
Reportaje
Cara a cara con la nueva imagen del Dios del Mar
LA RAZÓN accede a la restauración de la Fuente de Neptuno, que alcanza su recta final y que verá la luz las próximas semanas
Hace algo más de dos meses que no vemos al Dios de Mar. Desde entonces, todo el que pasa por la Fuente de Neptuno lo único que ve es una lona firmada por el artista Javier Mariscal. Tras ella, un equipo de restauradores y especialistas en Patrimonio trabajan en su nueva imagen. Unas obras de restauración que acaban de entrar en su recta final y que esperan finalizar en enero de 2025. Este proyecto, se remonta al mes de marzo cuando se realizaron unos estudios previos para conocer el estado del monumento. Este abarcó análisis del estado de la piedra, materiales y caracterización y determinó que había que intervenir. «A partir de ahí, se redactó un proyecto en el que se determinó ciertas fisuras, sobre todo en el mortero», explica Gema Sanz, Jefa de la Unidad de Conservación de Monumentos del Ayuntamiento de Madrid, «el mármol que se consigue en la cantera tienen un tamaño que hace que tengan que unirse con mortero. Las inclemencias climatológicas, el contacto directo con el agua y el deterioro biológico, provocaron estas grietas».
En el momento en el que LA RAZÓN accede se encuentran en plena limpieza de la cabeza de Neptuno. El primer paso fue una limpieza biológica, después se picaron las juntas del mortero hasta que llegaron a resinas de anteriores restauraciones. «Los criterios de intervención de entonces son distintos a los de ahora, por lo que es muy difícil de quitar y las conservaremos». A punto de finalizar la limpieza completa de la escultura, sólo quedaría hacer el nuevo morterado de cal y la hidrofugación.

La limpieza ha dejado a la luz el mármol blanco de Montesclaros del que está hecho esta escultura. También todos los detalles de gran calidad en la barba, los músculos y venas del cuerpo y de la serpiente que tiene el dios enroscada en el brazo que realizó su escultor, José Arias. Como imaginarán, desde su creación en 1782, son muchas las vicisitudes que esta escultura ha soportado. Una Guerra Civil, contaminación, inclemencias climatológicas, ataques de vandalismo.... entre otras muchas. Basta con fijarse un poco para detectar las diferentes restauraciones que esta ha sufrido y los distintos tipos de mármol nuevo que se han utilizado en cada una de ellas. Sin embargo, lejos de hacerla imperfecta o insignificante, la hace más especial si cabe.
Esto es así debido a los criterios de intervención que el Ministerio de Cultura tiene establecidos y que determinan que esta tiene que ser mínima, discernible y reversible. «A diferencia de la de la Puerta de Alcalá, en la que trabajamos hace unos años y que era de reparación urgente, esta se ha realizado como conservación preventiva, porque es necesario mantener los monumento», explica.

El característico tridente es uno de los trabajos pendientes. De forma inicial este era de bronce, pero tras varios robos, fue sustituido por uno de hierro. «Esa es la idea que teníamos contemplada pero gracias a los análisis que hemos llevado a cabo hemos descubierto que es mucho más moderno, una aleación de aluminio. La idea es mantenerlo y protegerlo para que no se deteriore», explica Macarena Lucas, Responsable del Departamento de Restauración de Garanza. También una de las manos que pueden reproducir de forma original gracias a las fotos de alta calidad que les facilita el Instituto de Patrimonio Cultural. Para llevarlo a cabo, deberán hacer una estructura interna a base de varillas de vidrio. «Los dedos se modelan in situ con morteros de cal en la propia mano. Es la única forma de que queden mejor adheridos, sin tener que añadir adhesivos ni nada extraño a la escultura», apunta Lucas. Esta no será la única reconstrucción que harán en los próximos días, existen de menor tamaño y en zonas menos importantes por la escultura.

Pensada para embellecer
La Fuente de Neptuno es una obra emblemática de Madrid. Fue construida a finales del siglo XVIII como parte de la ordenación del Salón del Prado, un proyecto promovido por Carlos III para embellecer la ciudad y reflejar los ideales de la Ilustración. El arquitecto Ventura Rodríguez fue encargado de diseñar el Paseo del Prado como un espacio monumental que incluía fuentes dedicadas a dioses de la mitología, representando elementos de la naturaleza: Cibeles (la Tierra), Apolo (el Fuego) y Neptuno (el Mar). El diseño de la fuente fue aprobado en 1780, y aunque inicialmente Juan Pascual de Mena fue el encargado de esculpir las figuras, su discípulo José Arias completó las esculturas tras la muerte de Mena. La figura central, Neptuno, está representada sobre un carro de concha tirado por caballos marinos, rodeado de delfines que lanzan chorros de agua. Todo está realizado en mármol blanco de Montesclaros, traído especialmente para la obra.
La fuente se colocó originalmente entre el Prado de San Jerónimo y el Paseo de Trajineros, mirando hacia la Fuente de Cibeles. En 1897, se trasladó al centro de la Plaza de Cánovas del Castillo, donde permanece hoy, tras una restauración realizada por el arquitecto municipal José Urioste.

Neptuno se muestra con un tridente en la mano izquierda, que fue robado en 1814 y reemplazado por uno de hierro dorado. A lo largo de los años, la fuente sufrió varios daños. En 1842, se realizaron reparaciones en la escultura, y durante la Guerra Civil, se construyó una protección para preservarla. En la década de 1960, el arquitecto Manuel Herrero Palacios llevó a cabo una modificación significativa, añadiendo un segundo pilón para mejorar la iluminación y los juegos de agua. En los años 80 y 90, la fuente fue restaurada en varias ocasiones debido al deterioro de la piedra y los elementos escultóricos. Los trabajos incluyeron la consolidación de la piedra, reparación de los tritones y las ruedas del carro, y la restauración de partes dañadas como las manos y los dedos de Neptuno. En 1998, un acto vandálico, tras la victoria del Real Madrid en la Copa de Europa, causó daños en la fuente, como la rotura de la mano de Neptuno y la caída del tridente. Este incidente también requirió trabajos de restauración. A lo largo de su historia, la Fuente de Neptuno ha sido objeto de numerosas intervenciones para mantener su estado, preservando su significado como símbolo de la ciudad y como obra de arte representativa del periodo de Carlos III.
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