
Medio ambiente
Alarma en Europa por el estado del suelo
La degradación y la contaminación del suelo plantean serios riesgos para la seguridad alimentaria, la biodiversidad, la resiliencia frente al clima y los fenómenos meteorológicos extremos

En la actualidad, entre el 60 % y el 70 % de los suelos de la UE se encuentran en mal estado. Cada año se eliminan mil millones de toneladas de suelo debido a la erosión, lo que se traduce en una pérdida anual estimada de productividad agrícola de 1.250 millones de euros. Los costes asociados a la degradación del suelo se estiman en más de 50 000 millones de euros al año.
Estos son alguno de los datos extraídos del último informe “Estado de los Suelos en Europa 2024”, realizado por el Observatorio de Suelos de la UE. La radiografía que muestra el estudio revela una situación y tendencias alarmantes, con un empeoramiento significativo en su degradación en los últimos años.
Además de los datos ya señalados, el informe destaca también que actualmente, aproximadamente una cuarta parte (24%) de los suelos de la UE están afectados por la erosión hídrica, principalmente en tierras de cultivo, con proyecciones de un posible aumento de entre 13 y 25% en 2050. La erosión hídrica no sostenible afecta aproximadamente a un tercio (32%) de las tierras agrícolas. La agitación mecánica del suelo, una práctica común en la agricultura también puede iniciar su degradación.
Los desequilibrios de nutrientes también están en aumento: se estima que afectan al 74% de las tierras agrícolas. A igual que la degradación de las turberas que sufre un proceso de deterioro acelerado. Su mantenimiento es importante, ya que estos humedales son verdaderos sumideros de carbono, que absorben gases de efecto invernadero de la atmósfera y los almacenan, contribuyendo así a mitigar el cambio climático. Cuando se deterioran, las turberas pueden liberar estos gases nuevamente a la atmósfera.
Fuera de la UE, la situación es igualmente grave, sobre todo en Ucrania, donde el conflicto bélico está afectando gravemente al suelo ucraniano. Se estima que más de 10 millones de hectáreas están ya degradadas debido a la invasión rusa. La recuperación de este daño podría tardar décadas si no siglos. En Turquía, alrededor de un millón y medio de hectáreas de tierra tienen problemas de salinidad, lo que puede afectar tanto a la productividad agrícola como a la salud de los ecosistemas. La situación en los Balcanes Occidentales es igualmente grave ya que, aunque se desconoce la verdadera magnitud de la contaminación del suelo en estas zonas, se han reportado más de un centenar de lugares contaminados o potencialmente contaminados debido a actividades mineras e industriales.
Acciones inmediatas para revertir la tendencia
En este contexto, nada tranquilizador, el pasado mes de abril, tanto el Parlamento como el Consejo Europeo alcanzaron un acuerdo político provisional para una ley de monitoreo del suelo, un paso clave en el objetivo de alcanzar suelos sanos en toda la Unión Europea de aquí a 2050, muy en línea con la estrategia de “contaminación cero”.
La Ley de Vigilancia del Suelo, entre otras medidas, permitirá armonizar las medidas de monitoreo en el mercado único, de forma que todos los países de la UE empleen una metodología y criterios comunes en relación con el estado físico, químico o biológico del suelo. La normativa prevé que los gobiernos nacionales fijen «objetivos sostenibles no vinculantes para cada criterio», para tener en cuenta los diferentes niveles de degradación del suelo y las condiciones locales.
«Para proteger a agricultores y silvicultores, la directiva adoptada no impone nuevas obligaciones a los propietarios ni gestores de tierras. En su lugar, obliga a los Estados miembros a ayudarles a mejorar la calidad y la resiliencia del suelo, es decir, su capacidad para seguir desempeñando su papel crucial en el ecosistema», de acuerdo con la valoración de la Eurocámara.
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