Cultura
Pequeño Cine Estudio, donde las películas «hay que verlas de rodillas»
El precursor de las salas de arte y ensayo en Madrid cumple 45 años con vocación de futuro
El 9 de junio de 1977 abría en Madrid un cine que hoy cumple 45 años, una proeza teniendo en cuenta la cantidad de salas que han cerrado desde entonces y en un sector que brega con una crisis que ha hecho tambalear a los exhibidores con la pandemia como puntilla. El Pequeño Cine Estudio es el único que queda en la capital de la época de esplendor de las salas de arte y ensayo en versión original subtitulada. Y si hay algo en lo que ha destacado para llegar hasta aquí, aparte la profesionalidad y la pasión, es su programación, según una anécdota que nos recuerda José Gago, su fundador y propietario. «En un diario de Madrid de tirada nacional, el crítico de cine escribía sobre si las butacas de la sala eran más o menos cómodas, y sentenciaba: ‘Lo importante del Pequeño Cine Estudio no son los asientos, lo importante son las películas que allí se exhiben, pues hay que verlas de rodillas’».
Y es que los mejores estrenos y ciclos de realizadores y actores han pasado por este local de Chamberí calificado por sus devotos como «Pequeño Gran Cine» o «Catedral del Cine». Como el ciclo de diez películas del legendario Humphrey Bogart, con títulos como «Casablanca», «El Halcón Maltés», «El tesoro de Sierra Madre» o «La reina de África», y grandes clásicos como «Cantando bajo la lluvia». En estos 45 años de vida «dedicados al cine», Gago y su familia aseguran estar «orgullosos de ser independientes, porque elegimos las películas que nos gustan y las ponemos en cartel, no siempre con éxito, pero no estamos obligados a cumplir un calendario de estrenos impuesto por una multinacional».
La idea de la creación del «Pequeño» surge «al darnos cuenta de lo difícil que suponía en Madrid y en el resto de España ver películas en versión original subtitulada y producciones europeas solo posibles de visionar en cineclubs de los pocos que existían en la época, y a veces en lugares ocultos», apunta José Gago sobre el espíritu original que ha pervivido hasta hoy en una oferta que intercala cine independiente de rigurosa actualidad con títulos de todos los tiempos, cortometrajes, coloquios y propuestas de nuevos realizadores, junto con la taquilla más comercial, en una sala que no vende palomitas, por mucho beneficio que aporten, ya que «aquí se viene solo a disfrutar del cine».
Gago acertó y los éxitos han sido muy notables desde aquella apertura con «La Perla de la Corona», basada en hechos reales y con gran contenido social. La sala fue en su tiempo una escuela de cine en la que «muchos de los triunfadores de la industria aprendieron producción, distribución y exhibición». Aprendices que cuando estrenaron «El acorazado Potemkin» «solicitaron acceder a la cabina de proyección, ver y tocar con sus manos el celuloide de la película y secuencias en la bobinadora de mano», rememora este abulense de Navalperal de Pinares cuya niñez recuerda el «Cinema Paradiso» de Giuseppe Tornatore.
Ahora, con visión de futuro y «a petición de muchos de nuestros clientes», Gago está preparando pases de películas en 35 milímetros, «el auténtico cine, sustituido hoy por el digital». «Van a tirar de nuestra propia cinemateca, que contiene algunas de las mejores películas de la historia», asegura. «Las copias en general están en buen estado, pero en algunas se nota el paso del tiempo, nada importante para un amante del cine de verdad, que podrá disfrutar de una buena proyección y sonido, igual que en el pasado».
El dueño del Pequeño Cine Estudio cree que «en estos momentos es un lujo cinematográfico poder ver películas en ese formato». Porque la alternativa, el cine digital, según dijo Quentin Tarantino en el último Festival de Cannes, «es como tener una pantalla en el salón de tu casa».
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