Tesoros en los Museos
Las artes gráficas: el patrimonio vivo de la ciudad
Paco Marín, actual director de la Imprenta Municipal, descubre a LA RAZÓN el origen y las joyas que alberga la institución cultural más antigua del Ayuntamiento de Madrid
En el número 15 de la calle de Concepción Jerónima encontramos hoy la Imprenta Municipal-Artes del Libro, pero debemos remontarnos al siglo XIX para conocer cuál fue el origen de la institución cultural más antigua del Ayuntamiento de Madrid. Fue concretamente en 1853, cuando nació la Imprenta del Asilo de Huérfanos de San Bernardino: un hospicio dependiente de la beneficencia municipal cuyo propósito era enseñar a los niños acogidos una serie de oficios con los que poder ganarse la vida, al mismo tiempo que abastecía la demanda del material impreso del Consistorio de entonces. La actividad de estos talleres fue aumentando en paralelo al crecimiento de la ciudad y de las necesidades municipales. Y ya en 1876 aparece en sus impresos el pie Imprenta y Litografía Municipal. Un año después, desde este lugar se traslada a los bajos de la Casa de la Panadería ubicada en la Plaza Mayor. Y de ahí, en 1910, a la Casa de Cisneros en la calle Sacramento, de dónde saldrá en 1933 para establecerse en un edificio ex profeso creado como imprenta que es el actual.
Un proyecto de Francisco Javier Ferrero Llusiá de carácter racionalista estilo industrial, con una estructura de hormigón armado y toques modernistas en la fachada con ladrillo visto. Sus grandes ventanales se abren a un patio cerrado por un tragaluz y otorga de gran luminosidad a las tres plantas en las que se distribuye el edificio. Funcionó como tal hasta 1986, cuando el alcalde de por aquel entonces, Enrique Tierno Galván, creo la Imprenta Artesanal con el propósito de preservar y difundir los oficios vinculados a las artes gráficas, como son el taller de impresión tipográficas por tipos móviles y los talleres de restauración y encuadernación –artesana, costura y artística-. Este último acoge las de todas las instituciones culturales dependientes del Ayuntamiento de Madrid.
La Imprenta Municipal Artes del Libro nace como museo en 2011, con el único propósito de contar de forma razonada la historia del libro y de las artes gráficas desde el nacimiento de la imprenta por Gutenberg en el siglo XV hasta finales del siglo XIX y principios del XX. Su colección permanente la conforma una narración por las máquinas vinculadas con la historia de las artes gráficas y aquellas que se han utilizado en la imprenta desde 1860 hasta ahora. Sin duda, una de las más impresionantes con las que cuenta el museo es la Planeta. Una máquina con cerca de diez metros cúbicos donde se hicieron todos los bandos municipales desde 1810 hasta los del ex alcalde madrileño Agustín Rodríguez Sagahún. Esto podemos encontrarlo en la primera planta, dónde se encuentra también la zona más especial del museo y favorita de su director, Paco Marín: el taller de caja. Allí albergan toda la colección de matrices, letras y máquinas para la impresión de libros por tipos móviles. Joyas como una Troqueladora Heidelberg Planocilíndrica, una Victoria o máquinas para fundir tipos.
Según Marín, no es posible pasar por alto entre sus joyas y dentro de la magnífica colección de Javier García del Olmo que compró en 2018 el Ayuntamiento, los ejemplares únicos que conforman la mejor colección de libros de historia de la caligrafía de España. «Contamos con el primer manual de caligrafía cancilleresca editada por Juan Bautista Palacino en Roma o planes de caligrafía específica que desde el punto de vista material son espectaculares», confiesa a LA RAZÓN. Además de un fondo museográfico de casi ochenta mil piezas entre libros antiguos u objetos que guardan relación con las artes gráficas, allí se pueden encontrar palilleros, plumillas, hierros de dorar, botellas de tinta, grabados, libros de caligrafía, facsímiles de impresión….
También podemos descubrir una colección compuesta por piezas históricas relacionadas con los procesos de fabricación del libro. Un conjunto de piezas artísticas en la que destacan una excelente colección de bronces de dorar (hierros de mano, planchas, ruedas y paletas), piedras litográficas dibujadas, planchas calcográficas, originales de artistas, papeles de guardas realizados a mano y encuadernaciones artísticas. A su función didáctica de las artes gráficas hay que sumarle todo lo que aporta la sala de exposiciones temporales con la que cuenta y que alberga todas aquellas que están vinculadas con el libro, el diseño o aspectos de la historia de Madrid siempre relacionadas con este arte. Ahora mismo, y hasta el próximo 11 de septiembre, acogen los libros de la artista María Luisa Rojo en la que se podrán ver más de 100 libros y cerca de 40 obras en papel.
Desde 2016 Paco Marín se encuentra al frente de esta institución. En sus propias palabras, un reto a la vez que placer ya que su única labor, «al fin y al cabo», es la de tratar de incrementar el número de visitantes -rondan los 14.000 anuales-, difundir a toda la ciudadanía lo que es este museo cómo historia gráfica y contar cómo la ciudad cuenta con un patrimonio municipal muy rico en el mundo de las artes gráficas. «La gente debe conocer que lo que nosotros utilizamos en nuestros talleres profesionales, los hierros de dorar que utilizan los encuadernadores para la estampación y decoración de libros, son verdaderas joyas de la historia de las artes gráficas que se sigue utilizando», sentencia. Y es este patrimonio vivo, lo que les diferencia del resto de museos.
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