Concejo de ancianos (I)

Diré los nombres de mi particular concejo de ancianos, a quienes echo de menos como a nadie. Empezando por Enrique de Aguinaga, un gran periodista, cronista mayor de Madrid, catedrático en la Escuela Oficial de Periodismo en tiempos, y nuevamente en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Su especialidad principal era saber y escribir sobre José Antonio Primo de Rivera, a quien no llegó a conocer personalmente en su infancia, pero de quien lo supo todo.

Aguinaga se fue silenciosamente un día, en 2022, al más allá; con un título, que él supo apreciar, ser Presidente de Honor de la Sociedad de Pensamiento Lúdico. Y tuvimos sus últimas deleitosas presencias en sociedad y también en mi casa, junto a Fernando Suárez, gran amigo común.

El segundo invitado a mi concejo de ancianos fue Juan Velarde Fuertes, que estuvo muy atento a los primeros días de mi convocatoria para la moción de censura. Por entonces me dijo, muy serio: «Querido amigo y discípulo, como tantas veces me recuerdas: ten mucho cuidado en este trance. Creo que lo primero es mantener tu postura como Catedrático de Estructuras Económicas, tú eres el profesor. Yo cito con frecuencia, a Perpiñá Grau y a otros sabios doctores de la economía española, pero tú supiste integrarlo todo en un libro que, ahora, en su 26 edición, yo, a mis 95 años sigo consultando para mis últimas clases de economía en un colegio mayor de Madrid».

Seguiremos, para terminar, la semana próxima, con los otros dos ancianos de mi particular concejo: Alejandro Nieto y Amando de Miguel. Referirme a veteranos amigos como todos ellos es formidable. Es como mantenerlos en la vida intelectual, que es mucho.