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Las desaladoras de Levante, al tercio de su capacidad

La falta de agua ha abierto el debate sobre la desalación ¿es necesario instalar más o usando más las que ya hay se evitarían problemas como el de Barcelona?

GRAFAND7376. ALMERÍA, 12/12/2023.- En la imagen de la desaladora de Almería. Almería y Málaga son las dos provincias de Andalucía que sufren mayor estrés hídrico y también las que cuentan actualmente con la práctica totalidad de plantas desaladoras en una comunidad que, ante la sequía, busca alternativas de abastecimiento de agua tanto para uso doméstico como agrícola e industrial. EFE / Carlos Barba
El agua de mar contiene 38 gramos por litro y la salmuera residual de las plantas, 70 gramos de sal por litro. Esta salmuera se vierte al mar. Carlos BarbaAgencia EFE

La falta de agua ha llevado a Cataluña a una situación límite. Tanto, que el Gobierno central y la Generalitat han acordado dos medidas de urgencia como ampliar la planta de desalinización de La Tordera para 2028 y construir una nueva en Foix para 2029. Además, para verano, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, se plantea llevar en barco hasta Barcelona unos 40.000 m3 de agua diarios. provenientes de la desaladora de Sagunto en Valencia. El hecho de llevar agua en barco en pleno siglo XXI hasta la ciudad condal ha sido cuestionado, o cuanto menos visto con sorpresa, más cuando España presume de ser uno de los países del mundo con más capacidad de desalación. Contamos con más de 700 plantas que transforman el agua del mar y las agua salobres en un recurso potabilizado que sirve para consumo humano, uso agrícola e industrial.

Pero es que si, además se analizan los datos, se descubre que mucha capacidad de desalación está desaprovechada. La memoria anual de 2022 de Acuamed -empresa pública que explota parte de las desaladoras de Levante-, indica que las instalaciones de la costa están funcionando incluso a un tercio de su capacidad. La de Sagunto (en Valencia. Entró en funcionamiento en 2018) produjo concretamente 0,2 hm3 de agua en 2022 a pesar de tener una capacidad de 8 hm3. La de Torrevieja (Alicante), una de las más grandes de Europa y que da servicio sobre todo a la agricultura, produjo en 2022 36,4 hm3 de agua, casi la mitad de su capacidad (80 hm3). La desaladora de Oropesa (Castellón), con una capacidad de 65.000 m3 diarios, ampliable a 130.000 m3, produjo 4,2 hm3 solo para abastecimiento. Mutxamel en Alicante casi está al límite de uso. En 2022 produjo 6,91 hm3 de los 8 hm que puede producir y en Valdelentisco (Murcia) se produjo ese año 26,1 hm3 cuando tiene una capacidad de hasta 48 hm3/año. ¿Qué explica esta escasa producción? ¿Y si se usaran al 100% se habría evitado la situación de emergencia que se vive en Cataluña o Andalucía? Solo por recordarlo,, según los últimos datos del Miteco, las cuencas internas de Cataluña están al 15% de su capacidad; las del Guadalquivir al 21,3%; las del Guadalete-Barbate al 14,6%,; la cuenca Mediterránea Andaluza se encuentra al 18,3%, y la del Segura está poco por encima del 18%. «Siempre llama la atención cuando no llueve este tema del uso de las desaladoras, pero lo cierto es que no son operativas al 100%.

Si coges los números del INE, en general en España, si la capacidad instalada es de unos 5.000 hectómetros cúbicos al año, el agua desalada que se está usando no representa más del 18%. Muchas no funcionan a toda su capacidad, porque no hay demanda. Cuando se construyeron, fue cuando inició la crisis del ladrillo y muchos planes de urbanismo desaparecieron y con ellos, la demanda. Las desaladoras se quedaron infrautilizadas y en 20 años nadie ha hecho nada. Aun así hay que aclarar que las desaladoras tienen un radio de acción limitado, de unos 25 km», afirma Jaime Lora, catedrático e investigador del Instituto Universitario de Seguridad Industrial, Radiofísica y Medioambiental de la Universidad Politécnica de Valencia.

Cabe recordar que la primera desaladora se instaló en España en el año 64 en Lanzarote y en la Península fue en Almería en el año 80. «En Almería, Murcia y Alicante,con la sequía de los años 90, se instalaron unas 300 unidades de plantas privadas para agricultura de pequeña producción (500-5.000 m3/ día)», explica el documento «La Desalación del Agua en España», publicado por la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AED y R) en 2020. Y ahora llegamos al nudo gordiano, el programa «Agua» que se desarrolló entre 2004 y 2011 y que apostaba por instalar 25 plantas en la cuenca del Mediterráneo una vez desestimado el trasvase del Ebro. «En 2001, el gobierno del PP había aprobado la Ley del Plan Hidrológico Nacional, cuyo eje principal era el trasvase del Ebro. Pero en la primavera del 2004, la primera decisión del nuevo gobierno socialista fue derogar el trasvase, lo que exigirá recolocar los fondos europeos ligados al trasvase y una parte importante se destinarán a la desalación. El Plan Agua, de 2.000 millones de euros, se desarrollará en dos legislaturas. Tan sólo conviene mencionar las prisas inherentes a los cambios porque aún se perciben sus consecuencias. No en el diseño y ejecución de las plantas, sino en su dimensionado (en los años previos a la gran recesión que se inició en el año 2008, las demandas se sobreestimaron) y en la deficiente programación de infraestructuras auxiliares», explica el documento «Pasado, presente y futuro de la desalación en España» publicado en 2019 en la Revista Ingeniería del Agua y en el que participó Jaime Lora.

La capacidad actual instalada, cifrada en alrededor de 5 millones de m3 al día, podría abastecer a una población de 34 millones de personas, según datos de AED y R. Sin embargo, una de las causas a las que se alude cuando se habla de falta de demanda es el precio. El agua desalada actualmente está en torno a los 70 céntimos de euro por m3. « Mientras haya recurso natural, nadie se plantea usar agua desalada, porque es más cara. Sin embargo, los recursos naturales son cada vez más escasos y están en peores condiciones. La clave de todo este asunto está en cómo considerar las desaladoras, si solo nos sirven para casos de sequía o si son una solución estratégica más para el abastecimiento habitual. Incluso se podría usar como en otros lugares del mundo, que cuando no hay demanda en la ciudad se puede recargar acuíferos », opina Jaime Lora. Y es que, para él, el precio depende de con qué lo compares: «Yo siempre les hablo a mis alumnos sobre la paradoja del agua, porque si lo piensan bien, ese agua embotellada que traen a clases, cuesta mil veces más».

El consumo energético está detrás del precio del agua desalada. Sin embargo, este como el primero está descendiendo desde hace décadas. «Ha bajado el consumo hasta los 3,8 kWh por m3», dice Julio Barea, geólogo y portavoz de Greenpeace. «Para entenderlo bien, si tuviéramos una bombilla de 60W encendida durante una hora, produciríamos 20 litros de agua desalada», matiza Belén Gutiérrez, miembros del Consejo de Dirección de AED y R. Lo cierto es que, además, el precio por desalar se acerca cada vez más al de la potabilización de aguas superficiales. «El agua superficial cada vez necesita más tratamiento. Las potabilizadoras ya están en 1 kWh por m3 y sigue subiendo; cada vez las aguas de los acuíferos de donde se extra e son más profundas o hay que eliminar más contaminantes. Mientras, el agua desalada sigue bajando de precio», dice Lora.

Los consultados para este reportaje, tienen claro que se necesita una mayor planificación, porque llevar el agua hasta Barcelona no es sostenible en el tiempo. «Hace falta un plan de recursos hídricos a largo plazo que tenga en cuenta todas las opciones desde la reutilización hasta la desalación. Lo primero es ver las necesidades de cada región y el déficit hídrico, La desalación y reutilización son aportes de agua seguros y parte de la solución», comentan desde AED y R. Un apunte importante, el agua reutilizada, en España representa solo entre un 10 y un 11% del total, «con muchas variaciones por regiones, alcanzando en Murcia tasas de hasta el 97%. El plan de España es subir esta cuota media hasta el 20% aproximadamente», matiza Siliva Gallego, también miembro del Consejo de Dirección de AED y R.

Oferta

La ministra Ribera también se ha referido a ajustar el consumo a la oferta real, un punto que comparte con organizaciones conservacionistas. «Hay que adaptar los sistemas agrícolas. Ahora mismo hay 3.800.000 hectáreas en regadío, más un 15% ilegales. Y este sector consume el 70-80% del agua dulce», opina Julio Barea de Greenpeace. Sin embargo, Isabel Caro-Patón, abogado especialista en derecho de recursos naturales de «Menéndez y Asociados», considera que es necesario que la administración se implique en la oferta. «Ha prevalecido la protección ambiental frente a garantizar el uso y eso es de ingenuidad importante. La falta de previsión en Cataluña tiene que ver con una visión equivocada de los derechos de agua. Desde la aprobación de la Directiva Marco del Agua ha prevalecido la visión de que basta proteger el agua, y se ha dejado a un lado la política de oferta. Hacen falta más desaladoras, un régimen jurídico claro y planes financieros para las desaladoras».