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100 mil pisos para jugar y mejorar la vida de miles de personas
Hábitat para la Humanidad cambia suelos de tierra en viviendas de 14 países de América Latina y Caribe

Las casas de más de 50 millones de personas de América Latina y Caribe tienen, simplemente, un suelo de tierra. Lo que significa peor calidad de vida, enfermedades y gasto médico. En los niños, afecta a su desarrollo cognitivo y motor, sufren frecuentes enfermedades gastrointestinales que, a su vez, se traducen en absentismo escolar.
Dignificar esas viviendas es «mejorar materialmente la vida de las familias es salud, es infancia protegida y es futuro», afirma Cesarina Fabián, directora nacional de la organización Hábitat para la Humanidad República Dominicana.
Ella sabe perfectamente que eso es así porque la organización ha cambiado los suelos de tierra por pavimento de hormigón de 3.200 viviendas de 120 comunidades del país y beneficiado a 9.927 personas como parte del programa 100 mil pisos para jugar de la organización Hábitat para la Humanidad. Con esta realidad y la meta de hacer lo mismos en otras 10.000 viviendas hasta 2028 optaron a los Premios Sociales de la Fundación Mapfre, con el que han sido galardonados y recibido 40.000 euros.
Desde la puesta en marcha del proyecto 100 mil pisos para jugar, en 2022, las diferentes secciones nacionales de Hábitat para la Humanidad, organización global presente en más de 76 países de todo el mundo que ha permitido a más de 46 millones de personas acceder a una vivienda digna-, han sustituido 19.653 suelos de tierra beneficiando a 98,265 personas de 14 países de América Latina y Caribe.
Resultados medibles
«Solo en Dominicana hay unas 69.000 viviendas en esta situación. Lugares donde viven personas, sí, pero que no reúnen condiciones dignas. Así que, no hablamos de viviendas, sino de infraviviendas», subraya.
La mejora de la calidad de vida de las familias se aprecia en su vida diaria, «los niños juegan más dentro de sus casas y las familias se motivan para hacer algunas mejoras más. También hacen lo que llamamos viviendas productivas, porque las nuevas condiciones les permiten hacer emprendimientos, a madres solteras por ejemplo que abren pequeños negocios».
Esas mejoras también «están acreditadas por un estudio de la Universidad de Berkeley y el Banco Mundial, que demostraba el impacto del cambio de suelo de tierra por uno de hormigón en las familias: bajaron hasta un 79% sus gastos médicos. Concretamente, los niños sufrieron 78% menos infecciones parasitarias, 49% menos diarreas y 81% anemias). A cambio, mejoraron un 80% sus horas de juego dentro de casa, se redujo el absentismo escolar un 15% y mejoró su desarrollo cognitivo hasta un 96%».
En todo el proyecto, que cuenta con el apoyo de la Ficem (Federación Interamericana del Cemento), el hormigón empleado se produce localmente y genera empleo comunitario. Además, emplea residuos sólidos urbanos como combustible, lo que reduce sus emisiones de CO2. y evitan que vayan a vertederos.
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