Medio Ambiente
Jaque de la nueva movilidad al coche privado
La percepción el vehículo tradicional ha cambiado. A los jóvenes ya no les interesa tener uno, sino reducir la huella de carbono usando coches compartidos, bicis o patinentes
Arranca la “Operación Salida” de Navidad, una de las más importantes del año y con mayor número de desplazamientos. Entre el viernes pasado y el primer lunes de enero, la Dirección General de Tráfico (DGT) prevé que se sucedan 19,8 millones de viajes de largo recorrido en las carreteras españolas. Casi 20 millones de trayectos que se han traducido ya en siniestralidades, controles y, sobre todo, grandes atascos. El coche como medio de movilidad tiene un gran peso en nuestra sociedad (sobre todo en las grandes ciudades), y ello genera consecuencias negativas en términos de congestión y contaminación, pues el uso de marchas cortas a velocidades reducidas tiene un efecto notable en la emisión de contaminantes.
Pero los jóvenes españoles desean un futuro sin “operaciones salida”. Tan es así que el urbanita menor de treinta años empieza a considerar el vehículo privado como un capricho prescindible y ya no se preocupa de los atascos, de pagar el parking, la gasolina, el seguro, la ITV o el ticket de la ORA. Los expertos achacan este fenómeno a los efectos de la crisis económica pero, con mayor fuerza, a los nuevos hábitos de los jóvenes, que ahora se mueven a diario en bicicleta, patinete o autobús. Los datos de la DGT confirman que la edad a la que nos sacamos el carné de conducir ha aumentado y que, en muchas ocasiones, llega hasta la treintena. Entre tanto, la edad mínima para conducir un patinete eléctrico puede variar entre los 14 y los 16 años. Ya hay, de hecho, 25.000 vehículos de movilidad personal en España, según la Asociación de Usuarios de Vehículos de Movilidad Personal (AUVMP).
Esta “maraña” de la nueva movilidad, en la que cada vez se cede menos espacio al ciudadano, radica en un cambio de percepción acelerado por el éxito de las aplicaciones móviles de “car-sharing” (para alquilar y compartir vehículo), una penetración cada vez mayor de eléctricos e híbridos en los entornos urbanos o la restricción al tráfico en las almendras centrales de capitales como Madrid, Berlín o Londres. Lo que vivimos supone una revolución de pensamiento: España se dirige hacia ese escenario en el que el automóvil privado dejará de ser indispensable.
“Los “baby boomers” concebían en el coche como un producto de primera necesidad, coincidiendo con un periodo de motorización del Estado. Las familias pasaban a tener uno y dos coches por casa”, recuerda Adrián Fernández, responsable del área de Movilidad en Greenpeace España. Esta tendencia está cambiando en los países más desarrollados. “Las nuevas generaciones conciben el automóvil como un servicio, no como un producto de consumo”, constata, y añade que “el modelo de un vehículo por persona es un fracaso”. Para la oenegé conservacionista, no responde a las necesidades de la población, que pide desplazarse “a menor coste posible para su bolsillo y para el planeta".
Antaño símbolo de estatus, el coche se enfrenta ahora a un fenómeno nada halagüeño bautizado como “peak car”. Se trata del punto crítico en el que, tras más de cien años consecutivos creciendo, la venta de vehículos personales tocará techo y comenzará a caer. Según los analistas, esa desaparición del automóvil como lo conocemos ya tiene fecha: el final de la próxima década. La consultora Berylls Strategy Advisors, con sede en Múnich, prevé que para el año 2030 las ventas de coches a particulares caigan un 12%.
Si echamos un vistazo a las estadísticas de la DGT podemos hacernos una idea de lo que suponen 10 años en el mundo del automóvil. En 2007 se contabilizaron 807.620 nuevos conductores en España; una década después, en 2017, el número descendió a 385.262, menos de la mitad. Asimismo, la producción de turismos también ha disminuido. En nuestro país, cayó en 2018 por tercer año consecutivo. Mientras, el uso de empresas de transporte compartido como Uber o Cabify aumenta y las matriculaciones del sector del “renting” (alquiler de un vehículo a largo plazo) batieron su récord en 2018: ya representan un 17% del mercado.
“No consideramos que el coche privado vaya a desaparecer en ningún caso”, rechaza Noemi Navas, directora de comunicación de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (ANFAC), aunque afirma que su uso se irá reduciendo. Eso sí, señala que, cuando hacemos estos razonamientos, solo miramos a las ciudades. “Allí es donde hay una pluralidad de medios de transporte. Ahora puedes suplir huecos que antes se llenaban utilizando coches privados con otros medios de transporte, como la red pública”. Pero existe vida más allá de la metrópolis, apunta: “Hay personas que tienen que hacer trayectos interurbanos y que necesitan el coche privado para desplazarse todos los días”.
Por el contrario, Adrián Fernández ve mucho potencial en las zonas rurales. “En la España vaciada, los mayores no pueden conducir solos. Con mayor motivo si cabe, el vehículo privado no puede ser el transporte más demandado”. Para él, los pueblos y aldeas serían un campo de pruebas ideal para probar, por ejemplo, el establecimiento de vehículos compartidos por todos sus habitantes. El coche, entonces, seguirá teniendo su papel. “Sea uno compartido, una furgoneta de reparto o un taxi, hay algunos automóviles imprescindibles que van a seguir existiendo y que deben ser de cero emisiones”, reivindica el responsable.
EL FUTURO ES ELÉCTRICO
Hoy por hoy, nuestro parque móvil de 0 emisiones apenas ronda el 1% del total. Así lo indica Héctor Rodríguez, secretario de la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos (AUVE), para quien las políticas de ayudas del gobierno han sido “escasas” estos últimos cinco años. Sola, explica, la industria “no puede asumir el impacto económico que supone la electrificación”. Por ello, todavía hoy el salto al eléctrico aún encuentra algunos inconvenientes como un precio de venta superior en comparación a los de combustión. «Está claro que el futuro es eléctrico, aunque para quienes llevamos unos años con ellos sea presente y casi pasado», y prosigue: “Las ventas de coches diésel han bajado enormemente y lo seguirán haciendo en los próximos años hasta desaparecer”.
Pero la realidad más actual es que el coche tradicional con motor de combustión sigue protagonizando la movilidad de las familias. Su coste, sin embargo, no es baladí. Un estudio reciente de la OCU revela que el gasto medio de un turismo, suponiendo la amortización del vehículo, los impuestos, el seguro, las reparaciones o el carburante suman 5.830 euros al año. En este sentido, “el mantenimiento de un vehículo eléctrico suele ser hasta un 50% inferior al de uno de combustión”, según el representante de AUVE. Al no tener que realizar cambio de aceite ni de filtros, no llevar embrague ni caja de cambios y no disponer de correa de distribución, “el gasto a largo plazo se reduce presumiblemente”.
Además de los aspectos relacionados con el bolsillo, la movilidad tiene una fuerte incidencia en la salud.La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) cifra en más 518.000 muertes, las provocadas de forma prematura y directa por la contaminación atmosférica de la que es, en gran parte responsable, el tráfico rodado. Si hay algo en lo que coinciden los tres entrevistados, es en que se debe potenciar el transporte público. En este sentido, sirve de ejemplo la renovación de flotas de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid, cuya estrategia está encaminada a lograr una flota 100% de bajas emisiones. Con un horizonte de electrificación integral, los autobuses madrileños ya han conseguido reducir sus emisiones con una renovación de flotas que ha supuesto, en el período 2016-2018 la adquisición de 697 nuevos autobuses. Existan o no las operaciones salida en las Navidades que quedan por llegar, apostar por el transporte público y la movilidad sostenible será clave para reducir las congestiones y la huella de carbono en el futuro.