La contra

La Semana Santa de antaño (y II)

Planeta Tierra

Ramón Tamames
Ramón Tamames Cristina BejaranoLa Razón

Con un rápido memento del Papa (EPD), presentamos hoy el último artículo sobre la Holy Weekend, que habría dicho Shakespeare, y se lo dedicamos a Francisco. Terminando con el recuerdo de las Semanas Santas de mi niñez.

En ese sentido, me vienen a la memoria las sesiones de cine que nos propinábamos los hermanos Tamanes en el Cinematógrafo Chueca, de la plaza del Chamberí, en el Paseo del Cisne. Una joya de la arquitectura de la primera mitad del siglo XX, verdadero coliseo tristemente abatido en tiempos del desarrollismo para construir un edificio más de oficinas.

En el cine Chueca, teníamos programas especiales para la Semana Santa, con una selección de hasta tres películas seguidas. Desde las cuatro de la tarde a las nueve de la noche, que salíamos con los ojos enrojecidos y la cabeza llena de vivencias y argumentos. Las películas que se veían entonces no eran Ben Hur, Los Diez Mandamientos y otras, que se hicieron en tiempos más enriquecidos de Hollywood, en la era de las formidables superproducciones bíblicas. Conservo las imágenes de un filme con el nombre Christus, que era expresión de una religión ortodoxa y entristecida, de lo que fue el año cero de Jesucristo.

Durante aquellas Semanas Santas, los niños de ocho a catorce años teníamos que mantenernos todo el día con cierta seriedad. Sin juegos ostensibles, de corbata oscura, incluso leyendo algún libro de santos. Y nada de novelas verdes, una afición siempre amenazante.

También se notaba el tiempo sagrado en la gastronomía, por la ausencia de carne en las comidas y prevalencia de potajes, sopas de ajo y otras variantes vegetarianas. Todavía afectados como estábamos por las escaseces del racionamiento, que duró tantos años después de la Guerra Civil, nada menos que hasta 1952.

Así que, amigos lectores, ya en nuestro tiempo, muchas felicidades en la pascua florida.