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Gibraltar, colonia europea
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En el caso de Gibraltar, seguimos como en los tiempos de Franco, prácticamente con el Libro rojo de Castiella, del Ministro de Asuntos Exteriores de entonces, sin que nadie se ocupe, ni se preocupe de citar a Adam Smith, considerado de manera casi unánime como el padre de la Economía moderna y fundador de su Escuela Clásica de Economía; convencido partidario de que su país devolviese Gibraltar a España, como dijo en su libro «La Riqueza de las Naciones» y en alguna de sus cartas.
Actualmente, 250 años después, se está viendo, impávidamente, cómo el Gobierno británico colonial de Gibraltar obtiene de los derechos de importación del tabaco unos 180 millones de euros, un 26 por 100 de su presupuesto anual. Suficiente para sufragar su sanidad en un año o las pensiones o la educación, según las propias cuentas del Peñón.
Por lo demás, la mayor parte de ese tabaco acaba vendiéndose ilegalmente en España, cuyas pérdidas para nuestro fisco fueron estimadas, por la Oficina Europea Antifraude en 230 millones anuales.
A los anteriores perjuicios hay que añadir las cifras derivadas del narcotráfico y blanqueo de capitales, con perjuicios graves para la economía de la Bahía de Algeciras y de España entera. Pero realmente, lo que no se concibe es cómo en el año 23 del siglo XXI puede mantenerse el anacronismo de una colonia como Gibraltar, en el extremo sur occidental de España y de la Unión Europea.
Precisamente por eso y muchas otras razones asociables, lo que se preconiza es considerar el tema a escala de toda la Unión de 27 países –con numerosas candidaturas pendientes–, para hacer valer el principio de que en Europa no puede tener futuro como colonia británica. El Brexit debe incorporar Gibraltar a España.
E-mail: castecien@bitmailer.net
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