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Los lobos también traen la pelota

Sin darles instrucciones previas, tres lobeznos de ocho semanas mostraron espontáneamente interés en ella cuando el científico la lanzó y se la devolvieron después

La capacidad de interpretar las señales comunicativas humanas permiten a un perro ir a por una pelota y luego traerla de regreso. Pero eso no es exclusivamente de los canes. También se produce en los lobos, según un estudio publicado hoy en “iScience”. Los investigadores estaban probando en 13 cachorros de tres camadas distintas pruebas de comportamiento que se dan en perros. Durante esta serie de pruebas, tres lobeznos de ocho semanas de edad mostraron espontáneamente interés en una pelota cuando el científico la lanzó al suelo y después se la devolvieron al darles ánimos. El hallazgo fue una sorpresa porque se había planteado la hipótesis de que las habilidades cognitivas necesarias para comprender las señales dadas por un humano, como las necesarias para un juego de búsqueda, surgieron en los perros después de que fueran domesticados por los seres humanos hace al menos 15.000 años.

“Cuando vi al primer lobezno recuperando la pelota, literalmente se me puso la piel de gallina”, afirma Christina Hansen Wheat, de la Universidad de Estocolmo, en Suecia. “Fue tan inesperado... Inmediatamente supe que esto significaba que este comportamiento podría haber sido un objetivo potencial para las presiones selectivas tempranas ejercidas durante la domesticación del perro”.

Wheat está interesado en comprender cómo la domesticación afecta el comportamiento. Para estudiar esto, ella y su equipo crían cachorros de lobo y perro a partir de 10 días de edad y los someten a varias pruebas de comportamiento. En una de esas pruebas, una persona que el lobezno no conoce arroja una pelota de tenis a través de la habitación y, sin el beneficio de ninguna experiencia previa o entrenamiento, alienta a la cría a obtenerla y traerla de vuelta.

Los investigadores nunca esperaron que los lobeznos hicieran esot. De hecho, las dos primeras camadas de lobos con las que trabajaron mostraron poco o ningún interés en la pelota y mucho menos en recuperarla. Pensaron poco en eso en ese momento. Era lo que esperaban. Eso fue hasta que probaron la tercera camada de lobos y algunos de los lobeznos no solo fueron por la pelota, sino que también respondieron a las señales sociales dadas por la persona desconocida y la trajeron de vuelta.

“Fue muy sorprendente que tuviéramos lobos realmente recuperando la pelota”, dice Hansen Wheat. “No esperaba eso. No creo que ninguno de nosotros lo hiciera. Fue especialmente sorprendente que los lobos recuperaron el balón para una persona que nunca habían conocido antes”, añade.

Wheat agrega que las similitudes entre perros y lobos pueden decirnos algo sobre el origen del comportamiento que vemos en nuestros perros. Y, aunque fue una sorpresa ver a un cachorro de lobo jugando a la pelota y conectando con una persona de esa manera, dice, en retrospectiva, también tiene sentido. “Los cachorros de lobo que muestran un comportamiento dirigido por humanos podrían haber tenido una ventaja selectiva en las primeras etapas de la domesticación del perro”, afirma Wheat.

Su equipo ahora continuará trabajando con los datos que han recopilado en el transcurso de tres años criando a lobos y perros en condiciones idénticas para aprender aún más sobre sus diferencias y similitudes de comportamiento.