El Madrid de

Norma Ruiz: «Entender la profesión es sentir la empatía»

La actriz interpreta en el Teatro Bellas Artes la obra «Las que gritan», la comedia que cuenta historias tan dramáticas como verosímiles

Norma Ruiz, actriz. © Jesús G. Feria.
Norma Ruiz, actriz.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Ni le llegó por casualidad ni se adentró en el sector por probar: el arte ya lo llevaba en las venas. Empezó haciendo comedias infantiles con ocho años; luego estudió danza española en el conservatorio; y no fue hasta padecer una lesión cuando su futuro la condujo al mundo de la interpretación. «Siempre he sido muy creativa. Si algo estaba claro es que me dedicaría a algo relacionado con el artisteo», cuenta.

Tuvo la suerte de contar con un entorno familiar que la introdujo en la cultura del cine y del teatro. En su casa se veían los clásicos, por eso, en su memoria siempre estará Vivien Leigh en «Lo que el viento se llevó», su favorita. «Yo quiero hacer lo que esa niña», decía.

Norma Ruiz supo aprovechar las oportunidades culturales que su ciudad natal, Madrid, además de su familia, le ofrecieron. Recuerda las funciones de Lina Morgan en el Teatro de La Latina, así como los inicios en su interés por los musicales desde muy pequeña, y todo ello la ha llevado a «luchar por ser una actriz muy completa», confiesa. No se ha establecido en ningún nicho y le gusta aprender cantando, bailando e interpretando. «Sobre todo me gusta retarme, seguir conociéndome», dice, razón por la que la hemos encontrado haciendo comedias a la vez que la vida entera de Rocío Dúrcal.

Norma Ruiz, actriz. © Jesús G. Feria.
Norma Ruiz, actriz. © Jesús G. Feria. Jesús G. FeriaFotógrafos

Celebra que cada vez haya más diversificación, «sigue habiendo un teatro comercial, que ya lo había cuando yo empecé, pero la oferta es muy variada», indica. «Existen salas de muy alta calidad, como puede ser el Teatro del Barrio, con obras muy interesantes. Creo que hay mentes más abiertas para consumir contenido de todo tipo». Por otro lado, destaca la actual multiprogramación, algo que antes era impensable. «Que un teatro acogiese más de una función o que duraran poco las obras no era lo normal». De hecho, su primera obra en Madrid, titulada «Por los pelos», en el Teatro Príncipe, duró siete meses. «Ahora la rotación manifiesta que el espectador no quiere perderse nada. Y quitando los musicales, si te interesa una función tienes que correr a verla porque difícilmente durará más de un mes». Sin embargo, la diferencia de los precios entre el teatro comercial y las pequeñas salas, así como la posibilidad de contar con un margen temporal para poder ver y digerir obras de teatro abre un debate que lleva a repensar la apuesta cultural del panorama actual.

«Presto atención especialmente al mensaje, es algo en lo que me paro mucho a la hora de elegir el proyecto en el que me involucro», comenta la actriz, «lo que no significa que no me guste pasármelo bien y disfrutar en el escenario haciendo comedia»; y navegar entre el drama y la comedia no es tarea fácil, sobre todo si se hace en las tablas de un teatro. «El esfuerzo y el sacrificio que tiene el teatro no lo tiene otra disciplina», considera, pues pese a trabajar en cine y televisión, nada es comparable con saber que «el público está ahí». Y aquello que se dice de la resaca emocional de los actores tras una obra, Norma Ruiz lo confirma: «Se requiere estar bien mental y físicamente».

El proceso de construcción de un personaje es una de las fases más importantes para la actriz: «Todos tenemos algo de los personajes, aunque digamos que no, como una psicópata, una prostituta, una tirana o una naif. Descubrir lo que tengo de cada uno de ellos es un acercamiento que me gusta hacer, yo trabajo con una construcción de dentro hacia fuera». Una vez se consigue, dice Norma, «es cuando entiendes la profesión, que no es otra cosa que sentir la empatía».

De Norma Ruiz a Lola, en contra de lo perfecto

En «Las que gritan», Norma Ruiz interpreta a una mujer que quiere demostrar ser perfecta. Romper esa rueda cargada de apariencias no es tarea fácil y Lola teme a hacerlo enfrentándose al qué dirán. «Todas necesitamos parar y preguntarnos qué es lo que realmente queremos», dice Norma Ruiz, «un mensaje de la obra, pero completamente adaptado a la realidad frenética en la que vivimos».

Y para ello, recomienda desconectar paseando por El Retiro, comer una buena pasta en el italiano «Ouh...babbo!» o la ensaladilla de Taberna Laredo.