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Ganadería

El reto de esquilar ovejas en tiempos de coronavirus

Las cuadrillas de “peladores” cualificados que vienen cada primavera a España desde Uruguay este año se han quedado en tierra. Con el calor arrancando, los ganaderos se ven forzados a apañarse con los pocos profesionales locales que quedan por el bien de sus animales.

Casimiro Iglesias lleva 33 años esquilando ovejas y acompañándolas a pastar cada día. Esta primavera tenía pensando dejar de lado el duro trabajo de pelar el ganado de su pequeño pueblo, Morille (Salamanca). Sería el primer año sin hacerlo desde que se tiene en pie. Sin embargo, el coronavirus no se lo ha permitido. El cierre de fronteras y las limitaciones a la movilidad han impedido la llegada de las cuadrillas que cada abril vuelan desde Uruguay. Unos 500 trabajadores con experiencia y súper profesionalizados que esquilan casi el cien por cien del ganado ovino de la Península.

Desde hace unos días, Casimiro Iglesias ha comenzado a pelar. Él solo se enfrenta a 2.000 ovejas entre las propias y las ajenas. Un trabajo al que dedicará unos días y con el que concluye, espera, una labor que le enseñó su padre. “El ganado en extensivo te ocupa desde las 7:00 de la mañana y al final de la jornada se te han ido 12-15 horas entre sacar a unas y a otras, ir a la nave, hacer trámites… Luego está el pelado. He probado varios trabajos y puedo afirmar que este es el más duro. Son muchas horas en la misma posición con las piernas y la espalda encogidos y tienes que aprender con alguien que sepa cómo se coge el animal, cómo se coloca… todo”, dice Iglesias. En sus 30 años a pie de campo ha conocido diversas técnicas para afeitarlas. “Con ocho años mi padre me dio unas tijeras y me dijo que cortara. Me tiré media mañana con una oveja. Luego se empezó a esquilar con máquina, atando al animal con cuerdas, luego con gomas… hasta con unas esposas especiales”, explica. Luego llegaría la moda traída de Australia de esquilar a las ovejas sueltas, aunque la maña que se necesita es la misma. Hay que ser rápido para que el animal se estrese lo menos posible. Ahora emplea poco más de un minuto en hacer el pelado.

Pero no es sólo la rapidez y la posición, la técnica y el peso también influyen. Hay que saber cortar en una dirección u otra, posicionar al animal lo mejor posible, ir aplanando la rugosa piel de las ovejas para pasar la máquina y hacer el corte de la lana limpio, sin pillar la carne. “Cuanto más cerca de la piel se rape menos posibilidad hay de cortar al animal, por irónico que parezca es más fácil evitar heridas. Se empieza por la paleta, luego se separa la lana del cuello, después la barriga hasta el lomo y el anca hasta el rabo y vuelta”, exclama. Todo esto animal tras animal, uno a uno… y en el mejor de los casos se trata de 50-60 kilos de oveja que hay que inmovilizar, aunque si son de las de leche el peso que hay que manejar llega a los 90 kilos. Una tras una y eso que un profesional como él puede esquilar hasta 200 animales en una sola tarde.

“Hace unos días parecía que iba a llegar un avión de Uruguay con cuadrillas de profesionales, pero al final no han podido salir de su país ni llegar aquí. La campaña de esquileo se va a tener que realizar entre los ganaderos y la poca gente que quede en España haciendo este trabajo y previsiblemente se va a alargar por lo menos un mes, cuando normalmente concluye a finales de mayo”, dice Juan Metidieri, presidente en Extremadura de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores. Extremadura o Castilla y León son dos de las CC AA que tienen problemas ahora mismo para pelar al ganado, aunque según una información de Europa Press para mediados de mayo quizá pueda llegar el primer convoy de trabajadores desde América Latina.

Alargar la temporada de esquileo un mes tiene consecuencias para los animales. Con el calor, las ovejas sin pelar sufren mayor estrés, por no hablar de que dejan de engordar y pueden desarrollar varios tipos de enfermedades en la piel y zoonosis. “El trabajo es muy duro y no lo puede hacer cualquiera. Y este año además de la falta de mano de obra cualificada hay otro problema añadido que ha traído el virus: la falta de precio. El años pasado se estaba pagando a 1,60 euros el kilo de lana; este año creemos que no va a alcanzar el euro”, matiza Metidieri. El poco rédito también explica en parte que cada vez menos gente quiera dedicarse a esto. Por cada 50 kilos de animal que se carga un esquilador para hacer su trabajo se obtienen 2 kilos y medio de lana.

Los últimos años se han ido perdiendo poco a poco las cuadrillas locales de esquiladores. A Iglesias le pasó igual, hasta que decidió retirarse, abandonar una profesión tan en peligro de desaparecer en España como la de pastor. “El año pasado desparecieron solo en los alrededores unas 4.000 ovejas. Es un trabajo donde no hay descanso. Y sin embargo, habría que mantener viva la ganadería en extensivo por los beneficios medioambientales que produce en el campo”, dice Iglesias. “Lo más lógico es pensar que el año que viene volverán las cuadrillas de Uruguay. Aquí profesionales del esquileo cada vez hay menos”, concluye Metidieri.