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Reportaje

Nunca es tarde para iniciarse en la fe cristiana

Treinta y tres personas de 17 a 66 años harán el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía este Sábado Santo en Getafe

Un momento de la Vigilia Pascual de 2024 LRM

Los padres de Samuel Mielgo (Madrid, 1979) estaban bautizados, habían hecho la Comunión, pero no se habían «entregado mucho». Lo que tenía Mielgo con la religión era más un «contacto social». «Conoces la Semana Santa, pero no la tienes interiorizada», cuenta Mielgo por teléfono. Pero su familia había dejado a su elección el hecho de bautizarse, que le llega ahora con 45 años. Este Sábado Santo, en la Vigilia Pascual, Mielgo será una de las 33 personas que realizarán los tres sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. Los harán en la catedral Santa María Magdalena y en la basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en Getafe (Madrid).

Nuria Ramos es la secretaria del Catecumenado de la Diócesis de Getafe, que se dedica a llevar a las personas que no han recibido el bautismo y lo piden una vez que son mayores. Esta delegación para adultos lleva 20 años instituida y Ramos está en el puesto desde 2007. Según Ramos, el número de adultos que realizan la iniciación está aumentando con los años. «Antes eran más los extranjeros. Gente que venía de Sudamérica. Y también gente de países africanos. Y venían a España y se bautizaban», explica en conversación telefónica. «Ahora veo que cada vez más españoles piden el bautismo, porque sus padres, la mayoría de las veces, han querido esperar a que eligieran de mayores. Porque quizás uno de los padres era católico y el otro no. Y también hay casos en los que los padres están en contra de la religión católica y les han inculcado pensamientos ateos. De mayores, se dan cuenta de que hay algo que falla. Y llegan a través de familiares, amigos, etc.». El año pasado fue el año con el récord máximo de catecúmenos: 35. Este año son 33.

Los catecúmenos en el día del Rito de la Elección, el pasado 9 de marzo, el primer domingo de CuaresmaDiócesis de Getafe

Para Ramos, esta subida es también una respuesta a los tiempos actuales: «Hoy en día no hay nada certero, nada sólido. Cada uno piensa una cosa. El hombre de hoy busca cosas sobre las que asentar su vida. Roca firme donde empezar a construir».

En la familia de Sara Rodrigálvarez (Madrid, 1994) no había nadie creyente. Pero «sintió una necesidad», dice por teléfono. «Con el tiempo he comprendido que siempre la he tenido. Pero una amistad en la Universidad me hizo despertar», cuenta Rodrigálvarez, que añade que esta revelación la enfrentó con todas sus creencias. Ahí comenzó su cuestionamiento: ella había vivido siempre en la «negación constante: Dios no existe; me enfadaba y llegaba incluso a desvalorizarlo».

Y habla de un autoestigma, no tanto que su entorno la juzgara. «Cuando has negado algo con tanta vehemencia en tu entorno, al final el resto no cree las mismas cosas que tú. Yo lo comprendo. Genera sorpresa». Ahora ella, cree que «antes creía una cosa y ahora ha visto la verdad» y es «mucho más feliz, no está enfadada todo el rato». Además, añade que ha llegado a la fe a través de la música, concretamente del grupo Hakuna.

Brisley Fajardo es uno de los casos de extranjeros. Esta venezolana de 28 años cuenta que creía en Dios, pero no iba a la Iglesia. Y fue una mezcla de algunas cosas lo que le hizo empezar este proyecto. «Algo dentro de mí fue creciendo y me decía que necesitaba algo. No sabía el qué, pero lo necesitaba», explica en una llamada. Además, ella veía que su marido «vivía con una paz que ella no tenía». Sentía Fajardo que se le estaban complicando algunos asuntos emociones y no sabía dónde buscar las respuestas, añadido al hecho de la emigración. «Con Dios me siento más protegida, me ha dado seguridad. Me aferro a creer y a dejarle las cosas a las manos de Dios. Y eso me sienta bien. Antes quería controlar todo yo y obviamente hay muchas cosas que no están en mis manos y eso me pone muy mal».

Una joven recibe la Primera ComuniónDIócesis de Getafe

En este sentido, Ramos cree que no es tanto soltar el control, sino que es una cuestión de confianza. «La vida es confianza. De lo que nos dicen nuestros padres, nuestros profesores. Pues es lo mismo con Dios».

También Ramos considera que los jóvenes adolescentes están llegando más. Adrián García (2001, Madrid). A este joven, que se dedica a ser animador en residencias de mayores, le dijeron: «Yo estaba obrando como si Dios ya estaba obrando en mí. Pero me faltaba saber que lo estaba haciendo. Me ha ayudado a ponerle más ahínco a todo lo que yo hacía, a hacer todo más plenamente», cuenta por teléfono. «No hago las cosas para obtener algo, pero me preguntaba el por qué de hacer las cosas. Ahora le he encontrado el sentido: hago el bien para que Dios me tenga en cuenta», dice García, cuyos padres estaban bautizados pero también le habían dejado a él la elección, cuando fuera más mayor, de seguir ese camino o no.

Los cuatro, que esperan con ganas el evento del sábado, coinciden en que el camino no termina ahora, sino que acaba de empezar.