Madrileñ@s

Un «rickshaw» con fragmentos de todo el mundo en pleno Rastro

Sara Humanes presume de una colección de arte hecha a base de patearse Asia, África y Europa con alfombras, tejidos de colección, joyería étnica y decoración

Tienda de objetos del mundo en la calle Ribera de Curtidores 27.
Tienda de objetos del mundo en la calle Ribera de Curtidores 27.Gonzalo Pérez MataLa Razón

Siempre en movimiento, siempre en búsqueda de inspiración y siempre con algo que contar. Así se encuentra el “rickshaw” que dirige Sara Humanes en la calle Ribera de Curtidores de Madrid. Un local casi místico que mezcla aromas de palo santo y copal, repleto de piezas artesanas y genuinas. “Desde que viajo he sido una loca de los rickshaws. Es una analogía con la tienda, porque es un transporte que está en constante evolución y en todo el mundo; desde Londres, hasta Sudáfrica y pasando por India. Están en cada país y se pueden encontrar en formato tradicional o moderno, ese era el concepto que le quería dar a la tienda”.

Sara Humanes estudió Periodismo e Historia del Arte, trabajó en distintos departamentos de comunicación y fundaciones culturales hasta que la crisis provocó que emprendiese un cambio de rumbo en su vida. Decidió pasar a la acción y materializar aquello que imaginaba: Fragmentos del mundo. “Todo empezó a raíz de mi pasión por viajar y conocer distintas culturas. Yo iba comprando y recopilando muchas cosas de los lugares que visitaba, hasta que decidí que sería buena idea traer a Madrid objetos más especiales relacionados con el arte, la etnografía y la cultura. Pensé en que la gente pudiera acceder a ellos en Madrid y tuviera la oportunidad de colocarlos en sus casas, disfrutando el día a día de algo que es único y que posiblemente en unos años ya no esté”, cuenta Sara.

Tienda de objetos del mundo en la calle Ribera de Curtidores 27.
Tienda de objetos del mundo en la calle Ribera de Curtidores 27.Gonzalo Pérez MataLa Razón

En 2014 comenzó esta aventura de forma online, un año después abrió su primer espacio en Ópera hasta que se mudó adonde está actualmente, en una de las vías principales del Rastro madrileño. “Es un espacio más grande que me permite traer más mobiliario y piezas importantes, ya que es una tienda que consta de dos plantas. Puedo tener mucho más material, he pasado a tener casi el doble de capacidad”, añade la historiadora. En un principio solamente contaba con ella misma y sus viajes para alimentar este negocio que, según cuenta Sara, la fijación por el arte es la genética recibida por su historia familiar: “Mis padres eran coleccionistas, por eso hay muchos objetos aquí que forman parte de mi pasado, de viajes que se hicieron hace 20 y 30 años”. Con los años y las circunstancias, Sara, además de las importaciones que trae en sus andanzas, también contacta con otras personas que ya conoce previamente para que traigan los materiales a la tienda: “La mayor dificultad que encuentro en esto es que a mí me gusta seleccionar las cosas, estar presente. Lo que yo pido o lo que a mí me parece que está bien, cuando uno lo ve no es igual, es un trabajo que hay detrás. No es seleccionar porque sí, hay una preparación importante fundamentado en el estudio y conocimiento de arte y de viajes anteriores”, apunta. No obstante, el funcionamiento y la metodología no ha cambiado: “El concepto sigue siendo el mismo. La idea es buscar, seleccionar y traer piezas de cualquier lugar del mundo, no es una tienda especializada en nada en particular. La decisión por los objetos viene de una trayectoria personal y de aprendizaje, hay una evolución”.

Pese a que Sara mantiene una tienda física y otra online, es necesario saber que no todo está disponible ni visible en web, pues cuando se trata el arte, hace falta prestar atención a los sentidos: “No lo publico todo, solo algunas cosas para que los visitantes conozcan el tipo de contenido que vendo, hay piezas que requieren ser vistas. Hay que verlas, olerlas, sentirlas. Invito a todo el mundo a que venga aquí y lo vea en primera persona, de verdad, porque en fotos pueden gustar más o al revés, decepcionarte. Por ejemplo, en los tejidos la textura o el color es fundamental, en una foto nunca va a salir igual”.

Tienda de objetos del mundo en la calle Ribera de Curtidores 27.
Tienda de objetos del mundo en la calle Ribera de Curtidores 27.Gonzalo Pérez MataLa Razón

Antes de la pandemia, Indonesia era el epicentro de los objetos de Sara. Lugares como Java, Bali, Sumatra o Sumba. “Después de la pandemia, que el desplazarse a sitios más lejanos resultó ser más complicado y muchas veces no era posible, nos hemos centrado en cosas españolas y en Marruecos, pero no un Marruecos típico sino en procedencias especiales y muy particulares que solo se encuentran en ciertos museos etnográficos”.

Los tejidos son el ojo derecho de Sara, conocer su proceso creativo, aquello que se haya realizado en telar, las técnicas de teñido o los tintes naturales: “Solamente ver el trabajo de las mujeres y hombres de África haciendo estas cosas me apasiona, para mi es un punto seguro”, señala. También las grandes piezas arquitectónicas decorativas o lo relacionado con las artes populares, como el mundo del teatro y marionetas, forman parte de la selección favorita de “Simply Rickshaw”.

Actualmente, las piezas más importantes del local son las cabezas de león o Singa. Llegaron de Indonesia y son las tallas más llamativas y espectaculares del pueblo Batak. Estas flanquean orgullosas los laterales de las casas que habitan y su nombre procede del Sanscrito y significa león. Según el pueblo Batak, esta criatura mitológica es una representación de Naga Padoha, el dragón Señor de la ultratumba que protege la vivienda contra las malvadas influencias. En cuanto a la policromía, los tonos predominantes y sagrados para el pueblo Batak son el rojo, el blanco y el negro, que simbolizan los tres mundos del cosmos: el terrenal, el celestial y el de los ancestros.

También se halla una pequeña exposición de marionetas antiguas del teatro de sombras indonesio. Hechas a mano, sus personajes cuentan historias y leyendas de personajes pasados. Desde el año 2003, el teatro Wayang kulit está declarado patrimonio oral e intangible de la humanidad. Sara explica que “las marionetas crean un ambiente de misterio y de revelación que se asocia directamente con la religión. Son consideradas sagradas; una encarnación del budismo, el hinduismo, el brahmanismo y de la cultura de los ancestros. Estas figuras, son tratadas con mucho respeto. Son entendidas como recipientes de energía viva y esto se debe a antiguas creencias animistas en las que se manifiesta que cada objeto animado o inanimado tiene alma”.