Medio Ambiente

Garazi Sánchez, surfista profesional: «Quise devolverle al mar todo lo bueno que me ha dado»

La surfista vasca, dos veces campeona de España y una de Europa, anima a conocer el estado del planeta para poder cambiarlo
La surfista vasca, dos veces campeona de España y una de Europa, anima a conocer el estado del planeta para poder cambiarloVíctor González

Garazi Sánchez lleva toda la vida subida a una tabla de surf. A pesar de su juventud (nació en Getxo, en 1992), su carrera deportiva está repleta de éxitos: ha sido dos veces campeona de España y una vez subcampeona de Europa. Un accidente en 2018 la apartó del mar y, a su vez, la acercó a él. En esos meses vio la luz «Vergüenza», una pieza documental en la que relata el nacimiento de su conciencia medio ambiental.

–¿Cómo comienza tu idilio con el surf?

–Mis padres pasaban casi todos los findes escalando y haciendo kayak-surf. A pesar de que no eran surfistas, ellos hicieron que mi hermano y yo encontráramos nuestro lugar en el mundo, cerca de la naturaleza, ya fuera en la playa o el monte. Aunque el océano era un poco más especial.

–¿Qué te empujó a competir?

–Mi sueño era viajar por el mundo con una tabla de surf. Quería conocer Australia, Maldivas, surfear con delfines... y los equipos me propiciaban hacerlo. Curiosamente, siento que decidí ser profesional hace 3 o 4 años. Ahora sé que seré surfista siempre.

–Tras tu lesión, surge «Vergüenza», ¿por qué?

–Mirando atrás, creo que lo que me impulsó a crear este proyecto fue una mezcla de curiosidad y la necesidad de coger perspectiva. Por un lado, distraje los miedos (temía pensar qué sería de mí sin el deporte) y quise llenarme de otra manera. Por otro, quería conocer un medio, el mar, en el que había pasado tantas horas, y poder devolverle un poco de todo lo bueno que he recibido de él.

–¿Cómo surge la idea?

–Colaboro con una marca en la que reinvierte el 52% de sus beneficios en la protección de los océanos. En uno de sus eventos, coincidí con un biólogo marino y colaborador habitual de National Geographic. Cuando comenzó a contarme cuál era el estado de los océanos y cómo nuestra forma de vida influía en su deterioro, me di cuenta de que realmente no tenía ni idea de lo que me estaba contando. Sentí vergüenza (de ahí el título) y me pregunté cómo era posible que nunca me lo hubiera cuestionado, cuando yo misma pasaba tantas horas en el mar.

–En el documental te acompañan psicólogos, ¿por qué?

–El objetivo era mostrar que ese sentimiento de vergüenza te puede llevar a hacer cosas buenas si lo sabes encajar. A mí me llevó a tener curiosidad y a querer entender por qué miramos a otro lado o por qué vivimos en «piloto automático» sin cuestionarnos el impacto para el medio ambiente que dejan nuestras elecciones del día a día. En ese sentido, creo que los seres humanos no somos malos, sino que no somos conscientes, y que conocer lo que está pasando es la única manera de cambiarlo.

–¿Qué cambios has hecho en tu vida a partir de la realización del documental?

–El mayor cambio ha sido tomar conciencia. Antes, quizá compraba cosas que no necesitaba. A día de hoy, cuestiono dónde compro mi ropa, me pregunto de dónde proviene mi comida, de qué manera viajo... Entiendo que, a veces, tenemos que hacer ciertas cosas «por obligación» y sabemos que no son buenas para el planeta, pero se pueden intentar compensar con otras acciones que sí lo sean. La incomodidad es positiva; significa que no estás a gusto en tu incongruencia.

–¿Qué le dirías a alguien para convencerle de que tenemos que cuidar nuestros mares?

–La verdad es que a mí no me tiene que importar más el mar que a alguien que vive en Madrid. Al final, el oxígeno que respiramos, desde el Himalaya hasta la capital o la costa, lo respiramos todos. Nos mantenemos vivos gracias a la labor que hace el océano de limpiar ese oxígeno. Aunque la vida la hagamos en tierra, necesitamos el mar. No es que el mundo nos necesite para salvarle, sino que el mundo nos salva a nosotros.