nosotras, pero siempre en la web. Este premio sirve para cambiar la mentalidad».
Iglesias y Martín defienden su espacio. Lo demostraron cuando la polémica sobre la visibilidad de las cómicas se avivó, este verano. Francisco Carretero, el gerente del local de comedia la Chocita del Loro aseguró que el nivel de las mujeres del sector era más bajo que el de sus compañeros hombres. «Cuando pasó, todo el mundo empezó a hablar de nosotras y me pregunté: “¿Vais a seguir o esto se queda aquí?” Me dio un poco de miedo que fuera efímero, pero acabó siendo un debate interesante».
La frase del encargado le sirvió para ahondar en que las cifras las amparan. «Afirmar que no hay cómicas o que no venden es absurdo. No se puede decir que somos un nicho. Y si lo dices, define nicho: En el WiZink caben 12.000 personas», replica sobre un espacio en el que actuarán en vivo en un espectáculo cuyas entradas se agotaron en apenas 17 horas.
El secreto de su triunfo es disfrutarlo, entregarse, que se note que lo pasan bien. «Podemos estar muy cansadas, pero siempre que estamos en el programa se olvida todo lo demás. Es entrar al estudio y desconectar». Lo hacen mientras hablan de temas como feminismo, salud mental o identidad sexual, que les ayudan a ellas mismas a aprender. «A veces se incluye a los colectivos por cuota, pero creo que hace falta forzarlo. Por ejemplo, a mí al principio me daba rabia traer a una persona racializada para conversar de racismo, porque parece que solo pueden hablar de eso, pero sigue siendo necesario».
Cuidarse con comedia
La comedia le ha servido como escudo ante cualquier dolor o agresión. Es su arma perfecta para afrontar los problemas. En su caso, su humor blanco es un freno a la inquina; lo emplea sin ofender y con vehemencia. «Es un refugio», lo define.
La otra parte es el enfrentamiento: después de hacer bromas de los traumas hay que resolverlos. «Si no lo haces es porque los estás tapando y te quedas en lo superficial. Yo voto por el equilibrio entre hacer bromas de tus dramas y hacerte cargo de ellos». En ese proceso recomienda asistir a terapia, que puede servir, sobre todo, a los que tienen una profesión «poco común»: «Yo lo noto porque hay consejos que mis padres no me pueden dar, porque no tienen ni idea de cómo va esto. Para eso está un psicólogo».
Vive con más calma porque se ha deshecho de exigencias estéticas. «No tengo esas imposiciones que al final son una cárcel». Hay quien no está acostumbrado a esa seguridad apacible. «En mi espectáculo hago una broma sobre que estoy gorda y una vez me gritaron guapa, ¡es absolutamente compatible! Lo hizo con buena intención, pero parece que no puedes ser las dos cosas». Para aquellos que no pueden verlo tiene la solución definitiva: «Si te molesta que una persona sea gorda, míratelo, porque es una enfermedad tuya».
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