Madrid
El protocolo del cierre de parques, abierto a cambios... aunque con «peros»
La norma que obliga al cierre por altas temperaturas, creada por Manuel Carmena, no se tocará este verano. Para invierno, podría flexibilizarse
El Retiro y otros ocho parques históricos de la capital, cerrados «por condiciones meteorológicas adversas». Se trata de una alerta que, en las últimas semanas, ha pasado a ser habitual: en torno a diez ocasiones ha sido necesario, bien por rachas de viento, bien por temperaturas extremas, bien por ambos factores. Desde el Ayuntamiento de Madrid lo subrayan una y otra vez: el Consistorio se está limitando, ni más ni menos, que a cumplir una normativa que tiene su origen una década atrás.
Como recuerdan desde Cibeles, en 2014 se produjeron dos tragedias en El Retiro que acabaron llevando a los actuales protocolos. En junio de aquel año, un hombre de 38 años falleció tras caerle encima una rama, mientras que una niña resultó herida un mes más tarde tras caer un árbol junto a un banco. Así, en mayo de 2016, con Manuela Carmena al frente del Consistorio, comenzó a aplicarse el primer protocolo de actuación, fruto de los trabajos llevados a cabo bajo la dirección de un Grupo de Expertos. Dicho protocolo fue incorporado al Plan Director de Arbolado de los Jardines del Buen Retiro, otro de los documentos que se estaban desarrollando. Ambos recibieron luz verde.
En marzo de 2018, falleció un menor en El Retiro, tras caerle encima un árbol. Eso llevó a realizar una «importante revisión» del protocolo y a su modificación. Finalmente, el Pleno del Ayuntamiento lo aprobó en abril de aquel año y la Junta de Gobierno, entonces con Ahora Madrid en funciones, lo aprobó en junio de 2019.
Cuatro niveles
El protocolo vigente establece cuatro niveles de alerta, según unas «variables meteorológicas establecidas a partir de unos umbrales de alerta por viento y nieve» por parte de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Y es que, dichas variables, al igual que las «temperaturas extremas», pueden dar pie a la caída de ramas. Y el calor también es un factor: por encima de los 35 grados, se pueden producir desprendimientos. Especialmente, con una combinación con el viento a velocidades por encima de los 55 km/h.
Los niveles son los siguientes: verde, corresponde a aquella situación en la que ninguno de los factores meteorológicos supera el umbral mínimo establecido; amarillo: no existe riesgo para la población en general, aunque sí implicaría cierta probabilidad de caída de ramas o de arbolado; naranja: existe un riesgo importante con mayor probabilidad de caída de ramas y arbolado (se recomienda el desalojo y se balizan zonas de riesgo); y rojo: el riesgo es muy importante, con una probabilidad elevada de caída de ramas y arbolado en los jardines, lo que conlleva el cierre de parques.
El delegado de Medio Ambiente, Borja Carabante, e incluso el propio alcalde, han manifestado su intención de cambiar el protocolo... pero con una serie de condiciones. Para empezar, tiene que haber consenso entre todos los grupos municipales, con la idea de que no se «utilice políticamente» una posible desgracia.
Reunión sin acuerdo
Sin embargo, la Mesa del Árbol celebrada el pasado junio escenificó la falta de consenso. Más Madrid y PSOE (partidos que cogobernaban cuando se aprobó el protocolo) criticaron su aplicación, si bien Más Madrid propuso identificar los árboles en peor estado del Retiro para balizarlos y evitar el cierre total. Por la parte socialista, Reyes Maroto propuso un debate sobre los parques históricos de la ciudad, sugiriendo la habilitación de algunos sectores para que los ciudadanos «puedan también disfrutar de unas mejores temperaturas».
Por su parte, Borja Carabante contestó explicando que en parques de la magnitud del Retiro «no hay ninguna zona segura», porque todas son susceptibles de la caída de árboles. El delegado avanzó que, para el presente verano, no se va a tocar el protocolo. Eso sí, dejó la puerta abierta para retomarlo en invierno, una época «que también conlleva muchos cierres». Una solución podría ser analizar individualmente la situación de cada parque, para valorar si es posible individualizar el protocolo. Y es que, por ejemplo, El Retiro tiene mayor riesgo por la antigüedad de sus árboles, pero «no tiene nada que ver» con el parque Juan Carlos I. En esencia: flexibilizar la normativa, sí... pero manteniendo «el principio vital»: la «seguridad de los visitantes».
En sus últimos informes, y dada la combinación de factores de riesgo (masa arbórea de edad madura, uso intensivo por parte de la ciudadanía, episodios meteorológicos extremos), los técnicos del Área de Medioambiente opinan que el protocolo «actúa como un sistema de gestión anticipada del riesgo estructural, basado en variables meteorológicas objetivas y en el principio de precaución».
Teniendo en cuenta la edad y el tipo del suelo de los parques, «no se encuentran razones que aconsejen introducir modificaciones que debiliten la capacidad preventiva del protocolo, especialmente en lo relativo a las alertas naranja y roja», concluyen.