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Medio Ambiente
El cultivo intensivo de olivo en seto conquista España
La imagen de agricultores arrancando árboles centenarios para plantar en seto se está haciendo habitual debido a su mayor productividad (1.200 árboles por hectárea frente a 800) y la falta de mano de obra
Se suele decir que el mercado es el que manda y en el campo esto también sucede. Por ejemplo, al cultivo de aguacate se le augura un buen futuro y es que «el consumo no para de crecer en todo el mundo. España produce el 10% de lo que demanda Europa, que tiene que importar de Perú, Colombia o Sudáfrica. El aguacate tiene buena rentabilidad. De media puede llegar a los tres euros el kilo para el productor y es falso que consuma mucha agua. Tiene unas dotaciones parecidas a las de los cítricos en Levante, unos 5.000 m3 por hectárea que, en época de sequía puede reducirse a 2.000», dice Benjamín Faulí, responsable de Frutas y Hortalizas de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (Asaja).
Las condiciones climáticas también están detrás de que en España se viva un boom de producción de tropicales, sobre todo en el Levante y Andalucía. «En Granada y Málaga, la superficie de aguacate está estabilizada, pero ha crecido en Valencia, Alicante, Huelva y Cádiz y es fácil que siga expandiéndose en esas zonas donde la producción se ha optimizado y las heladas son cada vez menos severas», continúa Faulí. Según una información de Agroseguro de junio de 2021 la producción asegurada de cultivos tropicales ha aumentado un 54% en cinco años. El mayor crecimiento en papaya que supera las 5.000 toneladas y un aumento del 70% en cinco años.
No son los únicos cambios en los cultivos. Los leñosos (olivo, vid, pistacho, almendra) también han ganado espacio en la última década. Solo en 2021 han crecido de 0,84%, según la Encuesta de Superficies y Rendimientos de Cultivos de España (Esyrce). Según esa misma encuentra, la superficie de pistacho ha crecido un 37% solo en dos años. Pedro Barato, presidente nacional de Asaja puntualiza: «este tipo de cultivo empezó a crecer mucho hace unos 6-7 años, sobre todo porque el precio de los cereales seguía en valores de hace 40 años. La expansión se da en regiones donde hay agua: Extremadura y Aragón sobre todo», dice.
En leñosos como el olivo, además, cada vez conquista más terreno una forma de producción en seto que gana espacio frente a los olivares tradicionales. En Jaén es fácil ver cómo algunos agricultores arrancan de raíz olivos centenarios para apostar por plantaciones en seto… al menos eso afirma un reportaje realizado por Canal Sur hace unos días: «Este tipo de cultivo, en el que se pueden llegar a plantar 2.500 árboles por hectárea, se está entendiendo por la zona occidental de Andalucía, sobre todo para producción de arbequina, porque a este tipo de explotación no se adapta la variedad picual que en la provincia de Jaén ocupa el 90%», afirma.
El olivar tradicional sigue representando el 70% de la superficie en España, frente a un 23% intensivo y un 7% que se cultiva en seto. Sin embargo, según apuntan desde Asaja, «no es osado aventurar una clara transformación de esas cifras a lo largo de los próximos diez años, con una sensible reducción del olivar tradicional y un significativo aumento de la superficie de seto. La tendencia apunta a que el futuro pasa por una migración sostenida hacia el olivar superintensivo especialmente en aquellos lugares donde la climatología y la disponibilidad de recursos hídricos lo permitan». De hecho, en la zona del Alentejo en Portugal su instalación ya es masiva y se ha multiplicado por seis la producción en seto en la última década según informa EL País.
El principal motivo por el que los agricultores se lanzan a esta modalidad es la mayor productividad de este cultivo. «En un olivar tradicional se plantan unos 800 árboles por hectárea y con este sistema se puede llegar a plantar entre 1.100-1.200 árboles. Las calles en el cultivo tradicional son de unos ocho metros y con este nuevo sistema se reducen a tres. Es una tendencia que se está imponiendo desde hace cinco años y se está fomentando por las sequías. Solo en Andalucía este año las producciones han bajado un 50% porque no llueve. Se están llevando a cabo sustituciones de árboles tradicionales en plantaciones en Córdoba, Jaén y Badajoz, que por otra parte, son los principales puntos de producción de aceite de España», explica Arturo Hernangómez, responsable responsable técnico de Ganadería y olivar de Asaja.
La otra razón que está detrás de esta apuesta es la falta de mano de obra. El seto permite la mecanización; una máquina recolecta en dos semanas la misma cantidad que una cuadrilla en un mes. «Hay un problema social. No es solo el coste de la mano de obra, es no se encuentran trabajadores para el olivar», explica José Eugenio Gutiérrez, coordinador del Life Olivares Vivos, proyecto en el que participa la organización SEO/BirdLife, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la diputación de Jaén o la Universidad de Jaén.
Este programa lleva más de un lustro estudiando la biodiversidad de los olivares tradicionales, uno de los cultivos más arraigados en el Mediterráneo (aproximadamente todavía representa el 70% de la producción de Europa) y que «coincide con los puntos calientes de mayor biodiversidad del continente. Es quizá el cultivo más importante para conservar la biodiversidad en la UE. El paisaje del cultivo tradicional es parecido al de la dehesa, se trata de un ecosistema de hace milenios a los que las especies están muy adaptadas. En la primera parte del proyecto hemos detectado las bondades que tiene con la biodiversidad este olivar tradicional. Trabajamos con 40 fincas donde se han contabilizado más de 180 especies de aves, es decir, una cuarta parte de las especies de España, y 60 tipos diferentes de hormigas. Se descubrió una nueva planta en medio agrícola reproductivo, lo cual es bastante novedoso y también una especie de hormiga que se creía extinta. Las explotaciones que cuentan con cubierta herbácea, además, secuestran el doble de carbono que las que no tienen».
Seto y ecoesquemas
Los resultado de este proyecto Life también han demostrado que en aquellas explotaciones donde se ha intervenido, en menos de tres años muchas especies de flora y fauna se recuperan: «El número de especies de aves, hormigas, abejas y plantas se ha incrementado entre un 7 y un 12%, y su abundancia aumentó en un 40%, y a medio plazo, todavía podrían recuperarse un 25% adicional de especies silvestres». Para el director del programa, el problema de la expansión del olivar en seto radica en que se haga a costa del tradicional o a costa de terreno de secano proclive para la supervivencia de las ya amenazadas aves esteparias: «Las nuevas formas de cultivar rompen esa estructura milenaria. Los árboles no tienen tronco y eso dificulta el que el ciclo reproductivo de muchas aves se complete. Son cultivos muy iguales que provocan, por ejemplo, que los murciélagos se desorienten. En general, cuanto más se intensifica un cultivo, más necesidad de agua e insumos. Sin embargo, también hemos apreciado que los setos pueden ser un buen refugio para las aves nocturnas».
El cultivo tradicional cuenta con ayudas europeas para su conservación, pero para los agricultores, este nuevo modelo en seto sí puede ser compatible con los ecoesquemas de la nueva PAC.
Biodiversidad convertida en rentabilidad
Olivares Vivos ha conseguido en estos años una metodología de cultivo compatible con la biodiversidad. Tras intervenir en 40 fincas y el éxito obtenido, el equipo quiere ahora replicar este tipo de cultivo en otras 19 fincas de Grecia, España, Italia o Portugal y prepara un certificado para los aceites que salgan de las fincas adheridas, como garantía de que ayudan a conservar la biodiversidad. «Para nosotros es fundamental transformar la biodiversidad en rentabilidad. Estamos realizando estudios de mercado para ver cómo llegar al consumidor y qué es lo que entiende la gente por conservación de la biodiversidad. También queremos transferir los conocimientos y este modelo de producción tradicional a otro tipo de cultivos como el almendro y la vid, y tenemos otro proyecto en ciernes en tierras de secano», cuenta el coordinador del proyecto Life.
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