Salud

«El suicida no quiere morir, quiere dejar de sufrir»

Supervivientes y profesionales quieren que se rompa el tabú: ha llegado la hora de informar del suicidio con vistas a prevenirlo

Fernando, superviviente de suicidio, y Carlos, padre que perdió a su hija
Fernando, superviviente de suicidio, y Carlos, padre que perdió a su hijaAlberto R. Roldán

Escribir para un medio de comunicación sobre el suicidio, ya de por sí, supone «transgredir» algunos dogmas que nos enseñaron en nuestros inicios en el oficio. «Suicidio llama a suicidio», se decía en las redacciones. «Efecto llamada», se dijo después. Lo cierto es que algo de eso hay. Pero el problema no es informar sobre el suicidio, sino cómo se informa. Esa es una de las lecciones que quieren difundir tanto los profesionales de la salud mental como los supervivientes de suicidio. Así lo pusieron de manifiesto en un encuentro celebrado ayer en el Instituto de Psiquiatría del Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Y una de las conclusiones es que, quizá, ya es hora de hablarlo.

«La persona que se quiere suicidar no quiere morir, quiere dejar de sufrir, porque está enferma», afirmó ayer Carlos Soto, cuya hija se suicidó hace casi una década, cuando acababa de cumplir 18 años. «Tenéis que hablar mucho del suicidio. Romper ese estigma, que llegue a colegios e institutos», añadió Carlos, dirigiéndose a los periodistas. Y es que, explica, cuando Carlos y la red de psicólogos con los que colabora, Princesa 81, se han acercado a los centros educativos para ofrecer su experiencia en este tema, se han encontrado con las puertas cerradas. Quizá, precisamente, por ese «suicidio llama a suicidio»; no es un tema del que apetezca hablar. «Es la primera causa de muerte entre los adolescentes. No quieren que les hablemos del tema, pero después, se les permite ver series de televisión donde sí que se trata», añade.

Tanto Carlos como Marisa Barrigón, psiquiatra del Gregorio Marañón, coincidieron en que «comunicar puede salvar vidas». Ahora bien, «informar, pero hacerlo bien», sostiene la doctora. Ambos recordaron las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a los medios de comunicación a la hora de abordar el problema. Una de ellas, por ejemplo, es evitar concretar el método y el lugar del suicidio, ya que los métodos y los lugares pueden imitarse. «Y no romantizarlo», subraya Barrigón. De hacerse así, la difusión en medios puede tener incluso un «efecto protector», en las antípodas del «efecto llamada».

En lo que respecta a la Comunidad de Madrid, se trata de la región con la tasa de suicidios más baja por cada 100.000 habitantes: 5,91 casos frente a los 8,22 de la media del país, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Unas cifras que «no son un consuelo, porque detrás de cada persona hay una tragedia ampliada», explicó por su parte Mercedes Navío, psiquiatra y gerente asistencial de Hospitales en la Comunidad.

De acuerdo a Navío, «los varones consuman más el suicidio que las mujeres, siendo más frecuente en las personas de mayor edad. Pero son los jóvenes los que lo intentan más».

Dentro de ese primer perfil, Fernando, de 64 años, y superviviente del suicidio, quiso dar su testimonio. Y a cara descubierta. Un paso muy difícil y que ha dado con el único fin de ayudar a otros como él. En su caso, sucedió hace más de un año, y estuvo precedido por un enorme nivel de estrés en su trabajo.

«Es algo que tienes dentro, como un vacío que es imposible llenar. Sientes que no vales para nada. He tenido dolores físicos en mi vida, pero como esto no hay nada. Te vas echando todo a tu espalda, te crees que eres supermán, el cuerpo te da los primeros avisos –en su caso, una hinchazón en el ojo que le dijeron que podía tratarse de un ictus–, pero no le cuentas nada a nadie», relata.

Si tuviera que lanzar un mensaje a personas que han pasado lo mismo que él, sería que «cuando te sientas así y que el cuerpo te avisa, estás con un nivel de estrés que no te das cuenta, y tienes que decir que estás bien... es fundamental pedir ayuda, no estarlo guardando todo como yo hice, porque tienes una enfermedad». No anticipar y no echarse a la espalda problemas que no son suyos son otras de las lecciones que Fernando ha aprendido. Y no asustarse por ir al médico, algo de lo que se arrepiente por no haber recurrido antes. «No sabía ni quién era mi médico de cabecera».

A un año para la jubilación, Fernando nunca tendrá suficientes palabras de agradecimiento para los profesionales del Gregorio Marañón. «Ha cambiado todo. Antes, en casa, no hablábamos, se daban por hechas muchas cosas. Ahora es distinto. Llevo más de cuarenta años casado. Ahora nos consultamos en pareja, en la familia nos abrazamos más. Hemos aprendido muchas cosas. He aprendido a vivir». Pero el camino de la recuperación es largo. «No estoy ni al veinte por ciento de lo que estaba».

En este contexto, la consejera de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Fátima Matute, anunció la incorporación a la historia clínica electrónica de los pacientes de una nueva herramienta digital denominada Alerta de riesgo de Suicidio (ARSUIC), que facilita la asistencia sanitaria a los pacientes en seguimiento por conducta autolítica y refuerza la colaboración entre el médico de Atención Primaria y los profesionales del SUMMA 112.

La consejera explicó que el objetivo de esta medida es «prevenir, mejorar la calidad de la atención y no estigmatizar esta conducta entre los propios especialistas y la población».

Para su aplicación, la Oficina Regional de Salud Mental y Adicciones pondrá en marcha cursos de formación para los profesionales facultativos de Psiquiatría y Psicología Clínica, así como sesiones de difusión general en Atención Primaria y SUMMA 112.

Del mismo modo, Matute recordó que el Plan de Salud Mental y Adicciones ha incorporado más de 700 profesionales específicos en esta área en los distintos niveles asistenciales y categorías de la sanidad pública madrileña. Entre ellos se encuentran los 21 equipos de intervención domiciliaria del que este Instituto del Hospital Gregorio Marañón «es un referente», al contar con un plan integral de tratamiento personalizado según el nivel de riesgo.

Por otro lado, todas las consejerías trabajan de manera coordinada en este ámbito para, desde sus competencias, seguir avanzando en la prevención de estas conductas, actuando en los 179 municipios y colaborando con otras entidades como Adif, Renfe o Metro, además de organizaciones sin ánimo de lucro y del Tercer Sector.

Por último, Mercedes Navío lanzó un mensaje para las familias afectadas. «Es muy importante no buscar culpables. Todos somos corresponsables pero no culpables. “Hice esto, hice aquello”... Es importante que tengamos esa visión positiva y no culpabilizadora».