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Dana y después

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Catedrático de Estructura Económica / Cátedra Jean MonnetCristina BejaranoLa Razón

El conjunto de fenómenos meteorológicos que se conocen con el nobre de DANA (depresión aislada en niveles altos) está haciendo sufrir a poblaciones del mundo entero. Y especialmente, en los finales del verano del 23, a los países mediterráneos, con casos especialmente graves en España y Grecia.

La situación que se está creando nos hace pensar más en el Acuerdo de París de 2015, donde se sintetiza la acción a desarrollar frente a cambios climáticos que se manifiestan. Con casos de DANA como los contemplados últimamente, o con otras alteraciones igualmente catas-tróficas en muchas ocasiones.

Ante esa situación, la lucha contra el cambio climático tiene dos facetas: la primera, descarbonización de la sociedad, con los recortes de emisiones de GEI (gases de efecto invernadero). Y también, con adaptaciones. Cuestión esta última menos comentada en los medios de comunicación social, pero que tiene una importancia creciente para el futuro de las poblaciones humanas.

Ha llegado la hora en que hemos de tener en cuenta muchas cosas todavía ignoradas. Empezando por estudios sísmicos para que la ciencia de la vulcanología nos permita prever situaciones como aquella del Vesubio en el año 79 d.C., narrada por Plinio el Joven. Hasta últimos episodios, algunos muy próximos, como la isla de La Palma en 2022.

Pero además de los terremotos, están las sequías y las inundaciones. Las primeras, necesitadas de estudios cada vez más necesarios de máximo aprovechamiento del agua en un contexto ecológico, y de una nueva agricultura que prevea la escasez del líquido elemento que vamos a sentir cada vez más. E incluso las variaciones de rendimientos de muchas especies vegetales de primer orden a efectos alimentarios; sin olvidar los vinos, en los que ya está incidiendo el calentamiento global.

Todo eso y mucho más –sobre todo en los asentamientos humanos indebidamente establecidos—, deben ser objeto de una mayor atención, con medios disponibles más para prevenir que pretender curar. Cuando todo es mucho más difícil y costoso.