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Visita exclusiva
En 2027 se cumplirá el centenario de la generación de poetas más importante de nuestra literatura. De uno de sus máximos exponentes y Premio Nobel, Vicente Aleixandre, se mantiene en Madrid una de las joyas de su patrimonio, la casa de tres plantas en la que vivió desde el año 27 hasta su muerte, aunque en dos épocas distintas. Se puede visitar hoy para quienes reservasen la actividad hace días. Precisamente, la calle en la que vivía acabó recibiendo su nombre, algo que según apunta Alejandro Sanz, presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, «nunca convenció al autor». De hecho, el nombre original de esta calle era Wellingtonia (nombre de una secuoya de California), el cual acabó castellanizando Aleixandre para dar nombre a su casa, Velintonia, la cual la Comunidad de Madrid protegerá próximamente como Bien de Interés Cultural y restaurará para convertirla en La Casa de la Poesía. «No queríamos que fuese una casa museo sin más, sino que volviese a tener vida propia, albergando exposiciones, lecturas o talleres», comenta Alejandro. Desde su Asociación aclaran que su idea es que la intervención en la casa «sea mínima», para que se siga respirando la época en la que el autor escribió su obra y sin maquillar excesivamente el paso del tiempo.
El inmueble, ubicado oficialmente en el número 3, originalmente también ocupaba el actual número 5, que pertenecía a la misma fachada pero que se dividió en el año 40. En el mismo año también se decidió reducir el salón y concentrar todas las salas comunes en la planta baja, ya que solo vivían él y su hermana Conchita, además de por sus problemas de movilidad y así evitar los desplazamientos al sótano y la planta superior. En su primera etapa, el grandioso salón sirvió para acoger a los grandes poetas de la generación, como Lorca, quien incluso llegó a tocar el piano en esta casa.
«Velintonia siempre estuvo abierta a los demás», asegura contundentemente Alejandro, quien ejercerá hoy como único guía de todas las visitas. Entre estas paredes el autor recibía a poetas jóvenes interesados en leerle sus textos, así como otros artistas contemporáneos. Para mantener este concepto de visita, Alejandro espera que las experiencias guiadas siempre sean de un número reducido de personas, para que así se puedan apreciar también los sonidos que tiene esta privilegiada ubicación: «Queremos que sea un viaje emocional, no un museo al uso» . «La idea no es solo reproducir el paisaje visual de la casa, sino también el sonoro y el lumínico, con bombillas de 40 W», apunta el presidente de la citada asociación. Aunque aún es pronto, asegura que para el centenario de la generación –y de la casa– se programarán multitud de actividades tanto en el interior del inmueble como en su jardín.
Durante estas cuatro décadas en las que las casa ha estado abandonada, el paso del tiempo ha dejado su huella en humedades y óxido, lo que para los ojos de Alejandro, debería intentar conservarse en la medida en la que sea posible y que no signifique un peligro para la conservación del edificio: «En definitiva, estas huellas reflejan también el olvido al que a veces condenamos a nuestros artistas, intelectuales o patrimonio cultural».«Incluso, la casa en este tiempo ha tenido okupas. Se han llevado grifos y utensilios de la época», comenta. Sin embargo, la mayoría del patrimonio de muebles y objetos personales del autor lo conservan sus herederos, aún en negociaciones con la Comunidad para adquirirlos para una futura exposición.
Entre otras curiosidades de la vivienda, Alejandro señala las vigas de hierro que la sostienen: «Estas salvaron la casa». La casa resultó dañada, aunque no destruida, durante los bombardeos de la Guerra Civil, cuando esta urbanización estaba en pleno campo y pertenecía al extrarradio de la capital. Alejandro también narra cómo el premio Nobel se enteró de tal reconocimiento durante una entrevista con una radio francesa. También se conservan varias apariciones en Televisión Española. Sin embargo, todos los registros e imágenes que se tienen de la casa pertenecen a su segunda etapa, más allá del año 40. Por ello, se ha rechazado siempre la idea de reformar la casa según su apariencia original de 1927, cuando fue epicentro de la Generación, dada la falta de documentación más allá de planos. Durante la visita, Alejandro reconoce las marcas del cabecero de la cama en la que escribía sus obras tumbado o contestaba las cartas, cuando ya estaba delicado de salud desde que le quitaran un riñón. Estas son algunas de las joyas que aún se pueden rescatar en esta última oportunidad de conocer estas paredes en su estado original. Una oportunidad para la que se agotaron las entradas en cuestión de minutos, «lo que demuestra que el legado de Aleixandre está totalmente vigente y conserva una gran expectación».
La Comunidad de Madrid adquirió la vivienda el pasado abril en una subasta pública por 3,1 millones de euros, tras años de reclamaciones por parte del sector literario y asociaciones culturales que abogaban por su recuperación. Por entonces, el Consejero de Cultura Mariano de Paco, ya reconocía que «estamos hablando con la Fundación Generación del 27, en Málaga, para conseguir también el dormitorio de Vicente Aleixandre. A la vez, están negociando la adquisición del archivo con Ruth Bousoño, viuda de Carlos Bousoño, amigo íntimo del poeta y titular del mismo.
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