Entrevista

10 años del Madrid Arena: “El doctor Viñals fue lo peor del caso: él dejó morir a mi hija”

Se cumplen 10 años de la fiesta de Halloween en la que cinco chicas murieron en un pabellón que duplicaba el aforo. La madre de una de ellas recuerda para LA RAZÓN cómo vivió aquellos días

Era el «dj» del momento, venía a pinchar a Madrid y además la noche de Halloween: nadie podía perderse la «Thriller Music Park», la fiesta donde Steve Aoki sacaría su famosa barca hinchable entre el público del Madrid Arena de la Casa de Campo. Al menos no Cris y sus amigas. Tenía 18 años, vivía en el barrio de Alameda de Osuna y quería ser enfermera. Aquel día salió de casa con toda la ilusión de pasarlo bien con sus amigas y así fue hasta que, a eso de las 3:30 horas de la madrugada, cuando el músico llevaba media hora de sesión comenzaron a agobiarse: había demasiada gente en la pista y, al tratar de salir, un tapón humano provocó empujones que acabaron en caídas y aplastamiento. El triste resultado es de sobra conocido por todos: cinco chicas fallecieron (entre ellas Cris) y una treintena de personas resultaron heridas.

Ahora que se cumplen diez años de la tragedia, la madre de Cristina Arce, Isabel de la Fuente, charla con LA RAZÓN para recordar cómo vivió aquellos días y el juicio que sobrevino después. Con un halo de resignación, Isabel huyó desde el principio del papel de víctima: dice que está «bien», que va «tirando» y que poco a poco se ha «acostumbrado a vivir con ello», nunca a superar algo como la muerte de una hija tan joven y en esas circunstancias. Dice que le ayudó mucho en su día la asociación Alaia, especializada en el duelo, y le sirvió para relativizar: «Al final, fíjate, es que siempre hay alguien lo está pasando peor», piensa.

Para ella, la mayor pesadilla de su vida «comenzó» la madrugada del 31 de octubre al 1 de noviembre de 2012 sobre las 7 de la madrugada, cuando sonó su teléfono móvil. Era su hija Verónica diciéndole que había pasado «algo» en el Madrid Arena y que le habían escrito las amigas de Cris por WhatsApp porque no la encontraban. «Como ellas estaban en el Hospital 12 de Octubre pues nos fuimos corriendo para allá y allí nos entregaron su chaqueta, el DNI... Como también había Policía, les entregamos el DNI a ellos y ya supongo que investigarían». También les dejaron ver a la muchacha que estaba allí ingresada, otra de las víctimas de la tragedia, «pero no era Cris y entonces fuimos a buscarla por los hospitales».

El duro peregrinaje, aunque todavía guardaban esperanzas de encontrarla bien, duró poco, hasta que el teléfono volvió a sonar. Esta vez era la Policía, el Grupo V de Homicidios de la Jefatura Superior de Madrid, que les pedían que se personaran en sus dependencias. «Nada más llegar ya nos dijeron que Cristina había muerto. Supongo que con el DNI cotejarían las huellas del cadáver que había en el Anatómico Forense y vieron que era ella». Fue el padre de la joven quien se acercó al edificio, entones situado en Ciudad Universitaria, a identificar el cuerpo.

«A partir de ahí todo fue un caos. Había muchísima gente en el tanatorio y, claro, tú no estás del todo...yo no era aún muy consciente de lo que había pasado. Eso ya es con el paso del tiempo cuando lo vas asimilando». Pero no solo por el shock, que hace que no recuerde muchas cosas de aquellos días, sino porque al principio hubo mucha confusión mezclada con ánimo de ocultar la realidad por parte de los organizadores. «Al principio nos dijeron que es que habían tirado unas bengalas, pero nadie sabía muy bien cómo había sido, hasta que con mi abogada fuimos descubriendo poco a poco lo que había pasado».

Es ahí, cuando empezaron a salir los detalles, cuando comenzó a sentir «mucha rabia» al ver que «la gente hace las cosas por dinero y nada más». Se refiere, por ejemplo, al promotor del fatídico evento, el empresario Miguel Ángel Flores, que vendió el doble de entradas del aforo máximo de permitido (ya las había empezado a comercializar antes incluso de firmar el contrato) o al doctor Simón Viñals –entonces octogenario–, y al que tiene más inquina ya que fue él quien atendió a Cristina en la rudimentaria enfermería montada y no hizo mucho (no lo que marcan los protocolos) por salvar su vida, según explicarían varios sanitarios profesionales en el posterior juicio que se celebró en enero de 2016.

De aquellos días de sesiones diarias en la Audiencia Provincial de Madrid nunca esperó mucho. «Siempre me pareció que la Fiscalía estuvo en contra nuestra y nunca lo entendí», confiesa. Por eso las penas dictadas para los presuntos responsables de la tragedia (ninguno más de cuatro años) no le cogieron por sorpresa. «Si fuera por ellos, esto no hubiera llegado a juicio penal, querían que se quedara en una indemnización». ¿Las condenas? «Son un asco porque las leyes son un asco: si matar a alguien son 9 meses de cárcel pues el juez no puede hacer más que aplicar la ley». Lo que sí le cabreó mucho fue que absolvieran a Viñals. Por eso lo recurrieron y lo ganaron en el Supremo. «Para mí, ese médico ha sido de largo lo más repugnante de este caso. Cristina llegó viva a la enfermería y este señor consideró que estaba muerta, entonces no hizo nada por ella. Que a lo mejor luego se hubiera muerto igual, pero yo he hablado con las personas que intervinieron después y me explicaron que había posibilidades, pero es que este señor tenía 82 años, no hubiera podido reanimar ni a un gato».

Entrevista con Isabel de la Fuente, madre de Cristina Arce
Entrevista con Isabel de la Fuente, madre de Cristina ArceAlberto R. RoldánLa Razón

Con respecto a las responsabilidades municipales (el edificio donde se celebró el concierto es del Ayuntamiento de Madrid) Isabel echó en falta varias cosas. Admite que tuvo mucha empatía con la entonces alcaldesa, Ana Botella: «Yo, a nivel personal, no tengo nada malo que decir de ella. ¿Que ella era la mayor responsable? Sí, pero también hay que tener en cuenta que cuando pasó esto, ella solo llevaba un año y al señor promotor le llevaban haciendo favores muchos años atrás, de la época en la que el alcalde era Gallardón quien, por cierto, era ministro de Justicia cuando sucedieron los hechos. Entonces...ahí lo dejo». Después llegó a la alcaldía Manuela Carmena e Isabel le llevó cerca de 250.000 firmas para que, al menos, debatieran en un Pleno municipal el cierre del recinto porque carece de licencia. «Ella me dijo que lo haría, pero al final nada, entonces supongo que no les interesará por algún problema. Si se la tienen que “autoconceder” (la licencia) que lo hagan, pero al menos que parezca que todo está en orden ¿no? Porque allí se siguen celebrando conciertos y aquello sigue igual». El próximo anunciado precisamente, es para el 26 de noviembre. «Esperemos que nunca vuelva a pasar nada parecido», dice.

Y aunque la desgracia no admite matices para Isabel algo positivo fue que consiguieran la modificación de la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid, que regula las normas de seguridad que deben cumplir los establecimientos en los que se celebren este tipo de fiestas, aunque duda de su eficacia. «El cambio que nosotros promovimos endureció las sanciones y dice, por ejemplo, que una persona condenada por estos hechos no puede volver a ejercer en un negocio similar, pero eso parece que luego no se aplica». Isabel se refiere al hecho de que Flores nunca haya estado desvinculado del mundo de la noche. Fuentes cercanas al empresario aseguran que incluso desde prisión siguió dirigiendo sus negocios y algunos los tendría a nombre de terceras personas.

También saca de positivo que, aunque nunca estás libre de que «algún avaricioso aparezca por ahí», desde que ocurrió la tragedia en la que murió su hija, «todo está mucho más controlado». Por eso, Isabel pide que «los chavales que entonces tenían 7, 8 o 9 años y ahora salen de fiesta recuerden que cinco personas murieron por avaricia y por un recinto con mala seguridad y que tengan cuidado donde se meten». Y también, que «los responsables que tengan que vigilar que todo se cumple hagan su trabajo, que ahora vuelve Halloween y volveremos a las andadas». Este «recado» es la principal razón por la que Isabel quería hablar ahora.

Y es que, a pesar del poco rencor que guarda por todo lo que le ha tocado, no puede evitar emocionarse al imaginar cómo sería ahora Cris si aquella noche todo hubiera quedado en un mal sueño. «Veo a sus amigas y me imagino que con 28 años estaría trabajando de enfermera, en Alemania y cosas así, pero bueno, aprendes a sobrevivir porque esto nunca te lo quitas de encima». De hecho, los amigos de su hija, que también quedaron traumatizados (muchos estuvieron en la misma fiesta y alguno en la avalancha) siguen a día de hoy con una «manía» imposible de abandonar: cada vez que van a un local de fiesta, nada más entrar, miran a ver dónde están las salidas de emergencia para tenerlas controladas.