La semana

Mónica García da oxígeno a su heredera y caldea la protesta contra la sanidad de Ayuso

A las puertas de las elecciones europeas Manuela Bergerot, la líder de Más Madrid, alienta las quejas y defiende los planes del Gobierno con la ministra de Sanidad a la cabeza

Mónica García y la portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Manuela Bergerot en la Pradera de san Isidro.
La ministra Mónica García y la portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Manuela Bergerot en la Pradera de san Isidro. Gonzalo Pérez La Razón

La ministra de Sanidad, Mónica García, ha vuelto esta semana a la Pradera de San Isidro. El año pasado lo hizo como candidata por Más Madrid en la campaña de las autonómicas, acompañada de sus mayores políticos, Yolanda Díaz e Íñigo Errejón. Este, ha paseado junto a las portavoces de su formación en el Ayuntamiento y en la Comunidad, Rita Maestre y Manuela Bergerot. La primera quiso ser una de las protagonistas del día más importante de la capital al ausentarse en la entrega de las Medallas de la Ciudad. El acto institucional era para ella un «blanqueamiento» a Israel al condecorar a la comunidad judía, pero su vacío apenas generó ruido: el reproche del alcalde por tomarse libre el día más importante de Madrid y la afirmación de la portavoz de Vox, Rocío Monasterio («Cuantos menos comunistas, mejor»).

El rato de notoriedad lo rompió enseguida la polémica por la ley sanitaria de su jefa de filas en Madrid. Bergerot utilizó la Ley de Gestión Pública e Integridad del Sistema Nacional de Salud, impulsada por Mónica García, para incrementar sus críticas a Isabel Díaz Ayuso en vísperas de la movilización por la sanidad pública. La líder de la oposición caldeó la protesta de mañana con el cartel de la nueva norma de su jefa, que pretende limitar la gestión de los servicios públicos de las empresas privadas.

«La sanidad no se vende, se defiende» fue la pancarta más utilizada la pasada legislatura en las convocatorias encabezadas por Mónica García. El apocalipsis sanitario que dibujó la formación de izquierdas no impidió que el PP se hiciera con la mayoría absoluta en la región. Ahora, con García en el Consejo de ministros de Pedro Sánchez, su partido reedita un nuevo capítulo del cataclismo de la gestión sanitaria madrileña que quiere trasladar.

A las puertas de las elecciones europeas, la líder de Más Madrid alienta las protestas previstas para mañana y defiende los planes del Gobierno, con García a la cabeza. «Su modelo es un fracaso, hay un millón de personas en lista de espera...En la sanidad se puede estar del lado del negocio o de lo público», espetó esta semana a la presidenta y advirtió que a Madrid sólo le van a quedar dos opciones una vez aprobada la norma: «sumarse al blindaje (de la sanidad pública) o van a tener que hacerlo por imperativo legal». El Gobierno de la Comunidad manifestó su estupor porque la ley se haya elaborado sin consensuar con las comunidades autónomas, encargadas de la gestión sanitaria.

[[H2:«Reventar Madrid»]]

El proyecto de Mónica García quiere limitar y facilitar a las autonomías la reversión de la gestión privada de los servicios públicos y mejorar los procedimientos de auditoría y transparencia, un ataque al modelo de colaboración público-privada, según el Gobierno madrileño, que no es nuevo. García ya manifestó la pasada legislatura su absoluto rechazo a la colaboración de las mutuas con los centros públicos. Ahora, desde Sanidad, pretende aplicar su modelo para «reventar toda la Comunidad de Madrid por envidia, sectarismo y política», reprochó Ayuso en el pleno de control al Gobierno.

La sesión, convertida una vez más en un cruce de acusaciones de alto voltaje, tuvo a Mónica García y su proyecto en el fuego cruzado entre la mandataria popular y la líder de la oposición. Pese a que la ministra abandonó esta legislatura la Cámara madrileña para formar parte del Gabinete de Sánchez, el cara a cara entre Ayuso y Bergerot se centró en el giro en la gestión sanitaria que quiere impulsar García, una baza para la notoriedad de la líder de la izquierda en la semana en la que la presidenta zanjó la polémica surgida en Alpedrete.

La popular pidió al alcalde del municipio madrileño que rectificase y éste repuso el nombre de Paco Rabal y Asunción Balaguer a una plaza y un centro cultural, frenando así la deriva de la decisión adoptada con los votos de PP y Vox. «Ni censura, ni borrado, ni sectarismo ideológico. La cultura tiene que ser libre y plural», dijo la también presidenta del PP madrileño. «Desde Comunidad de Madrid y PP de Madrid estamos totalmente en contra de la decisión», aseguró en X, una afirmación que frenó en seco la «torpe» medida el día en el que el foco estaba puesto en el Ayuntamiento de Madrid. José Luis Martínez-Almeida entregaba las medallas de la Ciudad orillando la controversia generada por Más Madrid en torno al reconocimiento a la comunidad judía.

El alcalde reivindicó la figura del Rey frente a los «experimentos dudosos» y las «rupturas» y adelantó que la capital celebrará los diez años de reinado «como merece».

Tras el delirio madridista vivido en Sol y Cibeles, el Patio de Cristales del Consistorio se convirtió en la sede del San Isidro más constitucional y monárquico.

Los seguidores del Rayo Vallecano, reconocido con la Medalla de Honor, mantuvieron la contención institucional. Martínez-Almeida garantizó que Madrid seguirá siendo «icono de convivencia y unión entre los españoles» mientras Rita Maestre lo celebraba en la Pradera de San Isidro.