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El tomate español pierde la batalla contra el marroquí
Marruecos es ya el segundo proveedor comunitario de esta hortaliza. Un menor coste de producción y ventajas de entrada a Europa ponen en jaque este cultivo en España que ha aumentado la importación un 221%
Judías verdes, pimientos, sandías, melones o frutos rojos. Marruecos sigue ganando posiciones como exportador de frutas y hortalizas para Europa y en esta tendencia alcista un producto sobresale especialmente: el tomate (Europa representa el 50% de las importaciones mundiales de tomate fresco). En una década, según datos facilitados por la Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas y Hortalizas (FEPEX) la entrada de tomate marroquí en el mercado comunitario ha crecido un 51% pasando de 325.856 toneladas en 2013 a 491.908 toneladas en 2023. También en España aumenta la importación de tomate, en concreto un 221% en 10 años.
El camino para que Marruecos se haya convertido en el segundo proveedor del bloque europeo, sólo por detrás de Holanda, se inició con el Acuerdo de Asociación firmado con la UE. El texto vigente establece una cuota preferencial de entrada de 280.000 toneladas de tomates sin pago de aranceles. «En el 92 la UE quiso impulsar las relaciones con el norte de África. Se firmaron acuerdos bilaterales para la apertura comercial entre varios países y de ellos el que más se afianza es el de Marruecos, que, en teoría, se hace para favorecer el desarrollo rural del país», relata Andrés Góngora, responsable de frutas y hortalizas de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). El técnico, además, hace referencia a ventajas competitivas de entrada. «El sector productor de aquí está sometido a más presión en términos de control de uso de fitosanitarios, etc., que no se ejerce sobre países terceros. A Europa le vende todo el mundo, pero luego la UE no es capaz de vender a terceros países más que de forma anecdótica. A EE UU se exportan solo 40.000 toneladas, cuando en total nuestras exportaciones superan los 40 millones de toneladas. El motivo es que EE UU aplica medidas paralelas y más efectivas que las barreras arancelarias. Por ejemplo, por cada producto fitosanitario hay que iniciar un proceso de autorización que puede tardar años»», explica José María Pozancos, director de FEPEX.
Marruecos produce, sobre todo, tomate redondo a granel y cherry (en 2023 llegaron 50.000 toneladas), este último intensivo en mano de obra. Esta es otra de las razones que favorecen a los tomates del norte de África, según las asociaciones del sector agrario. «En el país alauí el coste por hora de trabajo es de a 0,90 euros y en España asciende a 9,74 euros», dice el director de FEPEX. «Por eso insistimos en que cumplan los mismos requisitos. Entre otras cosas. Marruecos no es firmante de los acuerdos internacionales contra el trabajo infantil», matiza el portavoz de COAG. Según el Alto Comisionado para la Planificación de Marruecos, aunque el número de niños trabajadores ha disminuido en 2023, se calcula que unos 88.000 menores de zonas rurales trabajan y lo hacen principalmente en agricultura.
Todas estas circunstancias explican que los precios de los tomates marroquíes sean mucho más bajos en los lineales de los supermercados. Mientras, el de Marruecos cuesta 10-12 céntimos el kilo, el español oscila entre los 25-45. Desde COAG, Góngora advierte, además, que «la Comisión nos remite a los estados miembros para el control de aduanas, porque cuando se supera este contingente determinado en el acuerdo, las importaciones tendrían que pagar aranceles de entre 20 y 40 céntimos. En la campaña anterior entraron 600.000 toneladas, el doble de lo establecido como libre de tasas. El tema es que Europa no tiene un sistema de control aduanero. Ahí la Comisión se pone una venda un poco, porque muchas veces a los estados se les pide información y ni siquiera contestan».
Empresas también españolas
Hay unas 360 empresas españolas instaladas en territorio alauí, produciendo y exportando a Europa desde allí. Un 10% pertenecen al sector agroalimentario. «Al inicio de los acuerdos, compañías francesas primero, luego Canarias y más tarde otras españolas, de Murcia por ejemplo, como vieron que producir allí les beneficiaba, se establecieron en Marruecos. Se trata de grandes empresas y fondos de inversión y algunas cuentan con apoyo de la casa real marroquí. Por eso insistimos en que el acuerdo no se cumple; no está contribuyendo al desarrollo en las comunidades nativas. Cuando hemos ido a estudiar cómo ha afectado todo esta apertura comercial a la población en Marruecos, vemos que en las zonas productoras ha seguido aumentado la emigración», dice el técnico de COAG.
Lo cierto es que las perspectivas de futuro para el tomate no son nada halagüeñas. La propia Comisión publicó un informe en 2023 en el que afirma que para 2035 la producción de España habrá perdido un 22% más de producción y pasaría a ser importador neto de tomate. «Lo grave -dicen en COAG-, es que en Bruselas son conscientes de ello y no ponen remedio. Se habla mucho de la seguridad militar, pero poco de la pérdida de soberanía alimentaria». Las importaciones de fruta han crecido un 10% en una década. «Parece paradójico que España, que exporta el 8% a nivel mundial, tenga que importar tomates o que a nivel UE se exijan determinados estándares y, sin embargo, lo que viene de fuera no tenga un control exhaustivo. Podemos intuir los costes políticos que hay detrás de que Europa no acaba de exigir determinados cumplimientos si tenemos en cuenta por ejemplo, que Marruecos es la principal barrera contra la inmigración ilegal. El contexto geopolítico mundial es complejo y por eso, quizá, no se exige lo mismo a los importadores. No se justifica pero ayuda a entender», explica Cristian Campos, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
Producir en Sáhara Occidental
Es conocido el proyecto de construcción de una megalópolis en el Sáhara Occidental para producir tomates y melones, pero hace un par de años la fundación Mundubat y COAG presentaron un informe en el que alertaban de las consecuencias que tendrá para el campo español que las hectáreas dedicadas a estos cultivos sigan creciendo en estos territorios. Según el plan Marruecos Verde la intención es llegar a las 5.000 hectáreas de cultivo en 2030 en esta zona.
¿Qué pasa con el etiquetado? Se espera que el Tribunal de Justicia Europea se pronuncie sobre el etiquetado de los melones y tomates procedentes del territorio del Sáhara Occidental. Y es que, según afirma el informe mencionado, los tomates que salen de Dajla llegan a Agadir, ya en terreno marroquí, donde se mezclan y se exportan etiquetados como productos de Marruecos.
Nuevas variedades y otras medidas
De momento, los agricultores españoles recurren a plantar variedades nuevas o difíciles de cultivar y transportar desde Marruecos. «Ahora mismo tenemos 50 tipos de tomates en la cooperativa donde estoy: desde tomate de barbastro a corazón de buey o tomate negro. El tema es que, incluso las novedades que sacamos en la Península, terminan llegando rápidamente allí porque las empresas son las mismas», dicen desde COAG. Para el director de Fepex se necesita un replanteamiento de toda la política agraria europea, desde el modelo a la gestión de crisis. «En la UE se habla mucho de seguridad militar, pero poco de soberanía alimentaria. Necesitamos replantearnos el modelo y también reconsiderar la gestión de las crisis de mercado; ahora ni siquiera se cubren los costes de retirada de producto (el tomate se retira a un precio de 12,5 euros por cien kilos). No son medidas eficaces para potenciar la competitividad», dice.
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