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Ciencia
Los aerotaxis llegarán a las ciudades en 2025
Chicago contará con drones voladores en su red de transporte público a partir de esta década. Mientras, en Europa la Comisión acaba de aprobar una normativa que permitirá el despliegue dron de forma masiva en las ciudades
Desde que Amazon anunciara en 2013 su servicio de entrega de productos por dron han pasado ya diez años y nadie, al menos en este lado del Atlántico, ha visto su pedido surcar los cielos hasta llegar a su ventana. Así que la pregunta de inicio de este reportaje es sencilla: ¿llegarán los drones a sustituir a las furgonetas de reparto de última milla? O mejor, ¿nos trasladaremos las personas en vehículos voladores como en Blade Runner? Pues bien, la respuesta no es tan simple.
El uso de drones se ha extendido en los últimos años en el mundo civil, aunque su origen sea militar. «Se utilizan en las más variadas operaciones, desde cartografía aérea para la gestión del territorio, a aplicaciones industriales y agrícolas. Si instalamos cámaras multiespectrales podemos interactuar con los cultivos; ver si sufren estrés hídrico, controlar plagas fumigando o regar de forma localizada. Se pueden detectar roturas en placas fotovoltaicas, pérdidas de energía y fisuras en las palas de los aerogeneradores. Puede usarse para ver los corrimientos de los glaciares, la pérdida de hielo... En Japón existen drones que polinizan las flores. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad los integran dentro de su operativa para hacer vigilancia, rescate o controlar fenómenos naturales como el volcán de La Palma», detalla Israel Quintanilla, profesor del departamento de Ingeniería Cartográfica Geodesia y Fotogrametría de la Universidad Politécnica de Valencia y director de la Comisión Oficial de Drones de dicha universidad.
El doctor ve en ellos una evolución natural de los sistemas de transporte; igual que sucedió a principios de siglo. Dos fotos de la misma calle de Nueva York tomadas con solo 15 años de diferencia muestran el enorme cambio que se produjo en ese tiempo en movilidad. Los coches de caballos fueron sustituidos por modernos vehículos de combustión. «En 15 años aparecieron 15 millones de coches y ahora se mueven 1.400 millones por todo el mundo», continúa Quintanilla.
Volviendo al anuncio de Amazon, lo cierto es que para paquetería están empezando a aparecer desarrollos interesantes. La cadena de tiendas Walmart empezó su servicio de delivery con drones en 2021 y ahora cuenta con este tipo de servicio en siete estados (Arizona, Arkansas, Florida, Texas, Utah y Virginia y Carolina del Norte). Solo en 2022 afirma haber realizado 6.000 entregas. Sus cinco productos más vendidos son cookies y helado de crema, limones en bolsa, pollo asado, productos de Red Bull y toallitas de papel. Como se ve, lejos de productos esenciales. Sin embargo, «Amazon no está consiguiendo el nivel de entregas que desea. Este año querían llegar a las 10.000 y llevan solo un centenar. Esto demuestra que no es fácil cumplir con el regulador. El dron tiene que ser seguro para volar en entorno urbano, reconocer infinidad de obstáculos, recuperar la señal si la pierde o hacer un aterrizaje de emergencia si su batería se está agotando. En función de todo esto, los reguladores del espacio aéreo te dejan volar por zonas densamente pobladas. Si no, no. Walmart ha cogido la delantera y dice que en 2022 entregó 6.000 paquetes por precios a partir de los 3,99 dólares, pero claro hay que analizar este coste, porque las grandes empresas pueden asumir entregar a pérdida simplemente para hundir a la competencia», matiza Julián Estévez, profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica e investigador en el Grupo de Inteligencia Computacional (GIC) de la Universidad del País Vasco.
¿Y en Europa?
Se espera que estos y otros servicios se conviertan en masivos también en Europa en pocos años. En su Estrategia de Drones, la Comisión prevé de forma abierta que para 2030 se realicen por dron servicios de entrega urgente de pequeños envíos, e incluso algunos innovadores de movilidad aérea, como los taxis aéreos, «que prestarán servicios regulares de transporte de pasajeros, inicialmente con un piloto a bordo, pero con el objetivo final de automatizar completamente las operaciones». El pasado mes de enero de 2023 entró en vigor una normativa sobre espacio aéreo que dice que cualquier dron que quiera volar en ciudad, «tiene que planificar el vuelo y conectar con los futuros proveedores de servicios locales que ejercerán como controladores aéreos. Ya en 2021 la UE permitió el vuelo de drones autónomos, el transporte de mercancías y el vuelo de drones en enjambre. Esto quiere decir que la normativa ya está a punto», confirma Quintanilla.
Aerotaxis en 2025
El ayuntamiento de Chicago anunciaba recientemente que en 2025 pondrá en marcha su primer servicio de aerotaxis. Los gestores de la ciudad están convencidos de que contarán con este servicio en su red de transporte público para 2040. El servicio se realizará entre el aeropuerto y el centro urbano situado a unos 30 km.
Este desarrollo concreto es de United Airlines, aunque no es la única gran compañía que trabaja en prototipos de drones para transporte de personas. Airbus, Boeing, EHANG, BMW, Rolls Royce o el Centro Tecnológico vasco Tecnalia, entre otros, están trabajando en sus propios diseños mientras esperan una normativa propicia. «Solo se ha hecho un vuelo real con personas en dron. Fue en Japón. De momento, la normativa no permite los vuelos de personas; está terminantemente prohibido», afirma Quintanilla.
Uno delos últimos ejemplos de lo que depara el futuro del transporte de personas viene de las islas Baleares. Allí, la empresa Next North ha puesto en marcha una plataforma digital de reservas de taxis aéreos para volar entre islas. Empezarán a operar a finales de este mismo mes. Dicen que ahorrará hasta un 80% de tiempo en trayectos, aunque de momento, harán las rutas solo en helicóptero tradicional. El investigador de la Universidad del País Vasco, Julián Esté vez, se muestra escéptico con este tipo de vuelos, precisamente porque no se entienden las diferencias con los helicópteros. «La tecnología de drones autónomos es caray los experimentos no terminan de funcionar. Lo único que los distingue es que son autónomos, pero ¿de verdad mejora rían el transporte en ciudad? Hay mucho marketing y ganas de llamar la atención de las empresas para atraer inversión. Muchos anuncios son solo diseños en power point o prototipos futuristas que no terminan de ver la realidad y cuya fecha de puesta en servicio se retrasa continuamente», dice.
Realidad o marketing, lo cierto es que las perspectivas de mercado son halagüeñas para estos aparatos. La firma Morgan Stanley publicó un estudio en 2019 en el que afirmaba que la inversión podría crear un mercado de 1.500 millones de dólares para 2040.
Sin embargo, para que estos desarrollos se desplieguen masivamente, aún hay algunos retos que superar. «Para que una tecnología se integre, lo primero que tiene que haber es una normativa que lo sustente. Amazon fue el primero que vio en un negocio, aunque los paquetes no llegarán hasta el patio de las casas. La logística en el entorno urbano tiene más dificultad que en zonas poco densas. Los vuelos tendrán que hacerse por aerovías definidas y donde haya poco riesgo para personas y edificios. Lo más probable es que haya zonas o lockers de entrega», puntualiza Quintanilla.
Luego tiene que haber tecnología. En este sentido, se necesita instalar vertipuertos desde donde los drones puedan despegar y aterrizar. Es decir, la versión aérea de una parada de taxis. Existen algunos anuncios al respecto. El grupo Ferrovial considera que estas infraestructuras podrían estar listas para 2025 y tiene planes para construir vertipuertos en EE UU, Reino Unido y España. Por último, tiene que haber demanda :« Los coches voladores existen desde los 50 pero el mercado nunca los ha pedido», afirma Estévez.
En cuanto a las emisiones, ¿es el despliegue masivo de estos aparatos mejor o peor para el clima? Pues según un estudio reciente publicado en la revista Popular Science, el uso de drones para entregar paquetes pequeños y livianos podría reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por paquete entregado. «Puede reducir emisiones para cargas ligeras y cuando no tengan que recorrer mucha distancia en cuyo caso necesitaría cargar más baterías para asegurarse la autonomía», confirma Estévez.
Uso militar
Más o menos desde la guerra de Siria, el uso de drones se ha hecho habitual en los conflictos armados. Lo vemos en Ucrania donde prácticamente cada semana hay novedades respecto a ataques lanzados con estos aparatos o compras a terceros de nuevos drones… Esta misma semana EE UU alertaba de que Rusia está recibiendo ayuda de Irán para ampliar su flota de drones. «Los drones han transformado la guerra en conflictos low cost. En Ucrania se han usado drones de juguete para reconocimiento de terreno, para desgastar la moral de las tropas o como armas. Puedes atacar infraestructuras desde mucha distancia y de forma económica o hacer reconocimiento de terreno en tiempo real sin ser detectado. Además, su uso es tentador porque evita movilizar tropas en territorio enemigo», comenta Julián Estévez. Sin embargo, tampoco hay que olvidar, algunos de los problemas éticos que supone el empleo de estos aparatos autónomos, con los que se puede disparar sin que operadores humanos verifiquen los objetivos.
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