Crítica de cine
Más allá de la guerra civil
Dirección: Óscar Aibar. Guón: Albert Sánchez Piñol. Intérpretes: Álex Brendemühl, Pere Ponce, María Molins. España, 2012. Duración: 90 minutos. Drama fantástico.
Lo comprendo: que alguien piense al leer la sinopsis de «El bosque»: pues vaya por Dios, con otra película española sobre la guerra civil nos hemos topado; sobre lo bueno que eran unos, lo malo que eran otros, siempre la misma historia, la misma y triste historia. Pero Óscar Aibar («Platillos volantes», «El gran Vázquez») no tiene de tonto un pelo, de ahí que en su nuevo largometraje haya decidido sorprendentemente combinar el tono dramático con el género fantástico y trastocar, hasta cierta medida, tópicos y papeles. Los resultados: una familia del Bajo Aragón esconde un secreto ancestral: cerca de la masía donde viven unas misteriosas luces se hacen visible dos noches al año entre la maleza. Siempre en idénticas fechas. Un fulgor verdoso, blando y móvil que, suponen, se trata de una puerta a otros mundos. Mejor, entonces, no cruzarla jamás. Pero sucede lo que nadie imagina, estalla la contienda, y Ramón (Álex Brendemülh), el hombre taciturno que ha heredado la casa junto a ese misterio, decide traspasar la línea para escapar cuando se le echa encima los feroces republicanos del pueblo, para quienes es fascista quien no quiere escuchar en el casino las arengas de los anarquistas. Detrás deja a una desconcertada esposa y la pequeña hija de ambos. Hay mucha osadía en la propuesta; hay, también, una admiración grande por títulos como «El espinazo del diablo» y «El laberinto del fauno», salvando las distancias, aunque la película de vez en cuando tropiece con su propio y arriesgado guión y provoque alguna risita boba. Una metáfora, en fin, acerca de aquel tremendo episodio de nuestro pasado con un educadísimo e imponente besugo de por medio del que todos deberíamos aprender algo. Y yo sé lo que me digo.
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