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Medio Ambiente
El granulado de caucho reciclado destaca su importancia como material en el césped artificial de los campos de deporte
El sector del reciclaje de neumáticos propone a la Unión Europea que valore los beneficios ambientales, sociales y económicos del caucho procedente de reciclaje de neumáticos.
Un tribunal holandés ha dictaminado que siempre que un campo de césped artificial esté equipado con medidas de contención de liberación de partículas al medio ambiente no hay razón para prohibir el uso.
Se trata de una sentencia relativa a un caso muy concreto que reclamaba a un ayuntamiento la retirada de relleno de caucho procedente del reciclaje neumáticos fuera de uso de los campos deportivos de césped artificial gestionados por la administración municipal. Pero que afecta a un asunto que tiene muy preocupado al sector del reciclaje de neumáticos en España y otros países de la Unión. Porque se produce justo cuando está en debate la propuesta de la Comisión Europea de prohibir en el futuro que ese material forme parte de las capas que sirven de base al césped artificial que se instala en campos de deporte.
Si bien entraría en vigor dentro de varios años, es ahora cuando el sector quiere poner de relieve los argumentos contrarios a esa medida por los altos impactos ambientales, sociales y económicos que tendría en caso de hacerse realidad. Máxime cuando están en marcha estudios para desarrollar sistemas de mitigación y reducción de la posible liberación al medio ambiente de microplásticos, algunos de los cuales ya ha mostrado su eficacia.
Según los países, la propuesta ha sido recibida con una postura u otra, en algunos están de acuerdo y en otros no. Y no es un debate que se pueda hacer a la ligera. Porque se trata de una medida rotunda que tiene tanto pros como contras.
Obviamente, si en el césped artificial no se incorporan determinados componentes, estos no se van a dispersar. Pero, el riesgo no se reduce a cero solo eliminando el caucho procedente de reciclaje, porque seguirían estando en él los filamentos del propio césped, que, igualmente, pueden llegar al medio ambiente, concretamente al agua.
Por otra parte, esta prohibición provocaría importantes impactos ambientales, sociales y económicos. Un factor que también ha de ser tomado en consideración. Como destacaron en un comunicado conjunto la Confederación Europea de Industrias del Reciclaje (EuRIC), la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje, (FER) y el Sistema Colectivo de Gestión de Neumáticos Fuera de Uso (SIGNUS) «en Europa cada año se procesan alrededor de 150 millones de neumáticos para su reciclaje, lo que supone un neumático por cada tres ciudadanos de la Unión Europea. Entre la amplia gama de usos prácticos de este caucho procedente de los neumáticos reciclados es esencial para los campos de deportes de césped artificial, los parques infantiles y la construcción de carreteras».
Por tanto, «si la Comisión Europea prohíbe el uso de caucho reciclado de neumáticos al final de su vida útil en este tipo de superficies deportivas, se generará un problema medioambiental muy superior al que se pretende evitar», señala Ion Olaeta, presidente de la FER.
Repercusión en España
En el caso concreto de España, la utilización de granulado de caucho procedente del reciclaje de neumáticos fuera de uso es la aplicación que más cantidad de materia prima absorbe, con el 57 por ciento, 46.600 toneladas al año que salen de los cambios de neumáticos de 10 millones y medio de turismos. Dos datos muy gráficos: primero, un campo de césped artificial de fútbol 11 requiere aproximadamente 100 toneladas de material de relleno de caucho granulado, lo que equivale a más de 22.000 neumáticos de turismo. Segundo, en España unos 7.000 campos de deporte, públicos y privados, están equipados con este tipo de relleno.
Si la propuesta sale adelante, «nos vamos a encontrar con una ingente cantidad de neumáticos sin alternativas de reciclado”, advierte Alicia García-Franco, directora general de FER, quien recuerda que la mejor solución desde todos los puntos de vista, económico, técnico y ambiental «son las medidas de control en las superficies deportivas y es lo que reclamamos que se tenga en cuenta desde la industria europea del reciclaje».
Entre las medidas de contención a las que aludía la sentencia del tribunal holandés y Alicia García-Franco, hay una que ha demostrado su eficacia y que se ajusta a la norma europea CEN/TR 17519 para evitar la liberación de microplásticos al medio ambiente.
Una alternativa viable y eficaz
Se trata de la ensayada por Signus en un proyecto de monitorización de un campo de fútbol 11 federado, el del Carreira Club de Fútbol de Ribeira (A Coruña). En colaboración con el Institut de Biomecánica de Valencia (IBV), se instalaron filtros en el sistema de recogida de agua de lluvia y de riego del campo, una barrera a lo largo de todo el perímetro del campo, así como un sistema de limpieza de botas a la entrada-salida del terreno de juego y, finalmente, se colocaron de contenedores en los vestuarios para concienciar a los jugadores de la importancia de recoger las partículas que puedan depositarse en sus botas y ropa.
En el análisis del material recogido en los filtros, junto con las partículas del granulado se identificaron microplásticos procedentes del propio césped, y que aparece en un porcentaje del 18% sobre el total de los microplásticos recogidos en las medidas de contención.
De ahí la afirmación de Gabriel Leal, director general de Signus, de que «con la prohibición del uso de este material el problema no se soluciona, puesto que la liberación de microplásticos procedentes del filamento del propio césped artificial será mayor, ya que sufrirían un desgaste más rápido».
Otro impacto ambiental que causaría la prohibición de incorporar gránulos de caucho al césped artificial sería que el que señala Emmanuel Katrakis, secretario general de EuRIC: «más de los 10.000.000 neumáticos que se destinan en España a esta aplicación no tendrían destino como productos reciclados y pueden
acumularse o correr el riesgo de ser exportados fuera de la UE para su incineración, donde las normas medioambientales son menos estrictas».
Desde el punto de vista social y económico, un estudio de la consultora PwC sobre los impactos negativos que podría alcanzar la medida estima una pérdida directa del volumen de negocio en el sector del granulado, calculado en 11,3 millones de euros; cierre de una cuarta parte de las plantas y reducciones de plantillas del 40 por ciento.
Efectos que se extenderían a los productores de césped artificial que, al no disponer ni sustituir una materia prima, «podría ver reducidos sus ingresos hasta en una tercera parte de los actuales».
Impacto social y económico
En el ámbito deportivo, el estudio de PwC añade que tanto para los ayuntamientos responsables de instalaciones deportivas como para clubs deportivos y otras entidades que utilicen este tipo de césped artificial, renunciar a él y volver a contar con hierba natural, implicaría un aumento de gastos de mantenimiento, agua, productos fitosanitarios, etc., que en no pocos casos abocaría a la renuncia a disponer las instalaciones. Lo que, a su vez, redundaría negativamente en esa parte de la sociedad que utiliza dichas infraestructuras.
Se diría que es un catálogo de desgracias, sí. De ahí la afirmación inicial de que no es un debate que se pueda hacer a la ligera y que se trata de una medida rotunda que tiene tanto pros como contras.
No es imposible obtener buenos resultados
Expertos del sector apuntan que «dado que todas las evaluaciones realizadas hasta el momento -como la promovida por Signus- han demostrado la eficacia de la RMM (CEN/TR 17519), sería más inteligente ordenar su instalación en campos de césped sintético».
Con ello, tanto los microplásticos agregados intencionalmente -es decir, el relleno-, como los microplásticos generados por el desgaste de las hojas de césped sintético, serían capturados y retenidos dentro del campo. Y, adicionalmente, «sería necesario que los responsables de las canchas incorporaran un sistema de gestión certificado obligatorio -como ISO 9001, ISO 14001/EMAS- que sería suficiente para certificar que todas ellas se gestionan de manera que garantizan el rendimiento óptimo de los atletas y altos estándares de protección ambiental».
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