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Verde

China, el gran imperio de la energía solar

El gigante asiático ya duplica la capacidad instalada en Europa y domina la fabricación de paneles y la minería

Imagen de una planta fotovoltaica
La producción solar de China superó la eólica el pasado veranoGOBIERNO DE CANTABRIAGOBIERNO DE CANTABRIA

En agosto de 2022, la generación solar superó con creces, y por primera vez, la generación eólica en China. El gigante asiático sigue siendo uno de los principales consumidores de carbón del mundo para generación eléctrica y, sin embargo, noticias como esta no hacen más que confirmar la posición de liderazgo de China en el mercado de renovables, en general, y en la instalación y fabricación de paneles solares, en particular. Según datos de la web inglesa Carbon Brief, «China está lista para agregar al menos 570 GW de eólica y solar en el período del plan quinquenal 14 (2021-25), más del doble de su capacidad instalada en solo cinco años». Siguiendo la misma fuente, esto se traduciría en que la capacidad eólica y solar alcanzaría más de 1.100 GW para 2025, triplicando el total de 360 GW instalado en 2015. La idea subyacente del gobierno es alcanzar el pico de emisiones antes de 2030 e instalar 1.200 GW de renovables para entonces.

China dobla ya la potencia solar instalada en Europa y dos tercios de la misma se sitúa en cubiertas (el objetivo es que al menos el 50% de los tejados de edificios públicos, el 40% de las escuelas o el 30% de las industrias cuenten con paneles). También está apostando por los grandes parques en suelo en áreas deshabitadas como Mongolia.

Por otro lado, «la producción de paneles solares, y la cadena de valor que permite producirlos, está prácticamente monopolizada por China. Ocho de los diez mayores fabricantes de energía solar del mundo están vinculados a ese país y fabrican allí. Además, controla la mayor parte de la producción mundial de polisilicio, el semiconductor que constituye la base de la mayoría de los paneles solares del mundo. También controla el 99% de las obleas de silicio cristalino y el 80% de la producción de células de silicio cristal», decía Mark Widmar, consejero delegado de First Solar en Cinco Días hace unos meses.

La paradoja verde

Europa, por su parte, tiene un ambicioso plan de transición energética, el RePowerEU, creado para poner fin a la dependencia del gas proveniente de Rusia. El objetivo es desplegar casi 600GW de capacidad solar fotovoltaica para 2030.

En término generales a las renovables y a la solar no les está yendo mal si se tiene en cuenta que entre mayo y agosto de 2022 la UE alcanzó un récord del 12 % de su electricidad a partir de la energía solar y del 13 % a partir de la energía eólica. De hecho, el grupo industrial SolarPower Europe dice que la UE instaló 41,4 gigavatios (GW) de energía solar en 2022, un 47% más que en 2021 cuando se instalaron 28,1 GW.

Y aunque no parece mala idea el plan de Europa de independizarse de Rusia apostando por las renovables si se tiene en cuenta que el sol y el viento están a disposición de todos los países, la idea de apostar de manera tan decidida por el desarrollo solar sí genera ciertas preguntas entre los analistas, que ven cómo China monopoliza el mercado de fabricación y el de materias primas. Según datos de la Comisión Europea, la UE gastó 8.000 millones de euros en paneles solares importados en 2020. «En el marco del plan RePower EU, parece que, a falta de una estrategia industrial solar, la dependencia de Europa de las cadenas de suministro de silicio cristalino chino no hará más que aumentar», decía Widmar. «Durante mucho tiempo las exportaciones por dumping del país asiático han provocado una bajada de los precios de los paneles solares en el mercado internacional y ha reducido la competencia en otras economías. Ahora mismo casi no hay fabricantes en la Unión Europea. Estas políticas no aceptables tienen sus cosas malas como acabar con el tejido industrial, aunque también han tenido sus ventajas como que se han abaratado los precios de la producción solar. China es el gran productor de placas y controla la producción de minerales estratégicos, por lo que va a ser difícil desacoplarse y conseguir la recolocación tanto minera como industrial, porque los márgenes de producción son muy estrechos. En Europa no creo que se trate tanto de crear una industria fotovoltaica a base de subsidios sino de mantener una cadena de investigación y tecnología y una mínima capacidad industrial por si hubiera algún problema geopolítico», explica Gonzalo Escribano, investigador principal y Director del Programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano.

China lleva al menos desde 2012 subvencionando la fabricación de paneles solares. Una práctica por la que los fabricantes europeos de energía solar denunciaron ante la Comisión Europea, quien puso en marcha una investigación antidumping. China, cuenta Euronews, tomó represalias lanzando su propia «investigación antidumping y antisubvenciones sobre las importaciones de vino de la UE y señaló que podría seguir una investigación similar sobre los coches de lujo, y en 2013 se llegó a un acuerdo que establecía un precio mínimo para los productos chinos».

Las disputas por el desarrollo solar siguen activas a día de hoy. Ahora mismo, la guerra comercial que mantienen EE UU y China por los chips puede tener consecuencias en la energía solar y es que, algunos medios indican que Pekín está valorando la posibilidad de prohibir la exportación de tecnología utilizada para fabricar paneles solares. Esta prohibición podría afectar a obleas, silicio negro y lingotes de silicio. «Sin embargo, la prohibición no se extendería a los propios paneles solares chinos, a fin de proteger un mercado de exportación valorado en 40.000 millones de dólares en los 10 primeros meses de 2022», escribe Cinco Días. Washington ha aprobado la Ley de Reducción de la Infación y ha prometido ayudas a las empresas que estén dispuestas a producir paneles solares dentro del país.

Asimismo, desde la Comisión Europea se han iniciado contactos con otros posibles proveedores futuros de tecnología, como India que espera aumentar la producción de renovables. Además, el pasado 9 de diciembre lanzó la alianza de la industria solar fotovoltaica de la UE, con el objetivo de recuperar la producción perdida y establecer una industria «Made in Europe». La nueva alianza promoverá inversiones en fábricas a gran escala, «con el objetivo de lograr una producción anual de 30 GW para cada componente solar clave para 2025, más de seis veces la capacidad actual de 4,5 GW. Europa tiene mucho que hacer para ponerse al día. De los 450 GW de módulos fotovoltaicos que se produjeron en todo el mundo en 2021, menos de 9 GW se fabricaron en la UE», cuenta Euractiv. «Es verdad que la Comisión Europea quiere volver a industrializar Europa, porque es evidente que la ventaja de la solar y de las renovables en general es que tenemos el recurso (sol y viento). Dependemos de los paneles chinos, pero no hay que olvidar que en las instalaciones hay muchas más partes a considerar. En inversores de corriente España cuenta con empresas líderes a nivel mundial y también tenemos fabricantes de estructuras. Eso es un buen punto de partida», explica José María González Moya, director general de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA).

Hay otro detalle de cara al futuro del mix energético mundial y es que «en los últimos 10 años, hemos visto cómo ha ido bajando el precio en los costes de instalación solar cada año y, sin embargo, en 2022 estas bajadas anuales se han paralizado y todo apunta a que en 2023 seguirá igual», matiza Escribano.

Producción en España

Se calcula que las empresas españolas preparan planes para invertir hasta 4.600 millones de euros tanto para el desarrollo de renovables como para el hidrógeno verde o los combustibles sostenibles, según indica El Economista esta semana. «Ahora mismo la energía solar tiene el mejor coste económico, es la energía más barata, pero tienen que descentralizarse, es decir, se tiene que apostar más por el autoconsumo, incluso las granjas solares tienen que reverdecer y mezclarse con agricultura», opina Escribano. «Uno de los mejores ejemplos de desarrollo en Europa lo encontramos en Alemania; todos estos años ha mantenido un crecimiento continuado, sobre todo, de generación distribuida, en la que la generación está cerca de la demanda. Cuanto menos infraestructura de transporte se necesite mejor», matiza Miguel Martínez, ingeniero de la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (Anpier) en relación a los desarrollos.

Mas renovables y más demanda

La crisis energética global provocada por la guerra de Ucrania está ayudando al despliegue de renovables a un ritmo no visto en los últimos 20 años. Al menos así lo considera la Agencia Internacional de la Energía en su informe anual sobre el mercado renovable que ha publicado hace unos días. Las energías renovables serán la principal fuente de electricidad del mundo dentro de tres años, aumentando su participación en la generación del 29 hasta el 35%, eso sí lo hará de la mano de la nuclear, de la que se espera incluso un resurgimiento.

En consecuencia, las emisiones de CO2 se estabilizarán e incluso disminuirán, a pesar del aumento de la demanda. La cosa va por zonas, mientras las cifras sugieren una disminución en Europa y América para 2025 en Asia aumentarán. «Después de alcanzar un máximo histórico en 2022, las emisiones de CO2 de la generación de energía mundial se mantendrán en el mismo nivel hasta 2025», dice la AIE.

En cuanto a la demanda eléctrica, para 2025 se van a agregar 2.500 teravatios hora (Twh), predominantemente en Asia. «Es equivalente a agregar una parte de la demanda del tamaño de la UE al sistema eléctrico mundial, en solo tres años», matiza en su web el Foro Económico Mundial en un análisis del informe de la AIE.

Para 2025, China representará un tercio de la demanda mundial de electricidad, frente al 5 % en 1990 y el 25 % en 2015. Combinado con un fuerte crecimiento en otras partes de Asia, para 2025 la región representará más de la mitad de la demanda mundial de electricidad, «por primera vez en la historia», dicen estos organismos internacionales. Además, «la participación del carbón ya ha caído del 40 % de la generación de electricidad mundial en 2010 al 36 % en la actualidad y disminuiría aún más al 33 % en 2025. Sin embargo, el combustible fósil más sucio seguirá siendo una de las mayores fuentes de electricidad del mundo. El gas generaría el 21% de la electricidad en 2025 y la nuclear el 10%». En cuanto a la solar, desde APPA recuerdan que «se han sobrepasado todas las previsiones en potencia».