Gatas
Semíramis González: «Parece que el mejor homenaje para una mujer en el arte es morirse»
La directora artística de la feria JustMad es también una de las mujeres voluntarias para ayudar a la integración de las afganas refugiadas en la capital
El pasado día 7 de noviembre, a los 87 años, falleció en su casa de Jara, en Sanlúcar de Barrameda, Carmen Laffón, la que era conocida como la pintora del Guadalquivir. Al día siguiente, el Museo Reina Sofía anunció que le dedicaría a la artista realista una sala en su recorrido muy merecida, pero que la sevillana de nacimiento ya nunca podrá inaugurar en vida. Y esta historia que se repite enfada profundamente a Semíramis, porque, «parece que el mejor homenaje para una mujer es morirse», sentencia con dureza para continuar argumentando su postura: «Hay muchas, como es el caso, a las que el sector ha tenido menos en cuenta solo por no ser hombres, cuando el hecho de que ellas ocupen el mismo lugar que ellos en el mundo de la creación es una cuestión democrática».
Quizás por eso, qué otra razón si no, esta asturiana decidió cambiar la capital de la Costa Verde por la Villa, en busca de ese trampolín a un cielo que, a sus ojos, debería lucir un intenso color violenta. «Soy de Gijón y estudié Historia del Arte en la Universidad de Oviedo, pero el último curso pedí una beca Séneca y acabé la carrera aquí, en realidad, porque no podía ser en otro sitio, ya que es en Madrid donde están los grandes museos, las grandes galerías, donde se mueve todo lo que yo perseguía», cuenta la que después se matriculó en un máster en Cultura Visual allí donde un día se alojó el Hospital General y de la Pasión y ahora está el mayor centro de arte contemporáneo de la ciudad. Desde entonces, Semíramis González ha hecho de esta su casa y conseguido importantes logros en su pelea por devolverles a las mujeres la posición que les corresponde desde un puesto que se lo permite: el de comisaria de exposiciones.
«Digamos que yo soy la persona que está entremedias de todos los agentes, la que presenta la obra de los artistas a los visitantes y la que está en constante contacto con la institución organizadora, pero, sobre todo, soy editora y escritora», explica sobre su trabajo la curadora, que prosigue: «Como comisaria, tengo la oportunidad no solo de seleccionar los títulos de una muestra, sino también de aportarles una visión distinta al ponerlos en conjunto, al colocarlos en diálogo, es decir, soy una intérprete de pinturas, esculturas e instalaciones a las que les doy una lectura nueva, un sentido nuevo». Una labor que, desde 2017, Semíramis desarrolla como directora artística de la hermana pequeña de la prestigiosa ARCO: «JustMad es el primer escalón tanto para los creadores emergentes como para los jóvenes coleccionistas y yo me preocupo de que, igual que todos los proyectos en los que me embarco, esta sea también una feria igualitaria», afirma orgullosa de su hazaña.
A los 33 años, esta madrileña de adopción puede presumir de defender la misma paridad como docente mientras imparte clases en un máster del Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI) y hasta como autora, pues acaba de publicar junto a dos investigadoras el libro «Desigualdad de género en el sistema del arte en España». Pero no basta con esto, que para Semíramis González, el presente exige ir un paso por delante de los números: «Yo creo que, como cualquier pieza de la sociedad, el arte tiene que ser feminista y que, por lo tanto, además de la responsabilidad de solucionar la infrarrepresentación de las mujeres en tanto que somos más de la mitad de la población y mayoría en el ámbito de las bellas artes, tiene que recoger los discursos críticos de nuestro tiempo». En cuanto al papel de los hombres en este escenario, la comisaria apunta sin titubeos a que «su contribución más valiosa en esta lucha sigue siendo la de ceder los espacios que hasta ahora solo les han pertenecido a ellos».
Con esta carta de presentación, no es de extrañar que, más allá de su trabajo, Semíramis siga siendo activista a tiempo completo, como ha demostrado liderando este verano junto a otras mujeres una campaña solidaria sin precedentes bajo el nombre de «Yo acojo», que ha logrado sumar más de 3.000 firmas de quienes, como ella, han puesto a disposición del Ministerio de Exteriores sus casas ante el inminente azote de nuevas olas de refugiadas y refugiados huyendo desde Afganistán tras la toma de poder de los grupos talibanes. «En agosto nos reunimos con Jesús Perea, secretario de Estado de Migraciones, y nos dijo que nuestra iniciativa entraría en juego en cuanto empiecen a llegar personas de forma ilegal, pero, hasta entonces, estamos tratando de ayudar a la integración de las afganas que ya están aquí, mujeres que tenían puestos de alta cualificación en su país, pero que, en muchos casos, no hablan español; nosotras, a modo de madrinaje, haremos el acompañamientonecesario para que todas recuperen cuanto antes sus rutinas», describe esta a la que, asegura, «no le resultará difícil prestar una habitación después de tantos años compartiendo piso en Madrid».
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