Historia

Las Casas Baratas para Carteros, un proyecto social en Madrid

Una iniciativa pionera que ha hecho historia en una capital que no tenía capacidad para dar cobijo a los miles de nuevos habitantes que a ella llegaban

Colonia de los carteros
Colonia de los carterosBNE

Las viviendas de protección oficial no son cosa de este tiempo por más que algunos, desde la ideología, se lo apropien. Las iniciativas de las llamadas “casa baratas” tiene años de historia, en ocasiones unidas a las corrientes de pensamiento higienista de finales del siglo XIX y principios del XX. A ello se unía un cierto paternalismo o iniciativas de carácter religioso. Todo eso fue mutando con el tiempo, cuando ayuntamientos, diputaciones o iniciativas impulsadas por organizaciones religiosas o políticas se lanzaron a levantar casa y bloques para dar acomodo a decenas de miles de personas que nada tenían.

El grueso de las reformas y las iniciativas en favor de estas construcciones llegó con el nuevo siglo. Con el nuevo siglo de entonces... Hablamos de la nueva centuria del siglos XX. Así, en 1907 fue creado el Instituto de Reformas Sociales que cuatro años después promulgó la primera Ley de Casas Baratas, con varios objetivos, asegurar unas mínimas condiciones de higiene en las viviendas o fomentar el crédito a la construcción. Todo un intento por orquestar aquellas iniciativas variadas que muchas veces quedaban ahogadas en la ilusión y la falta de recursos prácticos.

Todas estas “casas baratas” tenían distintos tipos de protección urbanística, por lo que no solo no se podían demoler sino que las reformas, especialmente en fachada exterior, apenas se permiten. Al fin y al cabo te “cedían” una casa, no era exactamente tuya y tenías la obligación de no hacer cambios. Al menos no grandes cambios. Eso ha facilitado que, a través de los tiempos, se mantuvieran al margen de los pulsos desarrollistas que también se dieron en lo que hoy en día es la Comunidad de Madrid. Pocos cambios también en la propiedad. Al menos hasta los últimos veinte años, en que, por su emplazamiento, en lo que ahora es “centro” de Madrid, ante el crecimiento inmenso de la ciudad, se han convertido en objetivo y objeto del deseo inmobiliario de muchos. Eso es lo que ha sucedido entre las más conocidas y extensas, como las de El Viso o Cruz del Rayo, en zonas, hoy en día, entre las más cotizadas de la capital; pero también con otras como la Colonia Retiro o la que nos ocupa, las levantadas para los carteros en las cercanías de Ventas. Ejemplos hay muchos más, como la Colonia del Manzanares o de los Infantes, entre el Río y la Casa de Campo.

Foto coloreada con la colonia al fondo
Foto coloreada con la colonia al fondoBNE

La Colonia de los Carteros, toda una gran iniciativa en un momento en que era casi inaccesible acceder a una habitación, no digamos a un piso o una casa, estaba formada por 120 viviendas unifamiliares rodeadas por un jardín, que fueron promovidas por la Sociedad Cooperativa de Casas Baratas para Carteros. Actualmente está enclavada entre las calles de Martínez Izquierdo, Orcasitas, Brescia y Avenida de Brasilia. Un concepto de ciudad jardín acotada a doce o veinte casas. Nada que ver con iniciativas llevadas a cabo en países del norte de Europa que extendían las construcciones hasta donde llegaba la vista.

Las calles, pequeñas y recoletas, que fueron pavimentadas durante la Segunda República, tenían nombres como Calle de la Bondad o de la Belleza. Unas casas que son por sí mismas muy curiosidad, alejadas de los cánones estéticos de la época y del lugar, Madrid, pues poseen unas características gabletas en lo alto de la construcción que las emparentan más con viviendas de Flandes que con otras de la ciudad de Madrid. Un homenaje a la arquitectura gótica a un paso de la muy neomudéjar plaza de toros de Las Ventas.

La construcción fue encargada al arquitecto Enrique Martí y realizada entre 1921 y 1930, en los terrenos de la denominada antigua huerta del Catalán a la huerta de Orcasitas. Un nombre, para la misma ubicación, que cambia según la fuente consultada. Unas viviendas, rodeadas de casas y construcciones que se han mantenido “casi” inalterables en un barrio en continua transformación. Hasta hoy.