Jóvenes

Así son los millenials andaluces en Madrid: pasión por el arte y redes de apoyo

La peña andaluza La Gata surgió como espacio de encuentro entre los recién llegados a la capital y los que ya llevaban tiempo residiendo en ella

Peña andaluza La Gata, compuesta y organizada por jóvenes andaluces que viven en Madrid. © Jesús G. Feria.
Peña andaluza La Gata, compuesta y organizada por jóvenes andaluces que viven en Madrid.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

«Pueblo errante sabe que na’ dura. Por eso sabe de pintura también Dejarlo escrito en la pared Pa’ quien venga después». La letra de «De la tierra» de Juancho Marqués con Gata Cattana habla de identidad, de (des)arraigo y de encontrarse fuera del contexto donde están las propias raíces. Unos temas que la rapera andaluza, que vivió en Madrid durante los últimos años de su vida –falleció en 2017, con 25 años, a causa de un shock anafiláctico– conocía bien. Sus letras continúan inspirando no solo en el mundo del arte, sino que han llevado su nombre a ser casi una bandera para muchos de los que, como ella, han dejado a sus familias y sus hogares en Andalucía para venir a Madrid en busca de nuevas oportunidades. Algunos de estos abanderados son quienes forman parte, hoy, de la peña andaluza La Gata, una asociación «millenial» que busca ofrecer apoyo y reivindicar la cultura andaluza en la capital, y que celebró el pasado sábado la segunda fiesta anual desde su creación en 2021. Manuel Rodríguez, presidente de la asociación, explica que el nombre de la peña juega con el doble sentido de, por un lado, homenajear a la artista andaluza, y, por otro, al hecho de que a los madrileños se les conozca tradicionalmente como gatos.

«La Gata empieza en un concierto en Madrid del grupo sevillano Califato 3/4, que se dedica a reivindicar elementos de la cultura andaluza, como el flamenco o las marchas de Semana Santa. Allí surgió la idea de crear un espacio de encuentro para la juventud andaluza en Madrid», explica Rodríguez. Hoy, son ya casi 200 jóvenes los que forman parte de esta asociación. «Promovemos encuentros culturales, pero, sobre todo, queremos ser un grupo de apoyo entre los recién llegados y los que llevamos ya tiempo, para ayudarnos desde la búsqueda de vivienda, trabajo o actividades». Tienen, incluso, un grupo de consumo en el que cada cierto tiempo «hacemos una convocatoria en la que buscamos empresas andaluzas a las que hacerle una compra colectiva para conseguir economías de escala. Por ejemplo, con la compra de aceite de oliva».

«Existe un mantra que dice que la juventud no se involucra, pero lo cierto es que los datos que ofrece el Consejo de la Juventud, Eurostat y otras instituciones públicas, es que cada vez más niveles de asociacionismo, voluntariado y participación en lo local entre los jóvenes, bastante superiores a los grupos sociales anteriores», señala Rodríguez. Por eso, no quieren ser solo un espacio de diversión, sino también de reflexión. «Madrid es una ciudad estupenda que nos ha dado muchas oportunidades, pero también puede ser difícil si uno viene sin una red de apoyo».

En la celebración del 4 de diciembre, que tuvo lugar en Factoría Jarana, hubo un coloquio entre personajes del mundo creativo sobre la actualidad de la cultura en Andalucía, la precariedad y esas causas que promueven la migración. En él participaron el artista JLR, cuyo trabajo se ha centrado su trabajo en la reubicación y reapropiación de elementos andaluces para llevarlos a un lenguaje contemporáneo y político; Claudia GR Moneo, periodista que reivindica el feminismo andaluz a través de la memoria de nuestras abuelas, de las que dice que cada día aprende lo “importante de la vida que es estar en paz con una misma”; y Bernar USK, conocido por retratar el folklore andaluz. «La cultura acompaña a la diáspora andaluza allá por donde va», dice este último. «Cuando una persona sale de su tierra se vuelve más potente, incluso quienes no eran muy folclóricos al vivir fuera también recuperan una parte. En muchas partes de España se ven réplicas de las ferias de la primavera e incluso capillas dentro de algunas iglesias donde se recrean imágenes de culto religioso más típicas de Andalucía. Gracias a la Peña La Gata sé que, en las fechas especiales, como el 4 de diciembre o el 28 de febrero, hacen desayuno andaluz». Sin embargo, esto no ha logrado que se acabe con los prejuicios, los cuales quedan, según JLR, muy patentes en la representación cultural. «También hay un juego norte-sur en el que los códigos no son los mismos, y, cuando se intenta emular, queda raro». Asimismo, subraya que «también esta lucha contra los prejuicios se ha terminado por convertir en un abanderamiento del tópico que nosotros tenemos, y eso chirría bastante».

Desde el chiste de la siesta hasta el habla

Uno de los puntos que tienen en común estos jóvenes es el haberse encontrado con los prejuicios nacidos de los estereotipos. Tal como apunta Manuel Rodríguez, «casi todos hemos vivido lo mismo. Al haber tenido que dejar nuestro pueblo o ciudad, se le suma el hecho de encontrar cierta discriminación, sobre todo, por la manera de hablar». Unos prejuicios que «van desde los chistes de caballos, de no trabajar o de la siesta, hasta el hecho de que tenemos muchos periodistas que se han encontrado con discriminación por su acento. Nosotros podemos reírnos de lo que sea, pero en ciertos contextos, como el laboral, no es agradable».