Ruido

Paseamos por Ponzano: la «zona cero» de las terrazas en Madrid

«Hay familias con bebés que ponen a tope la televisión para amortiguar el ruido de la calle», afirman desde la asociación vecinal El Organillo

Una mujer pasa por la calle Ponzano de Madrid
Una mujer pasa por la calle Ponzano de MadridAlberto R. RoldánLa Razón

Ponzano es una de las zonas favoritas de la capital para tomar algo, cenar o incluso salir de fiesta. Su afluencia se multiplicó tras el confinamiento por la ampliación de las terrazas bajo la premisa de mantener el ocio sin arriesgar la salud de la ciudadanía. La iniciativa se anunció también como una manera de aliviar la crisis en la que se sumió la hostelería con la cuarentena. Sin embargo, nunca llueve a gusto de todos y, tal y como nos contó Pilar Rodríguez, portavoz de la asociación vecinal El Organillo, en esta ocasión lo hace a disgusto de muchos.

Esta vecina relata a LA RAZÓN las inclemencias que sufren los vecinos por la multiplicación de las terrazas. Lamenta que la actualización de la ordenanza respecto a las mismas, publicada hace más de un mes, promete quedarse en papel mojado. Según su testimonio, muchos negocios tienen más mesas de las estipuladas en el Censo de locales, sus actividades y terrazas de hostelería y restauración del Consistorio madrileño, disponible en su página web. Pero si algo preocupa a la portavoz es el ruido, un problema que ha hecho que algunos vecinos hayan abandonado definitivamente el barrio y que otros «huyan». Apunta que conoce a unos vecinos con un bebé que recurren a poner al máximo volumen la televisión desde primera hora de la mañana, pues ese ruido de fondo diluye los que llegan de la calle, que les genera problemas como insomnio y estrés.

En virtud de la nueva Ordenanza, desaparecerán más de 40 terrazas en la zona
En virtud de la nueva Ordenanza, desaparecerán más de 40 terrazas en la zonaAlberto R. RoldánLa Razón

Este mismo jueves 31 de marzo, una nueva ampliación de una terraza llevó a los vecinos a manifestarse. Lo más grave para la portavoz es que se instaló donde le denegaron a otro vecino una plaza de aparcamiento para personas con discapacidad que había solicitado, con la justificación de que «quitaría espacio para los estacionamientos normales». No es el único problema que afea Pilar respecto a la accesibilidad: según describe, Chamberí es un barrio muy desigual en lo que respecta a la renta per cápita y a la edad, siendo la mayoría de población o muy joven o anciana. Es este segundo grupo el más damnificado en lo que respecta a la movilidad. Así, pone como ejemplo el caso de otra vecina a la que vienen a buscar cada día para llevarla a un hospital de día con el problema de que el vehículo encargado de ello no pueda aparcar junto a su portal, pues, como otros muchos, el acceso a ellos está copado por las terrazas.

La portavoz de El Organillo también denuncia el espacio que le quitan las terrazas covid a los viandantes, cómo obstaculizan el tránsito y la mala imagen que provoca que muchos establecimientos dejen sus contenedores de basura en la calle, algo que «tampoco es legal». Por otro lado, la portavoz señala que la forma en la que están instaladas algunas terrazas hacen que la zona quede lodada cuando llueve. Para ella, todo esto, sumado al laberinto burocrático a la hora de que las denuncias tengan su respuesta y a la brecha digital que aísla a gran parte del barrio, hace que la vida en Chamberí se haya vuelto «insostenible para los vecinos de toda la vida». Desde su asociación esperan que la ordenanza, –en cuya redacción sostiene que se desoyeron las reclamaciones de los vecinos–, se aplique con diligencia, aunque reconoció que lo veía complicado por el límite de agentes policiales en Chamberí, pues «no dan abasto». Mientras, la asociación busca elevar, mediante los presupuestos participativos, que se den subvenciones para instalar ventanas aislantes en los hogares de los vecinos más afectados.

Muy distinta es la opinión de Maribel Gallego, propietaria del Restaurante Asador Los Arcos de Ponzano, un lugar que puede presumir de haber soplado ya las 70 velas en el emblemático barrio. La empresaria, cuyo local tiene aforo para 16 personas en la terraza y 90 en el interior, asegura que las terrazas covid han supuesto un gran desahogo durante la pandemia y que ha necesitado contratar nuevos empleados para atender a los clientes que eligieran el aire libre «por fumar o por problemas de respiración». Respecto al clima en el barrio, explica que «hay cuatro vecinos que se quejan y son los que más ruido hacen, pero en general la gente está contenta». En alusión a los ruidos que se dan, sobre todo, los fines de semana y entre la gente joven, la empresaria asegura que los establecimientos cierran a su hora, pero que no pueden hacer nada con la gente que decide quedarse haciendo ruido en las calles. El auge de la calle Ponzano como zona de ocio, un fenómeno que comenzó antes de la pandemia, hizo que su restaurante tuviera un aumento de clientela joven, que «come menos y bebe más». En lo que coinciden Maribel y de Pilar es que una mayor presencia policial cuando llega la hora de los cierres de los establecimientos propiciaría una mejora en la calidad de vida de los vecinos.

Ponzano está considerada una Zona Ambientalmente Protegida (ZAP) por el Consistorio
Ponzano está considerada una Zona Ambientalmente Protegida (ZAP) por el ConsistorioAlberto R. RoldánLa Razón

Su local será uno de los afectados por la ampliación de aceras que confirmó la concejala Silvia Saavedra el pasado viernes. La responsable del área delegada de Coordinación Territorial explicó que «en Ponzano se aplica la disposición transitoria primera, que establece que las zonas que están en una zona ambientalmente protegida (ZAP) se reducirán de manera que no se supere la ocupación de un 40% de las bandas de aparcamiento. Además, las obras que se llevarán a cabo en agosto para la ampliación de aceeras implicarán la desaparición instantánea de las terrazas». Por otro lado, se anunció que, a lo largo de esta semana, los tramos de la calle Ponzano que están dentro de la declaración de ZAP, entre las calles Maudes y Raimundo Fernández Villaverde y entre Santa Engracia y Ríos Rosas, verán reducidas la próxima semana en un 80% el espacio de las terrazas situadas en bandas de estacionamiento, que ascienden en conjunto a 45 infraestructuras.